viernes, diciembre 23, 2005

EL ORÁCULO Y EL TONTÓLCULO

Delfos era el centro del mundo. En el centro del mundo había un agujero que nacía en el centro de la tierra. Por el agujero emanaban gases. Cada día, a determinada hora, los sacerdotes disponían sobre el agujero, es decir, entre los gases, el rostro del Oráculo. Resulta imposible no sentirse identificado con el Oráculo. El Oráculo era una persona frágil. Posiblemente alguien con síndrome de Down, un epiléptico u otra broma de la naturaleza. Tal vez un Hombre de Flores. El Oráculo moría pronto. Su oficio era más inestable, incluso, que el cargo de entrenador del Real Madrid. El Oráculo de Delfos, en fin, no existía. O existía poco. Eran cientos de Oráculos existiendo muy poco. Bueno. El Oráculo, sujeto por los sacerdotes, intoxicado por los gases, respondía a una pregunta formulada por algún peregrino. La trascripción de la respuesta del Oráculo, absolutamente ilógica y carente, incluso, de gramática, era entregada al peregrino escrita sobre arcilla o cera. Un día tuve una de esas tablillas de arcilla en las manos. El texto era el siguiente. No El dolor Huid. Es posible que el Oráculo hablara del gas que inhalaba. De su vida ante un problema. El gas. Ni idea. Todo ese servicio –el Oráculo, los sacerdotes cachas que lo inmovilizaban, el gas, la tablilla- era gratuito. Al salir del templo, a unos metros del centro del mundo, estaban los hermeneutas. Eran cientos de docenas, sentados en sus respectivos chiringuitos. Ofrecían al peregrino una interpretación al texto del Oráculo. No todo el mundo cobraba lo mismo. Los mejores intérpretes podían cobrar una fortuna. Los había, dicen, infalibles. Un día dejó de emanar gas por el agujero de Delfos. Todo aquello desapareció. Salvo los Oráculos. Siguen viviendo poco. Hablan en voz alta. Nadie entiende lo que dicen. Ayer vi tres Oráculos durmiendo en un cajero.

-COMENTARIO DE TEXTO. Un oráculo es un pollo con problemas. Por lo general, tiene problemas con los sacerdotes. Sólo sabe hablar de sus problemas. Sus problemas, de hecho, son los que le hacen acabar maltratado por los sacerdotes. Sus problemas por otra parte, son suyos. Es decir, importan un pito. No así las interpretaciones que hacen de sus problemas los hermeneutas. Hay hermeneutas buenos y malos. En los comentarios de ayer, hubo algún hermeneuta muy bueno. Tómense una copa y envíenme el ticket, que pago yo.

-EL ORÁCULO ANTE EL AGUJERO. Hola. Ahora estoy mirando la tele. Un agujero. EL centro del mundo. La CT se parece mucho a la tele. Es una agujero. En ocasiones parece el único agujero del mundo, por lo que a su vez parece el centro del mundo. La CT sólo habla de aspectos de la realidad que pueden aparecer en la tele. En el agujero veo que periodistas CT y periodistas CT, subsector CB, se dan para el pelo. Una espectadora toma la palabra por conexión telefónica. Hace un análisis de las declaraciones de un chico CB. Y, con un tono sereno, le llama fascista. Uy, lo que ha dicho. La moderadora del agujero le exige que no insulte. Se corta la conexión telefónica. A los chicos CB se le caen los anillos. Los chicos CT defienden a los chicos CB. Les recogen los anillos y se los vuelven a poner. La CT describe la realidad con idealismo. Explica las cosas que deberían de pasar en vez de las que pasan. No puede explicar la extrema derecha porque aquí no hay extrema derecha. Desapareció con la Transi. Con la Consti. Incluso mucho antes. Nunca ha habido extrema derecha por aquí abajo. La Guerra Civil fue la rebelión del liberalismo contra el radicalismo. La Transi supuso la victoria del liberalismo y el sentido común contra los extremismos. La CT y su prima, la CB, jamás permitirán que el extremismo toree al liberalismo. La CT y la CB harán con el Estatut lo que se merece. No El dolor Huid.

martes, diciembre 20, 2005

INTERMEZZO: EL DESENCUENTRO (5)

Nadie sabe lo que pasa y eso es lo que pasa. Ergo, es difícil ver lo que pasa. Incluso si lo que pasa es un pasote. Mucho más si nuestra cultura se especializa en no ver lo que pasa y en idealizar lo que debería de pasar. Tanto que, en ocasiones, lo que debería de pasar se explica como si, en verdad, hubiera pasado. Un lío.
Bueno. Los grandes cambios en la CT se están produciendo en su derecha. La CT –cohesión, marginación del enemigo, unidad, defensa de la democracia-, está adquiriendo dimensiones nuevas y radicalmente diferentes –incluso, snif, está adquiriendo cierto matiz beligerante, esa cosa tan poco CT- en su extrema derecha. La extrema derecha está haciendo, en fin y en lo que es hasta cierto punto la mayor violación de la CT en la plaza, revisionismo en la CT. Está haciendo con la CT, por tanto, lo contrario para lo que fue inventada la CT. Los dos puntos álgidos revisados los dos grandes momentos de mixed-emotions en la cultura española que, tácitamente, incluso explícitamente, se acordó solucionados a través de la CT. La Guerra Civil y la Transi. Se podría pensar que todo ello supone un gran cambio cultural en España. Por fin hay dos modelos culturales que están a la greña. Pero no.
Lo que hay es posiblemente dos modelos de CT. Y si el modelo de la extrema derecha se pasa de rosca, el modelo de la izquierda, en tanto CT, no puede denunciarlo. Ni tan siquiera puede describirlo. La defensa de la cohesión, esa cosa tan CT, impide a la CT denunciar su componente de extrema derecha. Le impide la agresividad. Le impide exigirle a la CT derechista otra cosa que volver a los cauces y puntos de vista pactados. O, lo que es lo mismo, obliga a las dos CT a convivir. Y esa es la gran novedad, aberrante, que se está produciendo en la CT. El apartheid.
Ambos modelos –la CT integradora ad-hoc, la CT excluyente por un tubo-, sólo puede aspirar a convivir entre sí, y a disfrutar, esporádicamente, de leves auges. Pero es una convivencia segregada. Los emisores y los receptores de ambas CT viven y consumen sus CT separados, en dos mapas separados de la comunicación, en dos partidos políticos que sólo hablan para sus acólitos, en dos mercados de libros, en dos literaturas que intensifican , cada una, su acceso a la CT.

EL otro día, haciendo zapping me econtré con 59’’. Un programa en el que todo el mundo tiene derecho a la palabra. Durante 59’’ segundos. Tenga o no discurso de 59’’. Las palabras, por otra parte, o se cruzan, no crean discusión. Sólo crean el calentón de ver dos discursos opuestos y sin solución de acuerdo. Viven separados. Se ven cada 59’’. El apartheid.

sábado, diciembre 17, 2005

EL DIA FINAL

Tienes razón, Martínez. Esto es un OVNI, es decir, un objeto virtual no identificado. Los ovnis suelen estar pilotados por marcianos como tú, y los marcianos, ya se sabe, son uno tipos raros, solitarios y que pasan un frío de pelotas en este planeta, el planeta CT. De vez en cuando se identifican unos a otros porque no pueden doblar el dedo meñique, pero eso es algo muy difícil de averiguar. Uno nunca sabe si ocurre así porque se trata de otro marciano, o pasa simplemente que el tipo en cuestión es un cursi que estira el dedo cuando apura el vaso o un capullo al que le da por sacarse el cerumen de la oreja. Así que ojo, Martínez, ojo.
Me llamaste, creo recordar, para discurrir, al menos de entrada, en torno a un fenómeno fácilmente constatable: la ausencia de crítica en la CT. Y ahora que lo pienso, muy poco es lo que hemos discurrido a este respecto, al menos directamente. Quizá se deba a que discurrir sobre la ausencia de crítica en la CT viene a ser como discurrir sobre la ausencia de agua en el desierto. ¡Pero querido amigo! ¡Si precisamente es un desierto porque no hay agua!
O algo parecido.
Como fuere, de lo que sí se ha tratado por estos pagos es sobre cómo la ausencia de crítica erosiona el concepto tradicional de canon. Proponías tú, Martínez, que ese concepto había sido sustituido por el de staff. Replicaba yo, sin contradecirte abiertamente, que más bien me inclinaba por pensar que donde se había producido la sustitución no era en el concepto mismo, sino en la instancia que lo consagraba. Es probable que los dos estuviéramos diciendo lo mismo: el staff cultural de la CT equivale al canon del éxito. Un éxito, ahora podemos puntualizarlo, que no se corresponde con la fortuna comercial, o al menos no siempre ni exactamente, sino más bien con la visibilidad.
Reclamo atención para esta categoría: la de la visibilidad. Puede resultar de utilidad cuando se trata de esclarecer –como se ha propuesto aquí en más de una ocasión– las equívocas concomitancias entre la CT y la cultura de masas, tema que me atrae particularmente. Cabría postular que la CT viene a constituir una particular codificación de la cultura de masas. Algo así como, hasta hace poco, el Canal + de la televisión. ¿Que dice usted que no ve más que rayotes? Pues cómprese el descodificador y podrá ver los partidos de fútbol y las películas porno. Y si no, confórmese con los informativos y las series de humor made in USA, que algo es algo.
Bien mirado, el símil no está mal escogido. Y no lo está porque, mira por dónde, el gran codificador de la CT ha sido y sigue siendo el diario El País y, más ampliamente, el grupo PRISA. No parece necesario perder tiempo en argumentar esta afirmación. Resulta más provechoso sondear, como se ha hecho aquí, sus implicaciones políticas. Y éstas apuntan en la que, al parecer, coincidimos en destacar como la más fértil línea de trabajo para pensar la CT: su carácter de cultura de Estado, el hecho de que sea producto de una alianza, sin precedentes en España, entre las élites culturales y las clases gobernantes.
Que así ocurriera se debe, como es bien sabido, a la peculiar fraseología con que se resolvió cancelar a toda costa el franquismo, o más bien la Guerra Civil. Fraseología derivada de lo que por aquí hemos oído llamar fundamentalismo democrático y que tuvo por efecto consagrar la democracia misma como ideología. Una ideología que la izquierda abrazó con absoluto descuido —o sacrificio, como se prefiera— de sus propias señas de identidad.
“Ideología es hoy la sociedad como fenómeno.” Esto decía T.W. Adorno a comienzos de los sesenta. “La ideología es hoy la sociedad real misma, en la medida en que su fuerza y su inevitabilidad integrales, su existencia irresistible, se ha convertido en un sustitutivo del sentido arrasado por ella misma.”
Cuantas más vueltas le doy, más cerca estoy de concluir que el problema de la CT es el de la izquierda y su secuestro. Que la CT es resultado de la conversión de una ideología en cultura. No me refiero ahora a conceptos como el de ‘cultura de izquierdas’ o ‘cultura democrática’, no, nada de eso. Me refiero a la perversión profunda que se operó en la izquierda española cuando, para garantizar —dicen— la convivencia democrática, sustituyó sus objetivos sociales por una práctica sociable.
Desde este punto de vista, la CT constituiría la fórmula con que la izquierda española aceptó desmantelarse como opción ideológica y asimilarse a la sociedad capitalista en tanto que fatalidad forzosa e inevitable, como dice Adorno. A cambio, le sería concedido el privilegio de configurar el canon y la fraseología del nuevo ecumenismo cultural, de administrar la nueva sociabilidad.
Más de una vez he recordado la cándida pretensión de Manolo Vázquez Montalbán conforme a la cual cabía establecer una distinción entre público y mercado, entendiendo el primero como la vanguardia cultural del segundo. Propongo trasladar esta pretensión a la dinámica general de la CT y sugerir que la CT vendría a constituir la vanguardia de la cultura de masas. La fórmula resuelve de una vez por todas la cuestión de si la CT constituye o no, de hecho, la particular adaptación al medio español de la cultura de masas.

Y bueno, estas tortuosas divagaciones en torno a puntos que han asomado aquí en los dos últimos meses constituyen mi pelmazo adiós, querido Martínez. Por cierto que los marcianos vienen de Marte, el planeta de la guerra, de la beligerancia. Y allí, como es obvio, todos se apellidan Martínez, de donde la cosa.
Anda, abrígate y sigue dándole. Nosotros te hacemos compañía.

martes, diciembre 13, 2005

QUÉ GÉNERO TENGO, MARÍA

Hola a todo el mundo. Ayer, Echevarría, te descolgaste con meditaciones sobre el género de todo esto que estamos haciendo, a lo que vas y denominas blog. Humm. En parte tienes razón. Esto tiene un algo de lío. Así que seguidamente, para acabarlo de liar, voy a explicar el género.

