domingo, octubre 30, 2005

ESTO ES LARGO PERO, POR FAVOR, NO SE LO PIERDAN

Se equivoca, Martínez. Yo no me pongo, como usted dice, a leer el Marca, no me venga a confundir al personal. Yo siempre leo el Sport. Por otro lado, ya ve lo poco que me luce esto de poner ejercicios. Aquí nadie pega brote. Será que estamos solos. Pero he aquí que usted, pese a todo, ha hecho los deberes. Y debo admitir que muy bien. Algo es algo. Ya tenemos un ladrillo puesto. Ahora no queda sino continuar. Me llevo su diccionario para corregirlo y ampliarlo en los próximos días, a la espera aún de la próxima entrega. De momento, y para no dejar cabos sueltos, quiero prolongar la reflexión que apuntaba el otro día. Al final, ya lo verá, llegaremos al mismo sitio, aunque por distintos caminos.
La carta-proclama del Círculo Lateral, “asociación cultural avalada por el prestigio de la revista homónima”, quería llamar la atención sobre una típica, casi rutinaria convocatoria de un acto cultural en el más puro estilo CT, a iniciativa de un característico —aunque insignificante, pero por eso mismo elocuente—órgano de la CT: a saber, “la revista homónima”. Algunos elementos retóricos de esa carta merecían que se reparase en ellos. El título de las jornadas anunciadas, por ejemplo: “Literatura sin ficción”. Una forma de prejuzgar, ya desde su cabecera, el contenido de aquello sobre lo que se va a discurrir: los géneros periodísticos de la crónica y del reportaje, y el género todavía emergente del blog. En la medida en que lo amparamos todo bajo el manto intocable de la literatura, lo desactivamos de toda carga comprometedora. Pues se trata de literatura, siempre y al fin y al cabo. La discusión que pueda tener lugar, será una cuestión literaria, concentrada todo lo más en esas categorías idiotas ahora tan de moda, como la de “relato real” bajo la que se presentaba al lector la novela Soldados de Salamina.
Siendo así, no es de extrañar que los impulsores de las jornadas se permitan tildar a las personalidades convocadas de “apasionados de la realidad”. Se comprende que eso vale prácticamente lo mismo que decir apasionados de la literatura, siendo que la realidad viene a constituir, en definitiva, poco más que un subgénero de aquélla, lo que suele entenderse por “un buen material”. En el mundo chiripitifláutico de la CT, la palabra, sobre todo si bien escrita y articulada, tiene esa virtud: la de convertirlo todo en literatura, dividida ésta, de un tiempo a esta parte, en dos grandes ramas: la literatura con ficción y la literatura sin ficción. De la realidad real, si existe tal cosa, se ocuparían los políticos.
En cuanto al programa de las jornadas, querido Guillem, y a salvo de sorpresas (¿nos darás tú una?), parece que se ajusta a lo previsible. Por mucho que en la carta-proclama se diga que van “a debatir sobre las relaciones entre periodismo, literatura y ética”, los artistas convocados, antes que a la confrontación, parecen mejor dispuestos a tratar del tema de su especialidad, es decir, de si mismos y de sus obras, sobre lo cual no hay gran cosa que debatir. El título de la charla de Bru Rovira —“Volver a contar historias”— suena casi a pitorreo, a la luz de tu diccionario. Ignacio Martínez de Pisón hablará de su último libro, y Jorge Herralde, de su editorial. Lo que puedan decir Arcadi Espada sobre el blog y Juan Villoro sobre la crónica, me temo que ya está dicho antes y en alguna parte, aunque nos mantendremos atentos. La joya de la corona, en cualquier caso, es el título anunciado para la charla de Margarita Rivière: “La evolución del periodismo clásico en género de ficción”. Toda una definición de lo ocurrido en los periódicos españoles en los últimos treinta años. A ver qué nos dice la señora.
