lunes, junio 09, 2008

LA NOVEDAD ES LA PRIMA CANIJA DEL CAMBIO

Hola. Les hablaba del lenguaje de la nueva derecha y que bla-bla-bla. Lenguaje que viene directamente, y sin pasar por la casilla de salida, de los USA. Hummm. Si el pack politically correct llegó de allá, y también llegaron de allá los primeros productos culturales de masas que tenían como epicentro mearse en lo politically correct sin que los mayores gritaran –no sé, Simpsoms, Family guy, etc-. Es posible pensar que de los USA vendrán también los grandes conjuros para escaquearse del lenguaje de la derecha. Lo que significa, snif, una nueva izquierda.

Yo qué sé. Lankoff. Explica cual es el lenguaje de la derecha. Y explica como enfrentarse a él en tiempo real en, pongamos, una tertulia. O un debate entre candidatos. Pero no ofrece un lenguaje nuevo a la izquierda. No lo hay. De hecho, las izquierdas no dicen nada. De hecho, tanto en los USA como en España, la izquierda utiliza los conceptos de la derecha. Es más, le caen chuzos de punta cuando intenta utilizar otro lenguaje. Recuerden la pasada legislatura ZP. Y como no se pudo crear lenguaje para tratar los temas ETA y Estatut de Catalunya. Es decir, los temas democracia, constitución, igualdad y solidaridad, debidamente formulados por la nueva derecha. EL lenguaje de la nueva derecha tiene trade-mark sobre la tira de conceptos, en fin.

Observando las primarias USA se ve un poco eso. Obama y Hillary no se separan un ápice del lenguaje republicano. Obama, es más, lo recrea. Lo reproduce tanto que consigue crear algo novedoso a través de la reiteración. Es decir, de la nada. Es posible, me digo, que su estructura del discurso –me falta experiencia para afirmarlo rotundamente-, sea la del sermón protestante. Ni idea. La única cosa nueva que he detecto, son dos. Cosa a) un lenguaje propio –que no nuevo; es más cristiano que izquierdista, por lo que oigo-, para hablar de la cobertura universal de Seguridad Social. Que no es universal, por cierto. Sólo afecta a los pollos que no pueden costearse seguridad privada. Y, tacha-tacha y b), el monopolio único sobre un único concepto. La novedad.

La novedad, contrariamente a lo que ocurría hace 100 años, no es necesariamente nueva. Ni buena. Ahora es, simplemente, un atributo. La sed de novedad igual conecta, por cables fosilizados, con la sed de cambio de antaño. En todo caso, Obama la detenta en solitario. Y, por lo que sea, la novedad inspira confianza. Existe la creencia, por lo visto, de que poseer novedad, no tener los huevos pelados de su rozamiento con la realidad política, es una suerte de pureza. Es una suerte de garantía de que el candidato poseedor de novedad, podrá hacer cosas que no se pueden hacer en política. No sé. Seguridad social, pirarse de Irak.

Humm. ZP, en la primera legislatura se piró de Irak en un plis-plas –“ese es el tipo de cosas que sólo se pueden hacer cuando no se tiene experiencia”, dijo el experimentado FG-. El otro día ley en la prensa que el Gobi ZP 0.2 ha tenido en sus primeros 100 días chorrocientas iniciativas de gobierno menos que en los 100 primeros días del Gobi ZP 0.1. Se responsabilizaba de ello a la crisis económica. Crisis económica que el Gobii ZP. 0.2. ha encarado con lenguaje –no es crisis, que es desaleración-, y con medidas extrañas a la cultura de la izquierda –devolución de unos cuantos dólares a los ciudadanos; una medida que, glups, ya aplicó hace un periquete Bush jr. Y que se confirmó un fracaso para paliar una crisis, pero no para ganar unas elecciones-.

Igual no es un gobierno bajo la crisis económica. Es un gobierno sin novedad.

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