-EL GÉNERO. Esto consiste en un pollo que escribe durante un año. Durante 9 meses ha intentando dibujar una obsesión personal para transformarla en colectiva. Porque necesito, en fin, que sea colectiva. De lo contrario, necesito medicación. Se trata de la CT de los XXXXX, con la que el pollo que escribe se encuentra a diario, en lo que es una relación tormentosa que no puede acabar bien. Desde hace un mes y pico, doy por dibujado el dibujo. Quién lo quiera ver, que sepa que existe. Desde esa fecha, hasta febrero-marzo, la intención es someter el dibujo a discusión con personas que, de una forma u otra, se ubican fuera de la CT. Algunos, en el campo –de Marte- de lo anti-CT. Algo que considero básico. La CT, en mi vida, se está conviertiendo en una suerte de ETA para Rajoy. Lo es todo. Por lo que conviene matizar la cosa y no acabar como Rajoy. Pensaba en eso, precísamente, antesdeayer, cuando me subía a un helicóptero. La pluralidad de emisiones, esa cosa que tu ves como mangui, no puede, por tanto, ser mala. Te impide ser tan pesadamente monotemático y obsesivo que un helicóptero no puede con tu peso. Eso sí, es rara.

-LO RARO. La CT es un pasillo muy estrecho. Y me temo que no muy largo. Intento contraponer a esa CT una idea de anti-CT amplia, que permita la pluridad de accesos y de opiniones ante la realidad. La CT es, en ese sentido, snif, un único acceso. Una única explicación a todo. Una serie de respuestas y textos predecibles. Y un esfuerzo violento y descomunal para manterner el monopolio de las preguntas y las respuestas. Este blog no es CT. No es predecible. No comparte los tres inputs de la CT: la cohesión –me importa un pito que España, su democracia, su monarquía, sus empresas culturales se vean en peligro porque un pelanas, yo, opine lo que opine-, el nacionalismo –gran llenapistas local; creo que este blog ofrece un no-nacionalismo ponderado a sus lectores; incluso cuando defiendo el Estatut como objeto no-nacionalista-, y la gestión de mi imagen –la imagen, para un escritor local, es más importante que su obra; en estas páginas vierto una imagen muy poco recomendable; es posible que sea la mía, que en todo caso no es la de un intelectual CT-. Considero que la violación de esos tres inputs despista un mazo al lector, que no sabe lo / a quién lee. EL lector, sinf, sólo concibe como objeto cultural un objeto CT. Son pocos los que siguen leyendo, digo yo, cuando descubren que esto no es cutura. No es CT. Yo qué sé. En todo caso el lector, llegado a estas páginas, sólo tiene tres opciones: pasar de todo, negarlo todo o discutir. Tres más que las que le ofrece la CT. Otra rareza: la periodización. Hay días enteros en los que no hemos publicado nada. Lo cual despista al lector. La razón de ello es que estas páginas no obedecen a ninguna profesionalización, mientras nosotros sí. Ahora mismo, por ejemplo, mientras escribo esto, tengo un bisonte, que debería cazar, dándome por el XXXX. Algo que jamás debería permitir un cazador de bisontes que se precie.

-LA SOLEDAD. EL blog tenía, en su génesis, un doble objetivo. Dibujar, por fin, la CT. Que dejara de ser un fantasma, una apreciación. Que tuviera nombre. Creo que se ha conseguido. Lo que no sé es la repercusión de todo ello. Supongo que, en todo caso, es escasa. EL otro objetivo era combatir mi soledad. Donde estoy –lo anti-CT- hace mucho frio. Pensaba encontrar algo de calor aquí. Ingnoro en qué consiste el calor. Es posible que sólo sea un concepto CT. Pero me parece que no he conseguido crearlo o consumirlo. EL lector, esa cosa que nunca existe aunque te lean miles de personas, tampoco ha existido en esta ocasión. EN ocasiones me ha sorprendido gratamente su opinión. En otras no la he entendido y me ha dado a entender que tampoco ha entendido nada. Todo ello me invita a suponer que no he creado o he dado pie a crear una lógica compartible. Yo qué sé.

-EL FUTURO INMINENTE. Bueno. Cuando me dejes plantado, fabricaré otro prólogo para re-encauzar la cosa. Y seguiremos la cosa con otra sesión de pluralidad de emisiones. Próximamente, en esta sala, caerán el escritor Javier Calvo y el Conseller de Participació Ciutadana Joan Saura. A ver qué. Espero lo tuyo Echevarría. Tic-tac. Y págate un cenorrio.

lunes, diciembre 12, 2005

YA ME VOY, PERO HAGAN EL FAVOR DE NO EMPUJAR

Va siendo hora de que me vaya, Martínez. Lo estamos pasando muy bien aquí, pero va siendo hora de que me vaya, no me preguntes por qué. Como los toreros y las cupletistas, también yo pretendo saber cuándo conviene retirarse. Otra cosa es que me deba a mi público y que, en nombre de él, vuelva cuantas veces sea necesario. Pero, de momento, va siendo hora de retirarse. Al fin y al cabo, yo pasaba por aquí en calidad de estrella invitada, y no es cuestión de que me eternice hasta el extremo de que deba empujarme nadie para que me vaya, como a Almodóvar en la ceremonia de los Oscar. Lo cual no es óbice para que aproveche estos últimos momentos para saludar a mi madre, a la que tanto quiero, y a mi hermano Javier, y a mi cuñada Luisa, y a los amigos de siempre, y a los que no volveré a ver, y a los que he visto demasiado, y a Carlines, y a Socorro, y a Belén, y al Ricard, y al Pep, y a Constantino, y a Ben Rotter, y a los Anonymous Said, sobre todo a los Anonymous Said, y a San Ignacio de Loyola, y a Loyola de Palacio, y a San Pancracio, y a los rosacruces de Sant Jordi, y a la Santísima Constitución, y a su dogma, y a... ¡Eh, eh, sin empujar, que ya termino! Pero antes permítanme una pequeña cala teórica acerca del blog y su mecánica. Por aquí se han dicho muchas cosas al respecto, algunas más gordas que otras. Yo me limito a puntualizar, llevando el ascua a mi sardina, que, “en el estadio actual de su desarrollo mediático”, y sin perjuicio de que la cosa cambie, el blog, cualquiera que sea éste, consiente mal la pluraridad de emisores. Me explico. Tal y como está estructurado, el blog es una voz opinante que se brinda a ser interpelada. Esa interpelación se produce en el espacio acotado —semiprivado o semipúblico, según quiera verse— del foro correspondiente. Lo característico de este foro es su radialidad: todas las voces se organizan en función de una sola que lleva la voz cantante y que, además de centro de todas las demás, actúa a modo de eje en función del cual rueda la cosa. Cierto es que, dentro del foro, los participantes tienden a interpelarse entre así, lo cual, de entrada, no deja de estar bien, por mucho que, llegados a ciertos extremos, eso mismo pulverice el sentido mismo del foro (basta asomarse al del blog de Arcadi Espada para ver cómo puede ocurrir eso). En cualquier caso, el foro contrapuntea la melodía principal que impone el titular del blog en su tribuna privilegiada, y en eso reside, al parecer, toda la gracia del asunto. Si a la tribuna se sube más de uno, se pervierte esta estructura radial, y ocurre entonces que se establecen dos foros superpuestos, que actúan en dos niveles distintos, el uno con más privilegios que el otro. El peligro es que los participantes del foro subalterno se desinteresen de su propio cometido y se limiten a asistir impávidos a la discusión del foro principal, perdiendo el aliciente de intervenir. Si la voz cantante ya incorpora su propio contrapunto, ¿a qué molestarse en contrapuntarla? Pese a lo cual, el amigo Martínez, desde su propio blog, se ha empeñado en experimentar esta posibilidad, acreditándose así, una vez más, como explorador aventurero de nuevas modalidades discursivas. Esto último suena a coña marinera pero va dicho con toda seriedad: Martínez, ya lo he proclamado en otras ocasiones, es el periodista más buscador y más inconforme que ha dado este puto país (y rellénese este concepto con el contenido que se quiera) en las dos últimas décadas. Dicho lo cual, añado: y así le va. Como sea, me honro de haber participado esta vez en uno de sus experimentos. Y mientras lo digo, y por aquello de retomar el hilo, me pregunto si todo esto de la radialidad y de su pluralización, con todos los riesgos que ello comporta, no podría servirnos de metáfora mediante la cual ilustrar lo que está pasando con el Estaut y lo que éste significa. Ahí dejo la idea, por si a alguien le entretiene recogerla. Por mi parte, prometo una próxima y última entrega en la que trataré de recapitular sumariamente algunas de las ideas que en los dos últimos meses han aflorado en este blog, con voluntad de decir al respecto de cada una mi palabra definitiva. Eso sí: que quede claro que me voy de aquí porque me da la gana. Que si quiero me quedo. Así que hagan el favor de no seguir empujando y tener un poco más de educación. Que no empujen, he dicho. O vamos a tener que vérnoslas.

Posted by IGNACIO ECHEVARRíA

martes, diciembre 06, 2005

EPIFANÍA

Hoy, día de la Consti, o de la Purísima –yo los confundo; igual porque son dos dogmas parecidos-, he tenido una epifanía al filo de lo escrito ayer. Epifanía: es cultura española todo aquel esfuerzo encaminado a la Cohesión. Lo que no ofrezca Cohesión, lo que se aleje del trade-mark Transi -esa forma de ver la política, la historia reciente y la literatura-, es heterodoxia.

Don Marcelino decía aquello de que la cultura española es catolicismo. Y todo lo que se aleje del catolicismo, el elemento cohesionador hispano hasta el siglo XIX, es heterodoxia. No estamos, pues, tan lejos de la cosmovisión española dominante hasta el siglo XIX. Quédense con la copla de Don Marcelino, sustituyan la alocución dogma-católico por la alocución dogma-político –el dogma democrático español se parece un huevo a lo que antaño fue el dogma católico: es una (la) forma de interpretar el pasado, el presente y el único futuro posible-, y seguiremos teniendo una sociedad COhesionada. Y gregaria. Y una definición cachas de la CT. Y una interpretación de su vigor y de su éxito. Su éxito, su vigor actuales, tienen algo que ver con el terror a estar sólo, el terror a ser diferente, el terror a no formar parte de la cohesión, el terror a ser desestabilizador y ser tratado, glups, como un desestabilizador.

Don Marcelino, empero, tenía cuatro volúmenes dedicados a los heterodoxos españoles. Pollos que, en algún momento o en todos sus momentos, se alejaban del dogma católico. En su hit-parade de heterodoxos aparecen los all-stars de la literatura española. Y los segunda fila, y los medio pelo. Lo que puede inducir a pensar que con el anterior pack de cohesión existía una mayor tensión cultural que ahora. Un indicativo, tal vez, de que la Inquisición del nuevo pack de cohesión tiene más juego de piernas. No sé. ¿Ustedes qué dicen?

domingo, diciembre 04, 2005

KO EN OK /CT CORRAL

La que aludes es, no obstante, una ocasión para ser descartada. En lo que es un problema carajo-de-una-vela-size, que en el último párrafo de este articulote te esbozaré. En todo caso, no me acabé de leer, en su día, el artículo que citas. Me lo he comido tras tu cita. Es un artículo que carece de interés. O lo que es lo mismo: el interés del artículo es filológico. Seguidamente te desgolos algunos aspectos filológicos que fijan el artículo que citas en su tiempo/espacio. Alehop.

-CAPTATIO BENEVOLENTIAE. El fragmento mamada es considerable y, sí, en efecto, fija el texto en su momento histórico. El momento histórico –la CT, 70’s hasta esta mañana a primera hora- me lo definió de película el otro día el escritor Javier Calvo cuando me dibujaba el mapa de la literatura española actual. Ahí va: “si quieres entrar en el sistema debes de envejecer 30 años”. El fragmento mamada no es, por tanto, una mamado ad-hoc. Es un intento de envejecer 30 años. Es decir, reconocer, aproximarse, valorar positivamente, penetrar y envolverse en una generación, que no es la tuya, y que adquirió forma de Staff –y de portero del Staff- hace 30 años. Un artículo de opinión que se inicie follándose esos 30 años de tapón generacional –que son, guau, muchas generaciones-, tendría el peligroso aspecto de objeto beligerante. Es decir, de cosa anti-Ct. Es decir, de algo impublicable e ilegible, de algo no perteneciente a la serie cultural. La Captatio Benebolentia es un género típicamente CT. Es decir, español. Ejemplo. Yo sólo leo el ABC en el Puente Aéreo. EL otro día ley en el ABC / Puente Aéreo tres artículos cuyo 50% se iba en mamársela a Capmany. Es decir, a) en mamársela a un muerto. Es decir, b) en demostrar a tus superiores y a tus lectores que tenías 30 años más de lo que parece. Quizás –se trata de Capmany-, muchos más. En otras culturas eso no es necesario. En la RFA, en este preciso instante, cierta literatura está follándose viva a la generación del 68 –desde, snif, la derecha-, sin ningún tipo de tabúes y con una violencia llamativa –la cultura es una violencia llamativa-. En Francia, una cultura más dada a la beligerancia, Le Monde ha jubilado a una generación de articulistas –del 68, más o menos-, por su incapacidad para leer el presente. No te puedo dar, por desinformación mía, más detalles sobre ello. Pero, en todo caso, te puedo asegurar que los nuevos articulistas no se verán en la obligación de sacrificar un 50% de sus artículos en demostrar que son como ellos. Lo cual es un relajo.