Este sucinto análisis de lo que insisto en calificar como una rutinaria convocatoria de un típico acto cultural marca CT, quiere ilustrar, mediante un ejemplo práctico y no particularmente escandaloso, más bien todo lo contrario, el paradigma en el que nos movemos generalmente cuando nos referimos a cultura, al menos por estos pagos. Pero quiero dejar constancia de que es posible subvertir e incluso dinamitar este paradigma, siempre desde dentro. Y quiero hacerlo de nuevo con un ejemplo práctico. Atentos, porque lo que sigue es, a mi juicio, sensacional, y viene al pelo para nutrir la reflexión y la búsqueda en la que, mejor o peor, andamos liados.
El marco nos lo ofrece, una vez más, una típica convocatoria de acto cultural marca CT. Esta vez la iniciativa corre a cargo del Institut de Cultura, en el Palau de la Virreina, donde Manuel Cruz dirige un ciclo titulado –en el más puro estilo CT— “Llibres per pensar. Llibres per somiar”. Se trata de intercambiar miradas entre los que en esta ocasión se llaman “profesionales del espíritu”: intelectuales con formación filosófica y narradores de ficción a los que se pide que diserten sobre un libro en concreto, a condición de que sea, en el caso de los filósofos, un libro de ficción, y en el de los novelistas, un libro de filosofía. Ocho charlas en total, en las que participan Fernando Savater (“La Celestina”), Bernardo Atxaga (“Caminos del bosque”, de Heidegger, aunque se entiende que el bosque es vasco), Victòria Camps (“La Regenta”), Belén Gopegui (la “Retórica” de Aristóteles), Josep-Maria Terricabras (“Tirant lo Blanc”), Juan Villoro (“Emilio”, de Rousseau), Manuel Cruz (“A la búsqueda del tiempo perdido”) y Baltasar Porcel (“Fragmentos” de Heráclito).
Día 27 de octubre. El pasado jueves, como quien dice. Habla Belén Gopegui, a quien tres días antes yo mismo he descrito en este blog como un genuino ejemplar no-CT. En la sala, las acostumbradas veinte o treinta personas. Bastantes, si se piensa en lo disuasorio del asunto. Silencio. Gopegui comienza a exponer, con la concienzuda responsabilidad que la caracteriza, su lectura del texto de Aristóteles. Lo hace con elocuencia y con originalidad, pero sin desviarse del texto, poniendo el acento en la preocupación que mostraba Aristóteles por que, toda vez que se hable, tanto más si se hace de cara a un público, se empleen los recursos adecuados para convencer. En un momento dado, Gopegui resuelve contrastar las premisas de Aristóteles con las que rigen en la actualidad, y se propone hacerlo mediante un ejemplo concreto. Su ejemplo es tan bueno, es tan desenmascarador de lo que vendríamos entendiendo aquí por la retórica CT, constituye, en la práctica, un ejercicio tan brillante y tan demoledor de crítica a la CT —con una inefable galería de algunos de sus representantes más conspicuos—, que me vi en la obligación de, amparado en la amistad que nos une, pedirle a Belén que me autorizara a colgar en este blog el fragmento correspondiente. Ella accedió muy amablemente (confieso que no las tenía todas conmigo), y aquí se lo sirvo a todos ustedes en primicia y como un estupendo material de trabajo para seguir hablando de lo que aquí estamos hablando. Como una perfecta demostración, por otro lado, de que no estamos hablando exactamente de literatura, sino de un fenómeno —la CT— que obedece a intereses económicos e ideológicos de contenido inequívocamente conservador, por mucho que sus paladines se autoproclamen como progresistas, e incluso como gente de izquierdas. Recuérdese aquí que la CT fue, como ya dijo Ferlosio, un invento del Gobierno. De un Gobierno socialista, por cierto. Pero ya volveremos sobre esto.
Quienes deseen consultar el texto completo de Gopegui, que sepan que en los próximos días quedará colgado en www.rebelion.org . Los que hagan tal cosa, tendrán ocasión de enterarse cómo continuó su charla. Pero de eso también nos ocuparemos otro día, porque lo merece.
Martínez: ya sé que me voy a pasar de espacio por un tubo. Pero haz cuenta de que lo que sigue es una entrada nueva. No iba a achicar yo mi entradilla para que luego me reprocharas tú que me dedico a hacer el vago. Además, ya me he terminado el Sport, así que algo tenía que hacer. Y hoy es domingo. Pero silencio ahora.


HABLA BELÉN GOPEGUI:

A Aristóteles le preocupaba analizar lo que es adecuado en cada caso para convencer. Veamos qué se entiende hoy por lo convincente en un caso concreto, el caso del huracán Katrina. Tomo como ejemplo el diario El País, pues me parece representativo de lo que hoy se puede considerar un gran medio de comunicación.
En el editorial del treinta de Agosto, este periódico decía: “¡Qué diferencia con el tsunami que las navidades pasadas devastó el sureste asiático! (...) Ahora ha tocado la cara de la moneda: ver cómo la ciudad de Nueva Orleáns se vaciaba de un millón de personas, siguiendo una orden de evacuación. Es la respuesta de una sociedad rica, avanzada y previsora, con capacidad de anticipación!”.
Días más tarde, cuando la realidad desastrosa impuso sus imágenes a los deseos de los editorialistas, un nuevo editorial decía cosas como: “La decisión de la Administración de Bush de no seguir adelante con los planes para reforzar los diques de contención de las aguas en Nueva Orleáns y la entrega de los humedales cercanos a la especulación inmobiliaria cercenaron las defensas de la ciudad”. Como fácilmente se advierte, ya no es la sociedad rica, avanzada y previsora la que está siendo juzgada sino sólo la Administración de Bush. Quizá haya administraciones peores y mejores, y digo quizá porque lo que sin duda hay en el capitalismo es una sola política económica posible. En todo caso, el cambio de registro resulta revelador. Más revelador aún cuando, a partir de ese momento, se inicia lo que podríamos llamar una serie, una sucesión de artículos de columnistas que tratan de colocar lo ocurrido en el Katrina no en un lugar útil para el común de las gentes sino útil para la clase dominante.
Comienzan a dúo el mismo día Herman Tertsch y Rosa Montero apelando a fragilidad como categoría: “Tan inermes, tan frágiles”, dice Montero. “Extremadamente quebradizos ante la adversidad”, dice Tertsch. De fondo, valores conservadores como la resignación, la conformidad con la desgracia, valores que avergüenzan cuando se escuchan en boca de los privilegiados. A continuación, ante el horror, los saqueos por hambre, los disparos, las violaciones, aparece el reproche no al sistema político y económico sino a la naturaleza humana malvada. Ambos hablan en efecto de, según Montero: “la brutalidad primordial, el ciego y fiero imperio del más fuerte, el instinto animal de depredación”, y según Tertsch: “las miserias, las crueldades, los defectos, corrupciones y traiciones que salpican y corroen nuestros actos humanos”. Es la conocida idea de la derecha, el hombre es malo, no son las leyes las que están mal hechas, no es que falte hoy, como diría Aristóteles, una ciudad en donde las facultades del hombre puedan alcanzar su pleno desarrollo, sino que, al decir de estos columnistas, la maldad es instintiva o primordial. Los hechos , por cierto, desmintieron luego las violaciones, y la mayor parte de la brutalidad, aunque no la violencia institucional destinada a proteger la propiedad privada.
En días sucesivos, Elvira Lindo y Juan Cruz enlazan con la línea del editorial e insisten en que no es el sistema político el que ha fallado sino una administración concreta. El culpable es Bush y su partido que elige por una especie de maldad intrínseca. Ahora cito a Elvira Lindo: “rebajar los impuestos a los ricos, hacer oídos sordos a las obras públicas y favorecer la codicia diabólica de las grandes empresas”. Resulta llamativa la vuelta del vocabulario católico, no es la tasa de beneficio lo que mueve a las empresas sino la codicia, y esa codicia es además, diabólica. En idéntica línea, Juan Cruz dice: “Está a punto de anunciarse que, otra vez, los ricos pagarán menos impuestos, cada día es más obvio que el descuido social castiga a capas cada vez más amplias de la población”. Como ven, la expresión: “el descuido social castiga”, no tiene desperdicio. Más allá de eso, fijémonos en cómo cierto lenguaje anticuado, progre, estatalista, según el cual los ricos deben pagar más impuestos que los pobres, regresa a los columnistas si bien no, en absoluto, al partido que esos columnistas defienden, ya sea en España ya en los Estados Unidos.