-LA COHESIÓN. El artículo ilustra lo que es el límite de la polémica en la CT. No desautoriza a nadie, no se enfrenta a nadie sino que matiza un tema. El tema, además, es el gran tema de la CT. La Cohesión. Pradera defiende –en una lógica muy CT-, que la cohesión es lo que hay, es el gran logro de la Transi, y que cuestionar el pasado no sólo no crea Cohesión, sino que es un radicalismo ciego y descohesionador de una minoría -¿”talibanes con complejo de Peter Pan?-, que no se entera que el pasado no es un tabú ni afecta al presente, tal y como demuestra la ingente bibliografía sobre el pasado. No ha habido pacto del olvido. Quién diga lo contrario no está al loro y está contra la Cohesión. Además, corre el peligro de tener 30 años menos. El posicionamiento Cercas es una matización del anterior. Echa de menos "un relato consensuado de nuestro pasado inmediato que, como un mínimo común denominador, sin tergiversar la realidad histórica, sea aceptado por la mayoría de la sociedad". Pero desde la Cohesión. Y aquí te tengo que decir que yo también. Pero sin lo de la Cohesión de los XXXXX. Es decir, sin creer que ese relato lo tenga que hacer el Estado o/y la literatura española staff. Lo tendría que haber hecho el Poder Judicial, a través de unos juicios de Nuremberg, cuyas sentencias –leves; en los 50’s sólo había un condenado en chirona-, si uno se fija, son “el relato consensuado” del “pasado inmediato que, como un mínimo común denominador, sin tergiversar la realidad histórica” ha sido aceptado por la sociedad alemana. Es decir, que en Alemania los fascistas no eran esos pollos cachis-pirulis, que escribían que tiraban de espaldas sin bien tenían la pistola fácil. Eran usuarios del genocidio, del asesinato como sistema, por lo que merecían juicio por crímenes a la humanidad. Como, por otra parte, y en lo que es una idea no cohesionadora, lo merecían los fascistas españoles. Humm. No es extraño que las únicas reseñas negativas a la novela-canon de Cercas se emitieran en Alemania, ahora que lo pienso. Ahora que releo la polémica Prader-Cercas desde ese punto que tienen en común que es la Cohesión, se me ocurre que el vértice de la cosa anti-CT es el desinterés absoluto por la cohesión. Es decir, que la literatura y la política no tengan como objetivo la Cohesión, enviar al garete la Cohesión, y que el arte y la política se empleen a plantear la realidad, sin el temor de que la sociedad –un conjunto de menores de edad y deficientes mentales, según la CT-, se desintegre. Las sociedades no se desintegran. Se las desintegra. Estén cohesionadas o no. Es bueno, o incluso irrelevante, que se expongan al vértigo de una literatura o una política que no haga énfasis en la Cohesión. Es bueno, por tanto y al hilo del artículo de Cercas, que el Estado no tenga un catecismo sobre nuestro pasado, y que la sociedad polemice, por libre, sobre el pasado. Es bueno que un partido defienda que el franquismo fue chachi, es bueno que un partido organice manis por la unidad nacional, que intelectualice su post-franquismo a través de la Consti. Y es bueno que se le pueda dar para el pelo defendiendo otra lectura del pasado, abiertamente antifranquista y con otra lectura de la democracia. Es bueno poder argumentar en público el carácter antidemocrático de un partido que defiende una idea ecuménica de pasado, asumida por todos, que nos impide ver el pasado y el presente. Es bueno que el terror a perder Cohesión desaparezca.

-EL VALOR DE LOS MATICES. La ¿polémica?, el duelo en CT Corral es, por tanto, una polémica/duelo de matices. Que, por otra parte, es lo que ocurre en la culturas verticales, cerradas. A mi, y en lo que puede ser una imagen desafortunada, que me rejuvenece peligrosamente 30 años hasta situarme en mi propia edad, me recuerda a las polémicas franquistas, en las que un tradicionalista y un falangista, unidos por un pasado de combate común y por un futuro común repleto de cohesión y de SEAT-600, polemizaban sobre aspecto mongos y baladíes de la realidad. Esas polémicas existían incluso en la Rumanía de Ceaucescou. Generalmente las practican intelectuales autorizados. En Cuba suele iniciarlas, incluso, Fidel. Gramma, por ejemplo, no habló por escrito de la existencia de prostitución hasta que Fidel aludió el tema. Que las polémicas españolas sólo sean de matices explica el lugar en el mundo de la cultura española, una cultura estrecha, en la que grandes parcelas de la actualidad desaparecen del campo visual. Una cultura en la que uno se siente –y, snif, lo sienten- desautorizado al plantear problemas, por lo que opta por crear problemas de matices, antecedidos por Captatio Benevolentiae por un tubo. Las polémicas de matices, en fin, sólo tienen el objetivo y el resultado de satisfacer a la CT, que a través de ellas se visualiza como un objeto libre, culturalmente rico, capaz de platerse –y de solucionar- problemas. El desinterés por la polémica, que te comentaba mucho más arriba, me viene de ahí. No me aporta nada. A la CT le aporta verse cachas y à la page.

-¿DÓNDE SE DESARROLLA LA CULTURA? ¿Dónde se desarrollan las polémicas? ¿Dónde se desarrollan las problemáticas? ¿En qué medio pueden aparecer polémicas no CT? ¿EN qué medio o lugar puede hablarse, pongamos y para seguir con el ejemplo, del pacto de silencio de la Transi, sin tener 30 años más y sin perder el culo por la Cohesión? A mi no se me ocurre ningún medio. Y el único lugar que se me ocurre es la cabeza del lector. ¿Pero leyendo qué? ¿Dónde?

jueves, diciembre 01, 2005

DUELO EN C.T. KORRAL

La ocasión no puede pasar desapercibida. Se trata de un duelo en toda regla. Y de un duelo de titanes, por lo que a la CT se trata. Me refiero al artículo publicado el pasado martes 29 de noviembre en la tribuna de Opinión de El País por Javier Cercas. Se titulaba "Cómo acabar de una vez por todas con el franquismo", y se presentaba como réplica a un artículo previamente publicado por Javier Pradera en el mismo diario. El artículo de Pradera se titulaba "La huella del régimen" y fue escrito con motivo del 20-N. ¿Motivo del duelo? La pretensión, expresada por Pradera, de que ya está bien de dar la matraca con eso de que hubo, durante la Transición, un "pacto de olvido". Según Pradera, "la afirmación según la cual el supuesto pacto del olvido de la transición habría lastrado pesdamente el funcionamiento de un sistema hipotecado por el cadáver del pasado es pura retórica".
Atención, por el extremo este del callejón aparece Cercas dispuesto a discutir este punto. Ahí tenemos a los dos, caminando a su encuentro: un peso pesado de la CT, como es Pradera, frente a Cercas, uno de sus alevines más conspicuos. Uno y otro se acercan poco a poco, a paso lento, hasta quedar frente a frente, como en un espejo. Es un duelo en el puro estilo de la CT, y conforme a ello, a diferencia de como se estila en el Far West, lo propio, en este caso, es empezar por mamar la pistola del contrincante. La mamada dura en este caso toda una columna del artículo de Cercas, donde va diciendo que si "por vez primera desde que tengo uso de razón me ha parecido ver un atisbo de desacuerdo con un artículo publicado por Javier Pradera"; que, si, "como ustedes comprenderán, uno no puede dejar pasar así como así semejante acontecimiento"; que si su propio artículo es la "esperada señal de que uno ha accedido de verdad a la vida adulta, de forma que lo que sigue es un intento de celebrar el hecho y de tratar de explicar -o mejor dicho, de explicarme- el desacuerdo"; que "de entrada lamento decepcionar a quien espere sangre, porque comulgo casi al cien por cien con lo que se dice en el mencionado artículo", etc., etc.
Concluida la mamada, el joven pistolero saca a su vez su revólver, y resulta que es de caramelo. Ya les vengo diciendo que estamos ante un típico duelo CT. Cercas acepta que eso de un "pacto de olvido" es, ciertamente, exagerado. Tal vez, dice, la palabra olvido no sirva: "tal vez serían más pertinentes la palabra 'aparcar', la palabra 'soslayar', la expresión 'dar de lado'". Y a partir de ahí un largo bla bla bla lleno de comprensivas matizaciones sobre el hecho de que tuviera que ocurrir así necesariamente, en provecho de todos. Olvido, pues, de los que olvidaron. De los aparcadores, de los que soslayaron, de los que dejaron de lado. Un nuevo pacto de olvido de los olvidadores, esta vez entre los que olvidaron por necesidad histórica y los que olvidan ahora por cortesía de la casa e imperativo ético.
En medio queda pendiente la cuestión de la lectura histórica del franquismo. A Pradera le tranquiliza, al parecer, la existencia de una "copiosa hitoriografía sobre la II República y el franquismo publicada dedse la transición" que, según él, "desmiente de forma tajante en el terreno académico la teoría del pacto del olvido". Vaya.
Cercas subraya esto mismo: que ese desmentido actúa sólo en el campo académico, pero denuncia la inexistencia, a más amplia escala, de "un relato consensuado de nuestro pasado inmediato que, como un mínimo común denominador, sin tergiversar la realidad histórica, se aceptado por la mayoría de la sociedad". ¡Caramba! ¿Se han fijado ustedes cuánto se parece esto último a una ponderada descripción de 'Soldados de Salamina'? No hay mejor modo de explicar el éxito de ese libro que señalando eso mismo: su carácter reconciliador, consensuador de un relato aceptable por la mayoría de la sociedad: los fachas, unos locatis exaltados que escribían muy bien; los rojos, unos tipos con chupa de cuero y la mirada irresistible de los perdedores románticos y bondadosos. Todos perdimos. Todos ganamos. Todos somos hijos de todos.
Pradera, uno de los cada vez más mermados sobrevivientes de esa generación que, como él dice, padeció los rigores del franquismo y fue luego la "más comprometida con la política de reconciliación nacional impulsora de la transición a la democracia", insiste en que no hubo "pacto de olvido". Que se consulten los archivos, dice. Pero la academia nada tiene que ver con esto, como él sabe muy bien. Para hablar si hubo o no pacto de olvido, conviene recordar cosas como el veraneo de Felipe González en el Azor, por ejemplo. Cosas como esas, con las que sus compañeros de generación consintieron tan contentos, subidos a ese barco, ya todos amigos y poderosos.
En cuanto a Cercas, él ya ha hecho su trabajo. Ahora todo está pendiente, en su opinión, de la Comisión de la Memoria instituida por Zapatero, en cuyas manos estaría, en efecto, acabar de una vez por todas con el franquismo. ¿Cómo? Pues muy fácil: honrando la memoria de los caídos en el bando republicano, con reparaciones de orden moral, jurídico y económico. Es decir, haciendo lo que él ya hizo: exequias solemnes de cuantos huesos asoman por la tierra. Todos fuimos héroes. He aquí el terreno en el que todos estamos dispuestos a encontrar consenso, claro que sí. Pero ojo: a fuerza de no entrar en quisquillosas cuestiones ideológicas.
A Pradera no le parce probable que la utilización de "los muertos de la Guerra Civil y de los crímenes de la dictadura como metralla dialéctica para los debates partidistas sea una contribución al desarrollo de las libertades y al afianzamiento de la convivencia". Parece claro que no, pero es que esos muertos lo fueron por algo -ideales, principios, reivindicaciones= que parece enterrado con ellos y que son el meollo de la cuestion. No, no se trata de desenterrar a los muertos, ni de empezar la guerra de los huesos. Se trataba de no enterrar las causas por las que murieron. Es en relacion a ellas que se produjo el pacto del olvido que Pradera niega y que Cercas piensa que es posible resolver poniendo coronas de flores en los monumentos a los caidos, preferiblemente al tardecer y con musica de fondo.

Posted by Ignacio Echevarria

martes, noviembre 29, 2005

INTERMEZZO: EL DESENCUENTRO (4)

-HAGA COMO YO Y NO SE META EN POLÍTICA. Hola. Soy un Intermezzo spontsorizado por Martínez. Mi función es ir interrumpiendo la discusión Bértolo –que nos ha dejado-, Echevarría y Martínez. Y dar la hebra con el tema del Estatut. Desde el punto de vista de la ecuación que aquí sigue: Estatut = no-CT = algo menos que anti-CT = algo no consciente de la CT, si bien está ubicado en sus Quimbambas. Ver como le va a un objeto no-CT en la sociedad tiene su cosa didáctica. Las meditaciones de este Intermezzo de hoy darán vueltas al hecho de que el Estatut no tiene quién le escriba. Es decir, que el progresismo español no se ha acercado al Estatut. Lo que puede ofrecer un dibujo CT del progresismo español, el gran hacedor de CT durante los últimos 30 años. La CT, una cultura apolítica, antipolémica, de cohesión social, no sabe como tratar el Estatut. Salvo como un objeto político, polémico y que pone el peligro la cohesión. Tres cosas, por otra parte, ciertas. No se vayan, amiguitos.