También Juan José Millás recurre a la magia de los impuestos: “Cuando nosotros, a base de competir por ver quién es el partido político que baja más los impuestos, tengamos un Estado famélico, también exigiremos que nos permitan guardar una pistola debajo de la almohada”, dice. Es interesante señalar que en esos mismos días Zapatero había anunciado la subida de los impuestos para pagar el déficit sanitario. Ahora bien, ¿la subida de qué impuestos? La subida de los impuestos indirectos, aquellos que no distinguen entre pobres y ricos y por lo tanto claro que distinguen obligando, proporcional e inevitablemente, a pagar mucho más al pobre que al rico. Impuestos, recuerden, sobre el alcohol y el tabaco, y aquí Aristóteles se hubiera vuelto loco si hubiera tenido que explicar la existencia de una comunidad que al tiempo que prohíbe o critica unas sustancias por considerar que hacen daño y matan, se organiza de tal modo que le sea imprescindible que la población se ponga ciega de esas sustancias, pues de lo contrario no habrá quién atienda a los enfermos ni habrá hospitales donde atenderlos.
Pero sigamos con el huracán. El tema de la desigualdad atraviesa tanto columnas como editoriales. Al decir de Elvira Lindo: “El fantasma de África ha perseguido a los negros hasta alcanzarles, no el África de la que vinieron hace siglos como esclavos, sino el África de hoy, el África violenta y devastada”. Sugiere así, para nuestro asombro, que la esclavitud y el colonialismo en nada tendrían que ver con el África de hoy, serían dos fenómenos aislados. Pero sobre todo la imagen de Lindo insiste, como se hizo en general en la mayoría de los medios durante esos días, en el hecho de que, incluso cuando la catástrofe natural ocurre en un país rico, incluso entonces la naturaleza elige a los pobres, a sureños pobres y negros. Lindo lo atribuye al fantasma de África, también podría haber hablado de un imán misterioso, pero quizá hubiera sido mejor que hablara de que cuando se dieron las órdenes de evacuación los sureños ricos se fueron y no hubo autobuses disponibles para quienes no tenían medios propios. Además, en esas órdenes de evacuación, los oficiales del gobierno no ofrecieron viviendas ni comida para los desplazados. Muchos de los que tenían transporte para escapar del huracán también usaron sus ahorros y perdieron sus trabajos. Y aun cuando hubo quien se atrevió a acusar a los que se quedaron de imprudentes, se sabe que aquellos que pudieron salir no tenían mejor sentido común, tenían más dólares. Todo esto es lo que Lindo convierte en el fantasma de África. Pese a todo, hemos de saber que el huracán produjo grandes destrozos en Florida, Bahamas, Luisiana y Missisipi. Hubo sureños blancos y ricos que padecieron. Y es como si no existieran. Quizá porque tenían sus casas aseguradas, sus empresas aseguradas. Y quizá también porque la existencia de ricos vulnerables convierte el Katrina en un hecho real y no en una película de Bush y los negros. No hemos construido una comunidad. Estamos solos y es mejor pensar que no nos tocará a nosotros o que, si nos tocara, acumulando dinero el día de la catástrofe estaremos protegidos porque acumular dinero es todo lo que se espera de nosotros, todo lo que los columnistas, y aquellos a quienes representan, son capaces y están en disposición de hacer.
El capitalismo no puede construir una comunidad, en una comunidad se promueven cualidades mientras que el capitalismo está obligado a promover cantidades. El dinero sistematiza en una unidad toda la complejidad del individuo. En este sentido, el tercer editorial de El País es un modelo retórico en sí mismo. Este editorial se publicaba el viernes nueve, a la vez que la columna donde Millás decía: “vamos hacia una organización económica insolidaria, atroz, injusta, antidemocrática”. Millás de nuevo relacionaba este hecho no con el capitalismo y sus cifras ni con las democracias que lo articulan sino con la extrema derecha que, misteriosamente, ha llegado al poder. Millás se ve abocado, como el resto de los columnistas, a un cúmulo de contradicciones internas. El editorial en cambio parece decir: dejémonos de palabrería y hablemos de lo que ha sucedido en realidad, a saber: “el factor Katrina simplemente ha complicado un shock petrolero de demanda con otro
shock de oferta. Se supone que el choque de oferta será pasajero y que la producción afectada se recuperará”.
Voy a referirme a un último tópico muy usado por los columnistas esos días, el resurgir. El domingo once, Manuel Vicent lo enunciaba de esta forma: “Nueva Orleáns será salvada de las aguas por sus enamorados de todo el mundo que queremos viajar junto con Vivien Leigh y Marlon Brando (...) en el Tranvía Llamado Deseo”. Y Montero escribía: “Con el tiempo, llorarán a sus muertos, asumirán sus duelos”. No me cabe duda de que las personas privadas de hijos, amigos, hermanos y también de cobijo, también de un lugar donde caerse muertos, privadas de todo eso no por el huracán sino por los intereses que incluso el mismo periódico de esos columnistas había criticado, no me cabe duda de que esas personas verían en las dos frases que acabo de leer muestras de un cinismo intolerable y sangrante. Tampoco me cabe duda de que por la cabeza de ninguno de estos columnistas jamás pasó ni remotamente la posibilidad de que sus frases fueran entendidas de un modo sarcástico. Regreso entonces a Aristóteles para explicar a qué pueda ser debida esta suerte de distancia insalvable entre formas de mirar.
Recordarán que para Aristóteles el ser, la vida, funciona como elemento de restauración lingüística. Primero está la vida y después el lenguaje. Pero para Montero, como para Vicent, como es clásico en la posmodernidad, parece ser a la inversa. Es el lenguaje el que funciona como elemento de restauración, y así sus palabras, o los enamorados de una película, reconstruirán Nueva Orleans. Lo que ocurre cuando se abandona la exigencia de restaurar el lenguaje en la vida es que desaparece la obligación de argumentar. Al fin y al cabo, como también dice Montero, y cito: “Dentro de poco se habrá vuelto a remendar el vaporoso espejismo de la realidad”. Basta, entonces, con que funcione ese “vaporoso espejismo” en el cual el frío, la fatiga, las telas mojadas, el barro, no tocan la piel.
En cierto modo, no deja de ser un síntoma de salud, aun cuando insuficiente, la exigencia popular de que los políticos visiten los lugares afectados. Es insuficiente pero a partir de esa exigencia aún se puede fundar algo, construir sobre tierra y no sobre imágenes. Recientemente se publicaba en La Jornada un artículo en donde se daba cuenta de cuál es el equivalente material de palabras como las de Montero. Dice Montero en El País: “Limpiarán y reconstruirán día tras día, con tesón de hormigas, la ciudad devastada”. Dice David Brooks en La Jornada: “Una de las primeras decisiones del presidente George W. Bush, pocos días después del desastre en la zona del Golfo de México, fue suspender la ley Davis Bacon, que obliga a todo contratista que firma un convenio federal a pagar un sueldo equivalente a los niveles prevalecientes en la zona. El efecto de esta suspensión fue que empresas como Halliburton y decenas más cobraran al gobierno como si pagaran altas remuneraciones a sus empleados, pero desembolsaban menos que el salario mínimo para incrementar sus ganancias. Cuando residentes locales rechazaron salarios inferiores, o las empresas enfrentaron la realidad de que los trabajadores estadounidenses gozan de ciertos derechos, los contratistas optaron por la mano de obra inmigrante indocumentada.