-EL CASO DE LA COSA. EL otro día entrevisté al Conseller de Participació Ciudadana, Joan Saura –por cierto, en enero dispondremos de él en el blog, para lo que ustedes quieran-. Trailer: hay problemas de comunicación. Problemas de comunicación: a) “medios de comunicación instalados en la mentira” –ejemplo de mentiras: la propuesta de financiación catalana es unilateral, existe y tiene cifras, la Gene no reconoce el Tribunal Supremo ni el Tribunal Constitucional, el palabro nación equivale al palabro Estado, el catalán será de uso obligatorio en Soria, el castellano será prohibido en Reus, ETA está detrás de todo esto- y b) “el PSOE no combate, ni explica ni contraresta las mentiras” ni “el progresismo español ha tomado la palabra” para analizar dos puntos clave del Estatut. Punto 1) “Catalunya busca una mayor implicación en el Estado”, un Estado, eso sí, más descentralizado, federal. Punto 2) “un partido independentista, que no votó la constitución, está participando en la reforma del Estado desde un marco constitucional”. “No ver esas dos cosas es un caso peligroso de miopía”.

-LA INTERPRETACIÓN. De hecho, si se fijan, últimamente aparecen muchos artículos interpretando el silencio de los intelectuales. Que a un intelectual, esa máquina de interpretarse en público, se le tenga que interpretar, es la pera. Y es, por le mismo precio, algo que explica el carácter endeble del intelectual CT. EL intelectual CT es algo que acompaña a la CT. Y que sirve para abogar por la cohesión, el apoliticismo, y un mundo si más polémicas que las políticamente correctas –un mundo sin niños que lloren, sin chapapote, si señoras maltratadas y consagrado a la diosa Democracia, Divina Providencia que tutela España, su país favorito-. Los intelectuales CB / Cultura Brunete, en ese sentido, están haciendo lo que se espera de ellos. Pura CT. Pura defensa de la Consti como valor y del nacionalismo español como no-nacionalismo, y pura exposición del Estatut como objeto extraño incompatible con todo lo anterior. Los intelectuales CB lo están haciendo bien. Están haciendo lo que los intelectuales CT vienen haciendo desde referéndum de la OTAN, momento histórico en el que, tal vez, se inventó el invento. Están haciendo lo que un intelectual CT ha venido haciendo hasta el 11-M, inclusive. Estar al servicio del Estado. ¿Qué les pasa a los intelectuales progresistas CT? No sé. Supongo que por estética no pueden ubicarse en el mismo nicho ecológico que los pollos CB. Nicho ecológico –la defensa del Estado y del pack apoliticismo-cohesión-aproblematismo- en el que, por otra parte, están ubicados. EL intelectual progresita no opina sobre el Estatut porque a) ya opinan por él los chicos CB, b) no tiene nada más que decir, c) le aterra mirarse en el espejo de la opinión y ver un pollo CB.

-OTRA INTEPRETACIÓN. Por otra parte, un intelectual por aquí abajo no puede vivir de su obra. Necesita otros complementos. Esos complementos son los que ofrece la CT. Y son los que deniega la CT, en forma de castigo, si eres un chico malo. La CB, que por primera vez dispone de grupos de comunicación cachas, de medios de comunicación públicos allá donde gobierna, posee un sistema de premios efectivo, que se traduce en posicionamientos efectivos y unitarios de sus intelectuales ante el Estatut, la LOE o cualquier cosa. El PSOE, a su vez, tal y como está el patio informativo, y con el recuerdo latente de corrupción a secas y de corrupción intelectual pasado –ningún chico CT vio a los GAL, por ejemplo-, no tiene un sistema de recompensas resultón. Es por eso que los intelectuales no recompensados sensibles de ser recompensados, no hacen nada. Igual están de huelga por un convenio justo como los de CB & Sucesores.

-OTRA INTERPRETACIÓN. Un hecho llamativo de la CT es su nacionalismo. La CT, OK, es una formulación de la industrialización de la cultura y bla-bla-bla. Pero también es la solución concreta de estabilidad a un país concreto que accede a la estabilidad, sin juicios ni catarsis, tras una guerra civil y chorrocientos años de fascismo y limpieza étnica –los malos españoles fueron limpiados, zas, así como suena-. Que aporta, lo dicho cohesión. Quién está en la CT recibe premio. Quién no está en la CT es el enemigo de todos. Que cohesiona, por otra parte, a todos. La CT se parece mucho al nacionalismo. Tanto que nadie lo dice. Ahora mismo es difícil criticar al Estatut –un objeto aún no nacionalista, un objeto que nace como respuesta y como defensa no identitaria ante nacionalismo español de las dos últimas legislaturas-, sin ser emisor de nacionalismo CT. En un país en el que nadie es nacionalista, en el que los nacionalsitas son los otros, es lógico que sea difícil el paso del nacionalismo implícito al explícito. De hecho, las pocas críticas progresistas al Estatut, son ejercicios de ingeniería, en los que el emisor CT intenta el imposible de no ser nacionalista. El intelectual progresista CT, que tan poco ha hablado ante el Estatut, en ocasiones ha revindicado frente a él el no-nacinalismo, esa palabra que nació para maquillar el nacionalismo español extremo en Euskadi. En el trance de opinar sobre el Estatut desde esa tesitura se ha declarado ciudadano del mundo e internacionalista. Palabras chachis, que en España sólo se utilizan para aludir al problema vasco o catalán. Jamás para aludir al nacionalismo español, uno de los más bestias en la plaza. Y el que más políticas modula. Empezando por la idea misma de CT. Las discusiones no acaecidas ante el Estatut por parte del progresismo CT son una ocasión perdida de dibujar un no-nacionalismo efectivo, algo que por aquí abajo se necesita como el agua. Las discusiones no han existido, por que el no-nacionalismo -el que no existe-, no es CT. Lo CT es puro nacionalismo. EL no-nacionalismo -en el Estatut hay elementos que meditan sobre el concepto- es anti-CT.

-Y OTRA. Hasta diciembre, y en lo que es una rancia tradición parlamentaria española, el Estatut se están negociando en secreto y lejos de cualquier parlamento. Es posible pensar que ese proceso secreto y discreto es, también, un proceso de domesticación de esa cosa pública, hecha con luz y taquígrafos denominada Estatut. En febrero se iniciarán las discusiones parlamentarias. De un objeto asumido, tal vez más CT que no-CT, como lo es ahora. Quizás en ese momento será cuando el intelectual progresista CT opine sobre el Estatut, pieza de cohesión, apolítica, no problemática. Y se parta la cara por él. Ni idea. Hasta mañana.

viernes, noviembre 25, 2005

TAMBORES DE PAPEL

Hola, disculpas a todo el mundo y, especialmente, a mamá, que ayer me invitó a comer y no fui. La explicación es la explotación de uno mismo por uno mismo –o de uno mismo por los bisontes, que no lo sé-. El caso es que ha sido una bonita semana para irse a la mierda, que he trabajado más horas que un rolex y que ahora mismo me estoy quedando ceporroZzzzzz. Bueno al tajo. Tajo = Constantino.
a-Dices que te vas despidiendo. Supongo que la traducción de ese galleguismo es que coges y te vas. Te agradezco, en todo caso, tu presencia. A continuación dejas unos puntos abiertos que, seguidamente cerraré o abriré más para ir tirando hacia adelante. Alehop:
1-“CT= entretenimiento”. Yo supongo que CT= ideología. Una sola ideología, por otra parte. Tu ecuación da pie a pensar que Anti-CT = aburrimiento, coñazo, plomo. Y elimina el libre albedrío en el consumidor de cultura. Que tiene derecho a elegir sus lecturas y sus recepciones. Incluso tiene derecho a ser tonto del bote. Siempre que tenga derecho a lo contrario. La Ct no da ese derecho. La literatura, por otra parte, debe explicar LA verdad. Horacio decía que LA verdad aburrida no era literatura. AL carecer, digo yo, de lectores. Amplía el adjetivo aburrido y, supongo, estaremos de acuerdo.
2-Izquierda. OK. El objetivo de la izquierda es la socialización de los medios de etc. Como el objetivo del Barça es la Copa de Europa. O como el objetivo de Miss Venezuela es Miss Universo. Pero tu definición de mínimos le impide al Barça jugar la Liga, a una miss venezolana ser Miss América, y a la izquierda participar de la realidad cotidiana. Que es lo que, en su extremo izquierdo, ha hecho desde los 70’s. Tu programa de izquierda queda bien, pero se parece al programa de una Miss Venezolana cuando adquiere el título –“pienso ayudar con mi reinado a que los niños del mundo no lloren”-. Los mensajes izquierdistas de miss que rechazan la basura de lo cotidiano, en la CT han culminado con una izquierda sentimental, en la que la izquierda sólo es una propuesta chachi de miss. Loable, pero irreal. Por otra parte, ha impedido a la izquierda española criticar, o incluso percibir, la mierda en los países cuyos medios de producción etc. La izquierda española a la que aludimos –a la izquierda del PSOE, vamos- ha pasado en 30 años de ser un tigre de papel, a tener el papel de bueno entrañable en las novelas CT. Ojo.
3-Sujeto Revolucionario. Recuerda que, como en gramática, el sujeto en ocasiones es lo contrario a (lo) predicado. Por otra parte, insisto. Tengo dificultades para ver el sujeto histórico actual. En el mundo, verbigracia, hay personas –incluso continentes enteros- que ni siquiera pueden vender su trabajo. El Presidente de tu grupo editorial, por otra parte y en otro ejemplo, es un asalariado. Quedan muy pocos no-asalariados en el (primer) mundo. En mi trabajo, por ejemplo y en lo que es una autobiografía condensada, sólo me dan por el culo los asalariados.
4-“Ideología de la CT = ideología de la democracia”. Yo, aquí, agregaría el palabro “española”. La CT, si bien bebe de una dinámica intenacional, es una respuesta genuinamente española -como el gasójeno- a una problemática española. Una problemática, por otra parte política. La CT es la apuesta, frente a otros modelos de democracia, por un sólo tipo de democracia que, además, va y se le llama Democracia con mayúsculas. Otras democracias tienen otros contactos con la realidad. Y sus izquierdas, incluso, otros discursos más atractivos y unas culturas más subversivas. La ideología de la CT es el apoliticismo, el inmovilismo y la cohesión social –dos objetos cargados de ideología, de política-. Otras democracias poseen culturas con herramientas que les permiten mirarse el ombligo y, además, otras partes del cuerpo. Incluso otros cuerpos.
5-Violencia. Utilizas una frase críptica / gallega, que no sé lo que significa. Por lo que es posible pensar que no significa nada. Te agradezco, en todo caso, haber hablado en este blog de la violencia sin utilizar el ceremonial CT para aludir a ese palabro.
7y8-“Anti-CT = Revolución”. Y eso = maximalismo. Los maximalismos –“te quiero más que a mi vida”, “o tú o nada”, “no negociaré el Estatut”-, no significan nada salvo para los que entienden lo que significa en realidad. En realidad, por cierto, acostumbran a significar lo contrario. Supongo que la opción más abierta de propuesta sigue siendo Anti-CT= Problemática.
9-Blogs = autoconsultorio + tam-tam. Ni idea. Si el autoconsultorio es bueno –EL hombre sin atributos es un buen autocnonsultorio, por ejemplo- y el tam-tam está templado, estás definiendo un objeto cultural cachas. No te voy a defender los blogs. Intento defenderme el mío a mi mismo varias veces al día.
10-“Literatura CT = simulacro.” OK. Es más, todo lo CT –política, información, arte- es simulacro. Tanto que ya da como risa.

Ejemplos:
a-No importa que el gato sea blanco o negro, lo importante es que los ratones no se lo zampen.
b-“Tu posicionamiento es individualista e inútil para acabar con el odioso servicio militar” -un señor muy de izquierdas me dijo eso cuando me declaré insumiso y me expuse a una condena de dos años a cuatro años-
c-“Habéis acabado con el servicio militar y ahora un chico pobre no tiene oportunidad de socializarse”-el mismo pollo, varios años después-.

Si bien la izquierda real me asusta mucho, me asusta mucho también la izquierda irreal. En ocasiones dicen lo mismo. Nada. La izquierda, como lo Anti-CT, deben de ser razonablemente o/y ferozmente problemáticas. Una miss, para ser problemática no debe hablar de niños llorando. Debe hablar de la noche que pasó con el presidente del jurado. O que la mujer más bella del mundo -la conozco; la veo cada mañana en una cafetería- tiene paralísis cerebral y cada paso que da te duele hasta a tí.

Bueno. Lo dicho. Te agradezco sinceramente, Constantino, tu presencia y tus aportaciones. Y te agradezco que no te hayas limitado a calidicar la CT con los palabros "alienación", "estructra" y "superestructura", con los que se puede dar carpetazo al asunto si uno cree behementemente en el significado de esos palabros. Echevarría, si estás entre nosotros, manifiéstate.

lunes, noviembre 21, 2005

TAMBORES LEJANOS

Me voy despidiendo aunque permaneceré en el gallinero. Intento resumir algunos puntos abiertos:
1- CT = entretenimiento. Entretener: Distraer a alguien impidiéndole hacer algo.
2- Izquierda: programa mínimo: acabar con la propiedad privada de los medios de producción, pero para ir abriendo boca no estaría mal exigir a los socialdemócratas que gobiernan que las declaraciones a Hacienda vuelvan a ser públicas.
3- Sujeto revolucionario: todo aquel que vende su fuerza de trabajo en el mercado (por tanto incluye autónomos e intelectuales). Parece que muchos siguen teniendo una visión costumbrista del sujeto revolucionario: si no le ven las alpargatas y la boina creen que ya no existe.
4- Ideología de la CT (aunque verdaderamente la CT es la ideología de la democracia): repartir la tarta entre los invitados (Se ruega confirmación. Imprescindible Invitación)
5- Violencia: si no vendes no existes.
6- La Libertad fase superior del Capitalismo: la explotación de uno por uno mismo.
7- Posibilidad de una no-CT: mientras no se organice y construya un espacio de revolución cualitativamente significativo, ninguna.
8- Posibilidad cultura anti-CT: construir revolución.
9- Blogs: les veo dos posibilidades.
Una: autoconsultorios sentimentales.
Dos: Tan-tan.
Pero la que más veo es la primera. Los tambores apenas se oyen.
10- Literatura CT: si en el acto literario la responsabilidad no tiene lugar y el único pacto entre escritor y lector es el precio, no hay literatura sino industria del ocio y entretenimiento en plan simulacro literario.


Y ahora tres Eixemplos:

a) ¡Comunista el último! Santiago Carrillo 1976.
b) No importa que el gato sea blanco o negro: lo importante es que cace ratones. Ratones del mundo, ¡engordad! Felipe Gónzalez 1983.
c) He visto a los mejores cerebros de mi generación arrastrándose de noche por las calles en busca de una colaboración en la sección de deportes de El País (Edición Nacional o Autonómicas) Allen Ginsberg 2005.


Salud


Fdo: Constantino Bértolo

domingo, noviembre 20, 2005

UNA CULTURA DE ESTADO

Hacía días que el profesor Echevarría no se caía por clase. Como siempre que regresa de una ausencia prolongada, pone cara de circunstancias. Hoy al menos se ahorra el chistecito con que, en estas ocasiones, suele dar comienzo a sus clases, aquello de "Como decíamos ayer"... En lugar de eso, empieza a pasar lista:
-Anonymous...
-¡Presente!
-Anonymous...
-¡Presente!
-Anonymous...
-No ha venido.
-Anonymous...
-¡Presente!
Cuando llega a Bértolo se interrumpe y dice:
-Así que tenemos en clase a un pequeño Lenin...
-No, señor. En todo caso, a un pequeño Stalin.
La clase estalla en risas y cuchufletas.
-Y encima, contestón y graciosillo. Muy bien, Bértolo, así me gusta, ya tendremos ocasión de hablar usted y yo.
Y el profesor Echevarría sigue pasando lista.
Cuando llega a Martínez, se interrumpe de nuevo y dice esta vez:
-¿Recuerda usted, Martínez, lo que nos dijo un día sobre la CT como cultura de Estado?
-Sí, señor. Decía que la CT...
-Bien, bien, Martínez, no siga, muchas gracias. Sólo quería retomar ese concepto para decir hoy alguna cosa que le concierne a usted muy especialmente...
Y ahora el profesor Echevarría, dejando la lista a un lado, se quita las gafas con gesto solemne, como suele, aspira profundamente -signo inequívoco de que se dispone a soltar una perorata- y empieza:
-Permítanme que retroceda hoy unos pasos para situar el interesante debate de días pasados en una perspectiva clarificadora. Veamos. Nos decía Martínez días atrás (y lo soltaba como si cualquier cosa) que la CT es una cultura de Estado. Considero imprescindible, llegados aquí, ahondar en este punto, determinante de una de las cuestiones que asedian (y cuestionan) constantemente la reflexión emprendida. Me refiero a eso de hasta qué punto la CT, como ha conseguido Martínez que la llamemos todos, es un fenómenos específico de la actual cultura española o el simple afincamiento, en el marco de la cultura española, de la más global cultura de masas. Mucho me temo que en los argumentos que unos y otros sacan a colación se desliza a menudo la ambigüedad a la que nos arroja el insuficiente deslinadamiento de estos dos conceptos, por otro lado indudablemente conectados. Es para contribuir a este deslindamiento que propongo reparar en eso de la cultura de Estado, ya que es en este punto en el que la CT revela su más genuina especificidad. Para mí tengo que, pese a las muchas veces que se lleva dicho, no se ha tomado suficiente nota de un hecho que me parece esencial: la CT surge al amparo de un proyecto de Estado que se traza como objetivo primordial la superación de los conflictos latentes desde la Guerra Civil con vistas al asentamiento y la consolidación, en suelo español, de un régimen democrático (y deigo régimen con toda la intención). Este proyecto tiene el concurso de la gran mayoría de las fuerzas políticas operantes en España a la muerte de Franco y, lo que es determinante para el tema que nos ocupa, tiene también el concurso de la mayor parte de la clase intelectual, que por primera vez en más de siglo y medio deja a un lado su actitud por lo general crítica y rezongona para enrolarse con entusiasmo a la tarea, dice, de modernizar el país y reverdecer su erial cultural. Así ocurre, sobre todo, a partir de la victoria en las elecciones del PSOE, en 1982, momento en el que esta nueva alianza entra los intelectuales y el poder político dibuja la mayor parte de los rasgos de lo que aquí entendemos por CT, conforme a una dinámica que, como ya he tenido ocasión de recordar múltiples veces, fue denunciada precozmente por Rafael Sánchez Ferlosio en un artículo de 1984 titulado, vaya por dónde, "La cultura, ese invento del Gobierno". Desde entonces hasta aquí, muy poco es lo que ha ocurrido de nuevo en este campo, a pesar de los años del PP y de los escarceos nacionalistas. La razón es que, de entonces hasta aquí, el invento del Gobierno ha funcionado perfectamente, para la izquierda tanto como para la derecha. Y ello a pesar de que la CT es, propiamente, un invento del gobierno socialista. En este punto, a la derecha no le importa de quién sea la patente. La CT es un invento demasiado útil para que esta cuestión sea relevante. Por otro lado, fue la izquierda la que, en esto como en todo, hizo las concesiones. Ni siquiera tuvo que hacerlas: sencillamente, se vació de su contenido para llenarse otro nuevo. Con lo que llego, un poco abruptamente, a la cuestión que más me importa tratar. Me refiero a la usurpación de los contenidos propios de la izquierda, contenidos de sesgo ideológico, por lo que en sí mismo no debía ser un contenido, sino un simple recipiente. Hablo ahora de la democracia. Lo característico de la Transición española es que en ella la democracia asumió las funciones de una ideología. Y que esa nueva ideología no desplazó el discurso de la derecha, sino el de la izquierda. El único contenido de la izquierda española, hoy como hace veinte años, es la democracia, con toda su estela léxica: diálogo, consenso, diversidad, talante, simpatía... O dicho de otro modo: la democracia -y con ello se describe la Transición- se ha convertido en la ideología de la izquierda española. La traducción de este fenómeno aberrante al campo de la cultura constituye y explica la CT. De lo que se desprende que la CT es un efecto colateral de lo que nuestro admirado ideólogo, Juan Luis Cebrián, bautizó en su día, con mucho tino, como 'fundamentalismo democrático'. La no beligerancia, la no problematicidad de la CT, querido Martínez, es reflejo y secuela de su servidumbre democrática. Por donde la importancia de revisar el concepto mismo de democracia en el campo cultural. La importancia -y la gravedad- de criticar la fraseología democrática como primera condición para terminar -si tal cosa cupiera- con la CT, que se nutre de ella. Sólo a partir de aquí podremos adquirir el instrumento esencial para toda crítica: el lenguaje adecuado para ejercerla. Un lenguaje en el que, por ejemplo, habrá que llenar de nuevo contenido, de nueva problematicidad, uno de los términos más demonizados por nustra cultura de Estado -y esto va por usted, Bértolo-: la violencia. Pero ya está bien por hoy. Vayan ustedes pensando en lo que les he dicho y, por favor, los de las últimas filas, dejen de una vez de armar jaleo. Los hay que parecen tontos del culo: les pones una mascarita de Anonymous y se piensan que son el Zorro.

Posted by Ignacio Echevarría.
@ EL BLOG DE GUILLEM MARTÍNEZ. Derechos internacionales reservados.

sábado, noviembre 19, 2005

VERY LITTLE BIG HORN

Hola a todos. Y al tajo:
-Sobre la marmita: en efecto, el porrazo fue notorio. Consistió en ver como una herramienta que debía leer la realidad no leía la realidad –o sí, la leía; y poco más-y se quedaba en la cuneta mientras la realidad nos daba para el pelo. Cuando era peque los mayores eran así. Eran mayores pre-Blade-Runner, ese pollo que improvisa un dibujo de la realidad a tiempo real. Y con cierto arte. Arte: el blade runner de la peli, al final, no mata a la chica. Que es de lo que se trata.Y que es lo que tu haces, Bértolo, cuando, a tu despacho CT gestionado por un blade-runner, acuden las chicas del colectivo Todoazen, por ejemplo.
-Sobre el hecho de que lo anti-CT es izquierda. Sí. Es -¿es? ¿existe?- izquierda. Es decir, cultura de la izquierda. Lo cual es algo amplio, de una amplitud que ignoraban los mayores de la marmita. Va desde los usuarios de la marmita hasta los usuarios de Blade Runner. Por decir algo. No obstante, supongo que el palabro mágico de lo anti-CT no es Revolución. Es el palabro Problemática. Lo anti-CT, y eso ya sería la pera, consiste en devolver a la cultura su capacidad problemática, su dibujo de otras realidades y su capacidad de cuestionar la realidad. Vamos, se trata de recuperar el mal rollo. En ese trance, algunos de los chicos anti-CT podemos optar por practicar algo parecido a la hegemonía de Antoñito Gramsci. No creo que esa sea, empero, la única vía hacia lo anti-CT.
-Sobre el hecho de que la CT es entretenimiento. Ignoro lo que es o no entretenimiento. Para unos es pescar salmones, esa cosa que para otros es un oficio cabrón. ¿Lo anti-CT puede entretener? ¿Puede ser ocio? Ni idea. Lo anti-CT es una emisión, no necesariamente la totalidad de sus recepciones. Lo anti-CT consiste, también y posiblemente, en darle un tute a las recepciones y hacerlas libres. La CT, por lo contrario, es una única recepción posible. Me inclino por pensar que lo CT queda mejor formulado si en vez de denominarlo Cultura del Entretenimiento, lo denominamos Cultura de lo no-problemático. Lo CT, emitido como ocio o como arte-y-ensayo-que-tira-de-espaldas es una misma opción cultural: lo no problemático, la cultura como valor, lo bonito.
-Sobre el hecho de que la CT se destroza sola. La CT hace años que está destrozada. Durante los fastos del 11-M lo confirmó por todo lo alto. No emitió durante tres días, no explicó la realidad, con un par, al sobrepasar la realidad tres pueblos los límites –no problemáticos- de la CT. La actual cultura española es una herramienta que sólo sirve para crear ocio y para crear apoliticismo. El apoliticismo es una gran ideología. “Hay apolíticos de derechas y apolíticos de izquierdas”, decía Gramsci, aquel señor que aporreó la marmita. La CT sólo satisface a los apolíticos de derechas y de extrema derecha. Crea un canon de lo políticamente normal y lo políticamente aberrante. Quién me haya seguido hasta aquí es, por ejemplo, un pollo políticamente aberrante y anormal para la CT. A mi me cae muy bien el Estatut, Constantino, porque es aberrante para la CT.
-Sobre las señales de humo. En mi trabajo, desde hará un par de años, sólo escucho quejidos, que no análisis, ante la falta de juego de nuestra cultura. Os explico la cosa: los políticos de izquierda –no me atrevería a calificarlos como anti-CT- empiezan a ser críticos, en petit comitè y tras la segunda copa, con la forma de dibujar la realidad por parte de los medios, forma en la que, a menudo, no aparece la realidad. Escritores jóvenes –no me atrevería a calificarlos a todos como anti-CT-, empiezan a quejarse cada vez de forma más abierta –aunque con precauciones y con terror a ser los primeros- sobre los límites de la cultura española, contra los que chocan de narices en pocos movimientos. La CT está destrozada. Lo cual no significa nada. Nuestro país puede vivir años y años –los ha vivido ya- sin una cultura operativa, con una cultura que sólo es un valor. Lo llamativo son los dibujos de los últimos años –o meses-, en los que incluso sectores culturales CT evidencian el poco margen de maniobra de la cultura española. Una cultura oficial, como la CT, puede sobrevivir en completa degeneración. Pero no puede vivir sin prestigio y con pitorreo. Los quejíos a los que aludo son una evidencia de falta de respeto hacia la CT. Os tiro aquí un ejemplo. Se trata de una descripción de la CT con mucho juego de piernas, bella y certera, emitido por la cultura de masas, posiblemente por la cultura como entretenimiento. En verdad os digo, oh Ignacio, oh Constantino, que es una de las mejores descripciones de la CT a la que he tenido acceso. Ahí va:


Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el que escribe las canciones de la radio
El que te sirve las copas, el que te vende el diario
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el que te coge los bajos del pantalón
Era el cura que te dio la primera comunión
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el que escribe todos esos libros
Es el critico literario más leido
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el genio visionario que se inventó el Colacao
Es el dueño de Forlasa y es Secretario de Estado
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el que que pone anchoas dentro de las aceitunas
Es amante de la infanfa y lo es de más de una
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Traduce los artículos de “Le Monde Diplomatique”
Es el que hace los masajes en “Masajes a Mil”
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Se inventa los debates que hacen en Antena 3,
Es cajero del Ikea, y es teniente coronel.
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el que redacta y responde las encuestas
Es el gilipollas que reparte las becas
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el que programa el Teatro Real
Es la maxima autoridad en derecho penal
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el que ha pintado en todas las esquinas
“otro mundo es posible” y “menos policía”
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre que lo hace todo en España
Es el hombre que da todas las propinas
Es un verdadero artista, os voy a dar una pista...
...os voy a dar una pista
Hay un hombre en España que lo hace todo
hay un hombre… en España
-Astrud-

Humm. La CT es un solo hombre. Cuando no hay tensión problemática, una cultura es un solo hombre. Muy bueno.

jueves, noviembre 17, 2005

SEÑALES DE HUMO

Creo que el maestro Echevarría ha marcado una buena senda para tratar de discutir y no sólo de intercambiar opiniones. En realidad casi la ha cerrado con su clarividente caracterización de la CT pero podemos intentar seguir avanzando ( o retrocediendo, que lo importante es saber a donde se quiere llegar). Pero antes me gustaría aclarar algunas cuestiones que Guillem y Anonimus planteaban.
1º - Lucha armada: recientemente el cubano Armando Hart – participe en la Revolución Cubana que llegó al poder a través de la lucha armada - señalaba con enorme agudeza que la violencia era para un marxista”la partera y no la madre” de la Historia. Es decir la lucha armada tiene su momento y su circunstancia pero nunca puede sustituir, ni crear ni arrogarse el papel que en una revolución cumplen las condiciones objetivas y la revolución organizada. Más claro: puede ser el forceps necesario pero no es el elemento generador. Dicho esto, Guillem, una colleja: yo no he escrito que la lucha armada creara cultura. Lo que si digo es que en las culturas en las que la lucha armada tuvo cierto grado significativo de existencia (no es el caso del GRAPO) se planteó una cultura no-entretenimiento, no CT y ello, creo, en razón a que su propia presencia generaba un sentido de la responsabilidad que impregnaba a la acción cultural. Cuando esas circunstancia variaron el entretenimiento y el sentimiento entraron a saco, para dar nombres: Manuel Rivas o Suso de Toro y la estética “gallegueira” que acompaña a su éxito han desalojado la posibilidad de una cultura gallega anti-CT que encarnaba alguien como Méndez Ferrín o Manuel María y algo semejante ocurrió en Cataluña aunque a mi me cueste poner nombres en ese mapa pero aclaro que la defensa al derecho de autodeterminación al que me sumo en nada es lo mismo que la presentación de un Estatuto elaborado por la burguesía y sinceramente esa discusión intraburguesa e intranacionalista por la gestión de las plusvalías me aburre un poco aunque como “ciudadano” inserto en el sistema me interese y no deje de parecerme bien que haya dado ocasión para ver como se pelean (espero que en medio de la pelea el ciudadano Bértolo no reciba demasiadas bofetadas porque se pelean entre ellos pero las tortas siempre las recibimos los mismos). En el País Vasco la inclinación del Movimiento Revolucionario hacia el nacionalismo (aunque algunas de las fuerzas abertzales al menos en la teoría no hayan renunciado a la transformación revolucionaria) ha distorsionado (véase la ausencia de lucha de clases en la última literatura de Atxaga o léase el postmodernismo cursi de Unai Elorriaga) aquella cultura anti-CT donde Forest y Alfonso Sastre encontraron acogida. Pero aún así su persistencia ha funcionado como síntoma de una resistencia a la banalización (las novelas de Aingeru Epaltza o Pablo Sastre siguen siendo novelas que nacen de la necesidad de narrar “responsablemente” lo personal y lo colectivo) en un grado inexistente en el resto del Estado.

2º- Propiedad privada de los medios de producción: Su desaparición es la piedra de toque para decir quien está o quien no está por hacer revolución, y otra colleja Guillem: cuando te caíste en la marmita marxista debiste de darte un golpe contra el fondo vacío porque sino no se entiende que al igual que el anonymus que por tener ordenador se cree que ya es el dueño de Google tu también confundas un bien de consumo – el libro electrónico- con un bien de producción. No digo marmita que ahogue pero una cucharadita de marxismo reconstituyente dos veces al día a nadie le vendría mal (aunque sea a granel).

Pero vayamos a Ignacio:
De acuerdo en casi todo: la anti-CT o es de izquierda o no es y ya he dicho donde está en mi opinión “la delgada línea roja”. En la cultura anti-CT tanto puede entrar el destrozar lo CT como construir (organizar) revolución. Dos matizaciones: la CT se está destrozando sola: cuando Ruiz Zafón es sentado en la misma jerarquía que Vila-Matas, Marías o Muñoz Molina (el rey de la “profundidad horizontal”) la cosa va bien: ellos sólitos se denuncian aunque la aristocracia cultural se lleve las manos a la cabeza quejándose de un premio Planeta que ellos mismos contribuyeron a legitimar (Benet, Marsé, Montalbán, Semprúm, Muñoz Molina). Se está destrozando sola pero efectivamente un empujoncito sigue siendo anti-CT. Pero de lo que se trataría es de ir algo más allá de ese empujoncito, se trataría de intentar ir hacia delante y eso ya es más complicado, exige como dije, organizarse pero ahí me quedo: yo sólo no llego a más y entiendo que ni este blog, ni un libro ni una conferencia anti-CT dejen de ser apenas nada si no hay un lugar organizado a donde vayan a parar y desde donde cobren fuerza y sentido.
Gracias Ignacio por los encomios al libro del Colectivo Todoazen pero (y contesto a Guillem en parte) mi trabajo como editor es un trabajo dentro de la CT y no podría ser de otra forma. El capital siempre es CT aunque no sea tonto. La tarea que estratégicamente el grupo para el que trabajo ha marcado para Caballo de Troya es la de explorar el campo literario emergente y esos son mis límites: esa frontera entre el salir y el entrar que no deja de ser un lugar de privilegio. Si el libro llegase a funcionar señalaría una tendencia y pronto, en las circunstancias actuales en las que no existe un espacio de revolución capaz de otorgar significados propios, sería ocupada y explotada por el Séptimo de Caballería. Mucho me temo que sin ese espacio sólo somos pieles rojas haciendo señales de humo. Personalmente hace tiempo que dejé de justificarme con aquello tan cristiano del “granito de arena”. Como final un momento de optimismo en plan realismo social (para seguir alimentando la autogratificación de los irónicos): en la pelis del Oeste las señales de humo eran claro presagio de que la batalla iba a empezar pronto.

Firmado: Constantino Bértolo

miércoles, noviembre 16, 2005

EL AÑO QUE TAMPOCO HICIMOS LA REVOLUCION

Hola, Martínez. Hola, Bértolo, tú por aquí. ¿Y Pep, por cierto? ¿Dónde coño se mete Pep? En fin, esto va camino de parecerse al camarote de los Marx. Bienvenidos sean todos. Les habla Echevarría.

Se pregunta Martínez que cómo se hace un ménage à trois. Verás, bonito, tú ponte así. Así, eso es... Mmmhh... Y ahora di lo que quieras.

Bértolo, ¿y qué hago yo ahora con la presentación tan cojonuda que venía preparando? Y encima vas y, de buenas a primeras, te me declaras materialista dialéctico, espantándonos a los pocos Anonimous Sayd que se asoman por estos pagos. Hay que joderse, contigo.

Está bien, hablaré entonces del libro que Bértolo está por sacar uno de estos días en Caballo de Troya, la editorial que él mismo dirige. El libro se titula así: 'El año que tampoco hicimos la revolución', y se presenta firmado por el Colectivo Todoazén. Se postula como novela, y lo es en buena medida, por las razones que se dan en el prólogo. Pero más exactamente el libro consiste en un collage de noticias recortadas de la prensa diaria, entre mayo de 2004 y mayo de 2005, ordenadas por meses y tendentes a ilustrar, con impasible objetividad, las ruedas de molino con que cada mañana nos desayunamos. Se trata sobre todo de noticias económicas, relativas a los beneficios obtenidos por las mismas empresas que, simultáneamente, se ven obligadas a despedir a su personal, congelar salarios y reducir costes a cualquier precio. Todo ello condimentado con la salsa de la corrupción más flagrante y la violencia que, aquí y allá, no deja de estallar sobre la cabeza de los más desprevenidos, generalmente las esposas de los interfectos, en lo que bien puede ser entendido como efectos colaterales de la mansedumbre y de la resignación generalizadas.

Repito que se trata de un collage, lo cual significa que los recortes de prensa no han sido intervenidos ni manipulados, únicamente ‘montados’; tendenciosamente, eso sí, pero también escrupulosamente, sin distorsión ni engaño. El resultado es una lectura que empieza siendo divertida y termina siendo apabullante. Un auténtico memorial de agravios cometidos con absoluta impunidad delante de nuestras propias narices, a costa de nuestra dignidad y de nuestro sentido de la decencia, y frente a los cuales nadie parece dispuesto a reaccionar, como no sea enzarzándose en la enésima discusión en torno al Estatut o en torno al último partido de la liga.

‘El año que tampoco hicimos la revolución’ me parece a mí un perfecto modelo de activismo anti-CT. Aprovechando la plataforma que le brinda su puesto dentro de un gran grupo editorial (Random House-Mondadori), héte aquí que Bértolo cuela un paquete bomba, un libro arrojadizo, destinado a movilizar la conciencia de quienes lo lean. Nombres propios, cifras concretas. Y una elevada dosis de mala leche. Humor, tal vez, pero gris oscuro. Y simpatía cero. Beligerancia en estado puro, sin idealismo pero sin concesiones. Y beligerancia sobre el propio terreno. Caballo de Troya he dicho que se llama la editorial que Bértolo. Para entrar o salir —dice el propio lema de la casa— de la ciudad sitiada. Con lo cual me adelanto a responder una de las preguntas que Martínez hacía a Bértolo, la de si es posible, desde su puesto de trabajo en una gran multinacional, emitir anti-CT. Sí, es posible.

Y ahora voy al grano que me pica. Sugiere Martínez que la CT es una opción ideológica. Propongo que nos esforcemos en calificar esa opción ideológica. Sugiero que lo hagamos tachándola abiertamente de conservadora. Me da igual que sus principales artífices, protagonistas y usufructuarios se proclamen de izquierdas. La CT es el jardín plantado por la izquierda española en el terreno donde debía estar su campo de batalla. Es la fraseología de su impostura. En cuanto a la anti-CT, será, a su vez, una opción ideológica, practicable únicamente desde la izquierda, y cuyo primer objetivo ha de consistir en hacer destrozos en el jardín de la CT a efectos de recuperar el campo de batalla en el que ella ha prosperado. La anti-CT, pues, será de izquierdas o no será. Aquí no valen bromas. De hecho, el concepto de izquierda, entendida ésta en su sentido cabal, es el fiel que determina el paso de la no-CT a la anti-CT. Es el que determina neta y positivamente la noción de beligerancia, más allá del esnobismo o del simple espíritu de contradicción. ¿A vosotros qué os parece?

Quiero entender que es en esta dirección en la que apunta Bértolo cuando, después de preguntarse si se puede enfrentar hoy una cultura al entretenimiento se responde categórico: “Sí, haciendo revolución”. Conforme. Y yo lo sigo cuando añade: “Y hacer revolución hoy es organizarse, romper con la CT, porque eso es lo que caracteriza a la CT: el miedo que nos da dejar de ser el ombliguito que somos”. Otra cosa es que yo tenga criterios mucho más amplios que los de Bértolo a la hora de determinar cómo se rompe con la CT. Hablar como lo hacemos en este blog es una forma —humilde, casera— de hacerlo. Lo es también publicar un libro como ‘El año que tampoco hicimos la revolución’. O colar, en una rutinaria convocatoria CT, una conferencia como la de Gopegui en Barcelona o la de Martínez, el otro día, en el acto de Lateral. En eso estamos.

Deberes del día: politizar el concepto de CT. Politizar el concepto de anti-CT. Responder a la pregunta de si lo que llamamos CT no entraña el secuestro de lo político en la vida cultural, que se convierte de este modo en encubridora de las relaciones de fuerza que ordenan nuestra sociedad.

Enseguida respondo


posted by Ignacio Echevarría.
© EL BLOG DE GUILLEM MARTÍNEZ. Derechos internacionales reservados

lunes, noviembre 14, 2005

BERTOLING

Bértolo: Mis velicomes. Y mis puntualizaciones, que te chorreo a toda leche en beneficio de un hipotético lector. Antes, una meditación: ignoro qué genero es todo esto –esto=3 pollos dibujando un objeto, en este caso la CT-. Algo me dice que es una suerte de Diálogo de las Cosas Acaecidas en Roma. Pero sin autor/cierre centralizado. Te ruego que te/nos ayudes a crear la cosa. Ignacio, danos un tute estructural.Bueno. Al tajo.

a-En efecto, un Blog es un territorio inestable.

b-La cultura de la beligerancia es o puede ser una Cultura del Sentir antes que del Hacer, tal y como -guau- señalas. Ejemplos: a) los cantautores –es decir, los intelectuales CT de la izquierda, siempre dispuestos a hacernos sentir cosas bellas ante el chapapote o la guerra-, b) la Cultura Brunete. Que no es una intelectualización de la derecha. Es una sentimentalización de la derecha. De lo que se deduce que la CT puede asumir dos beligerancias –la a) y la b)-. La izquierda y la derecha CT, que se definen ante la agenda CT de lo cotidiano. Otras beligerancias –por ejemplo, la tuya en tu articulote-, no son entendidas como tales, al salirse de la CT y, como su nombre indica, no entenderse.

c-Difiero de tu diagnóstico de la cosa Communewealth euskocatalanogallega. Las armas no han creado cosa anti-CT en esos lares. Metáfora: en Euskadi no hay, entendámonos, una CUltura diferenciada. SI me fuerzas, es donde la CT, incluso, ha hecho las piruetas más arriesgada. La violencia no ha creado culturas. Como los GRAPO no crearon nada intelectualmente en España DF. Salvo Pío Moa / CT. Y EL tazón de hierro, una fantástica ¿novela? ¿biografía? nacida a modo de seta de la cabeza de todo lo contrario, formalmente, a un intelectual. Lo cual puede ilustrar lo que ha resbalado a los intelectuales ese tema/metáfora de lo anti-Transi. Por lo que veo y sé, los intelectuales nativos que en su día han participado de esos accesos locales al pim-pam-pum, en sus obras no se han alejado de lo CT en sus propuestas estéticas. Se han alejado los intelectuales más o menos madrileños que, hasta los 80’s, intelectualizaban a ETA. Pollos como Sastre, Forest. O Marisol. Con esas apuestas anti-Transi, desaparecieron de la CT. Y con ellos, todo debate posible sobre el tema. Lo que puede ilustrar el hecho de que la CT tiene un límite político. La CT es, posiblemente y básicamente, un límite político, como apuntas. La Transi. Lo anti-CT es, desde luego, anti-Transi.

d-Las ETAS varias no han participado nada en crear anti-CT. Es más, estoy por decirte que han desprestigiado, con su ausencia de pensamiento –formalmente, desde la desaparición de Pertur- el pensamiento radical. Un pensamiento anti-Transi que no cuaja. Salvo como Cultura del Sentir Beligerancia. ETA no es –no ha sido; ya no existe, contrariamente a lo que dice la CB- la Baader-Meinhof. Ni los Fassbinder locales –en el caso de que los haya habido-, han hecho nada interesante sobre ella. Es más, ETA, el gran fenómeno anti-Transi –lo que puede dibujar la escasa contestación ante la Transi-, carece de las obras que en su día suscitaron el IRA, el Ejército Rojo o las Brigate Rossi. Contrariamente a las dos últimas ONG citadas, ETA hace mil años que no ha ocasionado un debate en las izquierdas nativas. Ni ha servido desde hace mucho tiempo para crear un debate anti-Transi. Sólo sirve para crear adhesión o rechazo. Esas cosas tan CT.

e-Sobre tu análisis materialista: a) desconozco y me hago la picha un lío sobre cual es el sujeto histórico de la época que vivimos, lo que me hace ver los análisis marxistas desde dos pasos atrás. Y créeme que lo siento. Por mi. Y por el sujeto histórico, esté donde esté. Que igual era yo. Ni idea.B) De pequeño, en casa, me caí en la marmita del marxismo. Por lo que cuando escucho análisis marxistas, por lo general, siento lo que siente un exniño del ex-Opus cuando escucha hablar del Opus. Por otra parte, y es curioso, el marxismo se parece al catolicismo en que tampoco es un lenguaje universal. Como con el catolicismo, no hay dos marxistas iguales. Salvo en los países en los que es obligatorio. C) Sobre una cultura que socialice los vienes de producción, me arriesgo a comentarte que estamos muy cerca. El otro día, en la casa madre de tu editorial, lo vi. Era un libro digital. Cuesta un millón de pelas. Dentro de nada lo regalará ABC los domingos. Cuando exista, los chinos venderán a precio de regalo los chips de los libros CT –nadie querrá piratear otros-. Como ahora regalan las pelis o las rosas. La cultura sufrirá un cambio absoluto. Pero no su estructura. Snif. Que igual aumenta.

f-Ignoro –lo dicho-, cómo se hace una discusión a tres bandas. Propongo iniciarla en positivo y desde los llenapistas de tu articulete. Que supongo que son los siguientes: la CT es la cultura del entretenimiento. Y es una opción ideológica. Y, aquí, me lanzo. Lo anti-CT, por tanto e independientemente de que sea o no entretenimiento, es lo contrario a esa opción ideológica. Condenar una cultura a ser sólo una cosa requiere una violencia extrema. Lo que puede orientar a que la CT no sólo es entretenimiento. Es una violencia extrema y diaria para que sólo sea eso. ¿Percibes esa violencia diariamente? ¿En qué consiste? ¿En tu trabajo puedes emitir anti-CT? ¿Cómo se hace?

sábado, noviembre 12, 2005

BLOG-UP

Pues sí, estoy aquí. Me siento llamado a intervenir en este espacio ante vuestro generoso reclamo. He de decir que sin demasiada ganas porque no acabo de acordar con los blogs. Como si no supiera que tipo de parquet estoy pisando: de madera maciza o de conglomerado y flotante, es decir, tengo la sospecha de que el blog es un espacio privado “que va de” espacio público. Entiendo que el nuevo formato de comunicación que supone puede alterar, perturbar e incluso cuestionar el poder de los otros medios de comunicación de masas pero recelo porque hasta el momento me parece que en el blog se hace realidad una de las falacias de nuestro tiempo: que desde lo privado – sin romper ni manchar el poder- se puede tener acceso a lo público.

Primero dos delimitaciones de sentido para que esto no se convierta en un “dialogo de ciegos” que es bastante más confuso que el típico “diálogo de sordos”: CT, cultura y transición.
Cultura: Para no hacer de antropólogo propongo una hipótesis: supongamos que después de duros esfuerzos por librarme del existencialismo donde la cultura es un sentir he logrado ser un marxista, es decir, un materialista dialéctico y propongo: la cultura es un hacer. Y voy aclarando: la Cultura con Mayúscula, la C de la CT es un sentimiento que encamina el hacer hacia una meta terrible: la salvación personal. ¿Salvarse de qué? Me diréis: cada “Cultura” construye su peligro y así el humanismo construyó la Muerte, el Capitalismo la Carencia y el Capitalismo humanista se sostiene sobre la Muerte y sobre la Carencia. Y voy (y me voy) dando pistas para esta intervención: la beligerancia si se queda en sentimiento es Cultura con C. Luego podría verse si es también CT.

Transición: Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. La Transición como un desplazamiento y por tanto habría que intentar ponerse de acuerdo sobre cual es el punto de partida y cual es el punto de llegada, si se admite que el desplazamiento ya ha finalizado. Por supuesto que los existencialistas dirán que el hombre es un ser en permanente transición hacia no se sabe donde (el hombre es una pasión inútil) pero no tengo ganas de discutir y biográficamente no estoy para perder mucho el tiempo hablando con ellos (los existencialistas están bien para tomar copas y reírse un poco pero ahora estamos a lo que estamos). Bien, desde el supuesto de que soy un materialista histórico y simplificando (que no significa distorsionando) propongo el siguiente recorrido para la Transición en España: Comienza en 1968 con el Mayo francés y la entrada de los tanques soviéticos en Praga y termina en 1973, con el golpe de Estado de Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende. Y me explico: Hasta 1968 la cultura era hija directa de las vanguardias artísticas que en clave de revolución propusieron una lectura de la cultura como un hacer la revolución: acabar con la cultura aristocrática – la expresión de lo superior – que la burguesía había tomado como botín legitimador al pie de las guillotinas. En 1968 la cultura (los cultos: productores, distribuidores y consumidores de productos culturales) descubre que efectivamente que su quehacer sigue siendo hacer la Revolución pero ya no la Revolución Soviética (se queda sin espejo) y ya no sabe qué Revolución hacer. En 1973 con el golpe contra Allende la cultura descubre, con cierto desahogo, que no hay nada que hacer y si no hay nada que hacer adiós a la cultura y bienvenido sea el entretenimiento, es decir, el sentimiento. Esta es la Transición: del hacer (Revolución) al sentir (se). Y esa es también la Transición española y no nos engañemos: en la superficie histórica y dada la anomalía política de la España en Dictadura pudiera creerse por ejemplo que la Transición empieza con la muerte de Franco y termina con la victoria del referendum de la OTAN. Pero no, en 1975 ya todo y todos estábamos transitos, desde Juan Luís Cebrián haciendo músculo en los Servicios Informativos de RTVE hasta Santiago Carrillo anunciando encantado tener vela propia (el eurocomunismo) para ir a su propio entierro, pasando por Felipe González con la sonrisa del avaro feliz que acaba de contar los marcos que la socialdemocracia alemana le ha regalado para que se cobre su libra de carne sin derramar una sola gota de sangre. Todo y todos con la excepción de tres culturas donde la no aceptación del pacto del nada que hacer ha generado o degenerado en estrategias de lucha armada: la cultura en Euskadi (con ETA dando calor), la catalana (con Terra Lliure dando calorín hasta que se extingue) y la cultura gallega (apenas entrevista en la chispa del Exército Guerrilleiro). Sobre el tema de los nacionalismos mejor entrar en otra ocasión si ha lugar pero por ir finalizando este
blog-up sólo recordar que aquella cultura gallega ha desaparecido al igual que la catalana (aunque indudablemente donde hubo fuego por débil que fuere quedan rescoldos) y aclarando que su desaparición no significa que no exista una cultura en lengua gallega o una cultura en lengua catalana que ya casi totalmente transicionadas y según mi hipótesis ya enunciada, ya no son cultura (un hacer) sino entretenimiento (un sentir).
Dicho de otro modo: Cautivo y derrotado el ejército revolucionario (en mi hipótesis el muro de Berlín empieza su caída entre 1968 y el golpe de Pinochet con el tiro de gracia que recibiría el cuerpo estrangulado de la Revolución portuguesa como coda) la burguesía suelta el lastre de la Cultura que había venido necesitando como instancia legitimadora desde la revolución Francesa y comienza su auténtico Siglo de Oro viendo colmados su deseos de sentirse la clase universal una vez que logra globalizar su filosofía: soy lo que tengo, soy lo que compro: la tarjeta de crédito acabó con la Carencia. Salvarse es consumir y ser consumido y la muerte no existe y si acaso existiere sería un sitio donde no se puede comprar nada, (esa reiterada imagen burguesa de la imagen de tedio y cementerio de las tardes de Domingo cuando las tiendas están cerradas, ese desagrado ante las ciudades del socialismo donde los escaparates no brillan).
Lo que Guillem llama CT es entretenimiento, un estado de ánimo. Ya en clave Gironella ya en clave Jardiel Poncela, ya en clave Alfredo Landa ya en clave Balarrasa, ya en clave Boris Izaguirre ya en clave Boris Izaguirre. Y eso es lo que hay y la nostalgia por la pisoteada Cultura es simplemente una nostalgia aristocrática, la molesta sensación de que las masas, tarjeta de crédito en mano, están invadiendo y destrozando los parterres de Versalles. Y ser beligerante contra esto no es ser beligerante porque la fiebre es un síntoma y la infección es otra cosa
¿Pero sé puede enfrentar hoy una cultura-un hacer- al entretenimiento? Sí, haciendo revolución ¡Vaya!, puede decir alguien: ¡tanto rollo! y ahora Constantino ¿vuelves a proponer el paraíso comunista como salvación? Pues no, los paraísos para los ángeles: propongo hacer revolución – y el primer objetivo necesario aunque no suficiente es acabar con la propiedad privada de los medios de producción- como único camino para que sea posible una vida razonable donde nadie esté condenado a ser, en el mejor de los casos, un depredador sin reposo. Y hacer revolución hoy es organizarse, romper con la CT, porque eso es lo que caracteriza a la CT: el miedo que nos da dejar de ser el ombliguito que somos. Porque hacer nada hacemos ni en este blog que acaso sólo nos sirve para malgastar nuestro malestar, nuestra frustración, nuestra ira o nuestro rencor, es decir, lo mejor que nos queda si es verdad que nos queda.
No se si alegrarme Guillemé de que vayamos a coincidir en participar en un mismo programa de tele. En mi caso me lo tomé como parte del mantenimiento de mi sueldo y status (que Bourdieu llamaba Capital simbólico en su afán de transicionar las categorías marxistas hacia un lenguaje más fino como si pudiera distinguirse entre el sueldo y la “posición”). Por cierto, Marx tenía razón : el sueldo es el pilar de la CT. El estipendio. Mientras haya amos la Cultura sólo será CT: la cultura servil.

Firmado: Constantino Bértolo

viernes, noviembre 11, 2005

LA SENDA DE LOS ELEFANTES QUE EN EL MUNDO HAN SIDO

Me alegra, Echevarría, el destierro del concepto payaso. De eso se trataba. Yupi. Me alegro también de abandonar, ante tu propuesta, la posibilidad de inmiscuirnos en lo no-CT e ir, con un par, hacia la anti-CT. Y aquí voy y te explico mi experiencia anti-CT de la semana. Por el mismo precio, te contesto a una intervención tuya, de hace unos días, en la que aludías a mi presencia en unas Jornadas sobre Periodismo y Ficción, organizadas por la revista Lateral, que ambos dos contribuimos a fundar en el Jurásico. En aquel articulete me preguntabas que qué hacía yo allá. En mi presente articulete te lo digo. Trailer: hacía de payaso tonto. Con todas las letras. Lo cual es algo dramático para alguien que, como señalabas, no cotiza en el sindicato de payasos tontos.

-LA CONFERENCIA. Un paralítico, un ciego o un anabaptista puede ir a todas partes si así lo desea. Por eso mismo, un anti-CT puede ir a cualquier acto cultural –es decir, CT-. Pero a su cuenta y a su riesgo. Y sabiendo que se va a llenar de gloria. Es decir, que no va a realizar el acto esperado, y que la reacción del público será, por lo tanto, también inesperada. Bueno. En mi caso voy a esos parajes –un par de veces al año, por lo general-, a vender la moto. Es decir, a insertar una página extraña en un libro no extraño. Ahora que lo pienso, hago un poco lo mismo con mis libros. Velo personalmente para que lleguen a las bibliotecas donde mi interesa que estén. Donde supongo que se quedarán durmiendo hasta que un pollo, cada E=mC², los pille. Vamos, que si bien creo que lo anti-CT no debe de ser nunca un producto con marginalidad vocacional –de payaso tonto o listo-, sí que tiene una presencia diferente. Como los aviones. No ves aviones en la carretera. Para verlos, debes desplazarte a un aeropuerto. O, simplemente, mirar el cielo y dejar de mirar hacia la carretera. Lo mismo que me invita a ir a esos parajes, me impide haber aceptado trabajos como comentarista o tertuliano en algún medio. Lo anti-CT puede aparecer en cualquier modalidad de esos géneros CT. Tranquilamente. Pero el precio es que el pollo anti-CT, que no es un comunicador y posee arrugas en el cerebro en las Quimbambas de la simpatía o el tertulianismo, carezca de un discurso competitivo y se vaya a la casilla del payaso en 3”. No obstante, en ese par de actos a los que voy cada curso, se produce algo parecido a lo que se produjo el martes en mi conferencia. Que voy y te lo digo.

-LA SOLEDAD. EL título del cacharro era “Los límites del periodismo literario en España”. En la conferencia, por tanto, intenté explicar la CT. Es decir, la teoría cultural, las conductas culturales, los pactos tácticos que modulan lo que es posible plantear o no en nuestra cultura. Independientemente de que explique bien o mal todo eso –por cierto, lo expliqué de pena-, al explicarlo dejas de explicar otras cosas. Por lo que dejas de ser otras cosas, por las que, posiblemente, alguien ha pagado y quiere ver. Por ejemplo, dejas de ser un intelectual CT. Es decir, un comunicador, Es decir, un sacerdote cultural, ungido por el glamour de toda una Cultura. Conforme vas hablando y esbozando una idea poco épica de libertad y otra, aún menos épica, de gestión oportunista de tu trabajo –ante una CT tan cachas, los goles nunca son épicos; son goles de Eto’o robados al portero-, vas notando como las caras van cambiando. Como eres un pollo antipático. Luego, raro. Posteriormente, vas viendo en el careto de la gente como te va naciendo la nariz roja de payaso. Y aquí, matización. EL payaso no es el simpático que necesariamente hace reír. Es una cuota. En un circo siempre debe de haber un par de tipos con lógica rara. De lo contrario, los circos son irreconocibles. Bueno. Cuando finaliza la conferencia, se suceden las preguntas. Es decir, no se suceden. Salen con sacacorchos. En las preguntas puedes observar lo que el público ha observado. Si bien el silencio es orientativo de lo observado, las pocas preguntas emitidas te orientan a que se ha percibido un discurso de izquierdas raro –es decir, no entrañable- y no constitucionalista –por usar una palabra que utiliza cierta extrema derecha y cierta izquierda para dibujarse-. No se producen muchas más asideros sobre los que formular preguntas. Lo que indica que tu conferencia ha sido emitida desde un lugar sin asideros. La CT es, en fin, el único asidero por ahora. Por lo general, la percepción es de un plato poco apetitoso. Un lugar al que nadie quiere ir. Ni siquiera yo. La soledad. Lo anti-CT es un sitio donde, en estos momentos, hace mucho frío.

-LA PREGUNTA. En estos momentos, si los informes de la NASA no me fallan, estás perpetrando una serie de conferencias en el Puerto de Santa María. ¿Has modulado anti-CT? En ese trance, ¿has intuido algo parecido al proceso que te he dibujado precariamente? Constanino: ¿estás entre nosotros? Si estás entre nosotros, manifiéstate. Y ya puestos, manifiéstame lo siguiente: la próxima semana me voy a la tele, a un programa en el que participaste hace unos días. En ese sentido, lo que he dicho, ¿te suena a chino?

jueves, noviembre 10, 2005

EL ELEFANTE Y LAS RANAS

¿Y quién ha decidido, Martínez, que yo soy el payaso listo? ¿Y por qué te adjudicas tú, Martínez, el papel del payaso tonto? Te voy a decir un par de cosas:
Una: con ¡hips! o sin, mi última intervención era una colleja. La típica colleja, pongamos por caso, que el payaso listo le propina al payaso tonto. Al payaso tonto se le habían escapado varias naranjas del cesto al que él denomina CT. Eran palabras. Bonitas palabras redondas y coloradas, como naranjas. Palabras huecas pero prestigiosas, de esas que a uno le gusta colgarse de la boca porque no pesan, sólo lucen. Plaf.
Dos: no quiero ser el payaso listo. No quiero que tú seas el payaso tonto. No me gustan los payasos. Cuando uno se pone una bola roja en la nariz, o una caperuza con cascabeles, puede decir lo que quiera, porque ya no importa. Ojo con la risa, Martínez. Te lo digo a ti, que en tu día me ilustraste muy bien acerca de la diferencia entre el humor y la simpatía. Los payasos son simpáticos. Nosotros no queremos ser simpáticos.
El humor, la simpatía: dos buenas ventanas para hablar de la CT. Pongámonos de deberes hablar un día sobre estos dos conceptos. Prometo hacerlo en mi próxima entrega.
Por lo demás, esto de la CT y de la no-CT empieza a mosquearme. Yo hice la primaria en un colegio de monjas, ¿sabes? Era mixto. Por entonces se iba de un lado a otro desfilando. Uno, dos. En fila. Recuerdo el pavor que nos causaba a los más pequeños cruzarnos con una fila de los mayores. Siempre había una niña, generalmente la más bonita, que, rodeada de sus amigas, se dedicaba a tasar, uno tras otro, a los niños de la fila: guapo, feo, guapo, feo, feo, feo, guapo...
A veces me parece que aquí estamos jugando a lo mismo. Los feos, en este caso, son los CT, y los guapos los no-CT.
CT, CT, CT, no-CT, CT, no-CT...
Y no es esto, Martínez, no es esto.
Lo que vengo a decirte es que, si ya es jodido tratar de caracterizar un concepto tan líquido y escurridizo como es la CT, sólo nos falta, para confundirlo todo, contrastarlo con un concepto tan escurridizo y tan líquido como el de no-CT.
Una naranja es una naranja. Para definirla de muy poco me sirve ir señalando una mesa, y luego una pera, y luego un cuchillo, y decir que nada de eso es una naranja.
Que la CT no tenga recursos para describir al Estatut, pongamos por caso, no convierte al Estatut en un producto no-CT. O sí, pero da lo mismo. Sobre esto discurrí inútil y temerariamente en alguna de mis primeras intervenciones. Si la CT es una naranja, el estatuto es una mandarina. Vale que una mandarina no es una naranja, pero, joder, pensaba que no íbamos a seguir comiendo fruta.
Sin metáforas: está claro que lo que no es CT es no-CT, pero con eso no llegamos a ningún sitio. Podemos tratar de describir un elefante nombrando, uno tras otro, a todos lo animales que pueblan el planeta, diciendo en cada caso —tigre, mosca, sardina, lagartija— lo que no es un elefante. Pero no es un buen sistema. Mejor tratar de describir directamente el elefante. Lo cual me recuerda la vieja parábola hindú en la que se pide a cuatro ciegos que describan un elefante. El primero palpa una oreja y lo describe como una gran alfombra. El segundo palpa la trompa y lo describe como una gran serpiente. El tercero palpa el cuerpo y lo describe como una gran mole rocosa. El cuarto palpa las patas y lo describe como un bosque o un edificio con columnas... Cualquiera de estas definiciones es más ajustada a la realidad que la de afirmar que un elefante no es una rana.
Puede que nosotros — croac, croac— seamos ranas. Pero nuestra tarea no es ponerle al charco un portero de discoteca para decidir quién entra en él, sino describir al elefante. Otra cosa es que, para divertirnos, nos pongamos a describir a las ranas. Tú de pronto te pones a hacerlo y me gusta lo que dices. Dices que nos vas a dar “una definición de lo no-CT”. Conforme a ella, “lo no-CT somos nosotros. Los payasos. Si la CT es la cohesión, los puntos de vista, las tendencias y las opiniones gregarias desde la Transi hasta esta mañana a primera hora, orientados a defender y a mantener los valores políticos, estéticos y artísticos de la Transi, la no-CT es, simplemente, la beligerancia. La cultura como beligerancia”.
Martínez, ya te lo he dicho: ni tú ni yo somos payasos, qué más quisiéramos nosotros. Somos ranas. Croac, croac. Ser beligerantes supone convertirse en un incordio, y los payasos no incordian, simplemente —ja, ja— hacen reír. Dejemos esto claro. La beligerancia no está reñida con el humor, pero sí lo está con la simpatía, y sobre todo con la inocuidad. Croac, croac. De repente pasa una mosca y, ¡zas!, la rana se come a la mosca. Pobre mosca. Ella era mi heroína. Le obligaba al elefante a mover la cola y a zarandear sus orejas. A la mierda —croac, croac— las ranas. Me paso al bando de las moscas.
Dicho lo cual, volvamos a examinar al elefante. Una tarea para la que reclamo la asistencia de nuestro común Constantino Bértolo, mencionado aquí mismo unos días antes.
¿Constantino? ¿Estás ahí? ¿Lees esto?
A Constantino lo describí como uno de los ejemplares más genuinamente no-CT que conozco. Con Constantino me río mucho, como con Martínez. Pero Constantino —como tampoco tú, Martínez, mal que te pese— no es un payaso. Es más bien lo contrario que un payaso. Cuando uno habla con Constantino intuye mejor lo que es la CT. Y lo intuye gracias, entre otras cosas, a que comprende muy bien lo que significa ser no-CT. Lo que significa, Martínez, la beligerancia, la verdadera beligerancia.
A Constantino le voy a hacer yo unas preguntitas un día de estos, si me recibe. Entretanto, resolvámonos de una vez a complicar las cosas, para aclararlas luego mejor. La disyuntiva CT/no-CT es estéril por inoperante. Si de lo que se trata, vuelvo a decirlo hoy aquí, es de combatir a la CT, entonces no basta no pertenecer a ella —¿y quién se jacta de tal cosa?—, se trata de actuar eficaz o al menos significativamente en contra de ella. Me parece que esto último ya se ha dicho aquí, pero no está de más repetirlo. La disyuntiva, entonces, sería CT/anti-CT. De este modo nos entenderemos mejor. La no-CT es un concepto tan extenso como el de la CT, y aquí se trata de un islote donde unos pocos se apiñan, empujándose entre sí y, como tú dices, Martínez, metiéndose de hostias. Como ranas en una charca. Socorro.