Inmigrantes mexicanos y centroamericanos reconstruyen Nueva Orleáns y otras zonas devastadas por el huracán Katrina, pero en lugar de recibir gratitud son explotados, a veces vejados y al final sujetos a una ola de resentimiento y desprecio debido a las políticas federales de reconstrucción y las prácticas empresariales”. Si un día las tensiones entre los inmigrantes hispanos y los habitantes de Nueva Orleáns estallan, si se producen varios linchamientos o algunos otros hechos espectaculares, entonces imagino que volverá a empezar la rueda: apelaciones a la miserable condición humana, lágrimas de cocodrilo por las desigualdades, exigencias de cocodrilo pues se sabe que no se cumplirán, mala conciencia. Algo semejante a lo ocurrido tras la represión de los treinta mil africanos en Melilla. Decía Aristóteles: “deliberamos sobre o que parece que puede resolverse de dos modos, ya que nadie da consejos sobre lo que él mismo considera que es imposible que haya sido o vaya a ser o sea de un modo diferente, pues nada cabe hacer en esos casos”. Por eso cansan cada vez más los columnistas, y por eso quizá debieran cansarse, por eso entendemos por retórica algo vacío, hueco, falso.
Pues si sabemos que en este sistema político y económico no existe posibilidad de que estos hechos puedan resolverse de dos maneras, sino que hay una sola manera posible, entonces ¿cómo no desconfiar de quienes hablan como si deliberaran, como si en verdad tuvieran algo que proponer? Y si no hablan para proponer nada, si los asuntos sobre los que se pronuncian no podrían ser de otra manera ¿entonces por qué no guardan silencio? Sospechamos de su retórica pues si en verdad piensan que “vamos hacia una organización económica insolidaria, atroz, injusta, antidemocrática”, entonces ¿cómo pueden seguir defendiendo a los partidos, a las instituciones y a las empresas que sustentan esa organización?


posted by Ignacio Echevarría at 2:25 PM
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viernes, octubre 28, 2005

LAS PALABRAS DE LA TRIBU (1)

En la tarima, el profesor Echevarría va dando la barrila. La perorata del día se titula El Ejercicio del día. Bajo ese epígrafe, invierte un 25% de su intervención en un chiste alargado. Luego va y transcribe un texto de otro autor –50%-. El 25% restante lo invierte en juegos de bengala. Qué tío. La docencia ha ganado un pollo que hubiera sido un gran periodista de suplemento semanal. Acaba la clase arreando, se enciende un pito, se sienta tras mesa, saca el Marca y nos manda, en efecto, a hacer fichas. Para matar el rato, le escribo una guarrada a Puri, que se sienta en el pupitre de al lado. “Puri: te lo enseño si tu me lo enseñas”. Plaf. “¡Martínez, Tesequieto!”, berrea don Echevarría. Me aburro. Pillo una mosca. Le arranco las alas. Me como las alas. Saco punta al lápiz. Se lo enseño a Puri aunque no me lo enseñe. Plaf. “¡Martínez, segundo aviso!”. Y, finalmente, cojo la libreta y, para matar el rato, redacto el Pequeño Diccionario Martínez de Palabras y Alocuciones CT, dividido en dos partes: a) vocabulario literario, y b) vocabulario político-periodístico. Ahí va. Si lo quieren ver, salten de párrafo. Puri, si lo quieres ver, sólo has de. Plaf.

A-VOCABULARIO LITERARIO CT.
La CT no es un concepto. Es un periodo. Que dura más de lo que higiénicamente debería haber durado. La CT es una cultura que impregna la política y los productos culturales nativos. Como todas las percepciones culturales –ofrecer tu señora a otro esquimal, matar a otro tejano si pisa tu propiedad- sus estridencias son difíciles de ver para sus usuarios. La CT es una construcción nominal. Aquí siguen algunas de las palabras y conceptos más frecuentes en la literatura local. Ya me dirán que les parece. Les agradecería que los ampliaran con otros.

-CONTAR HISTÓRIAS. Oficio de los escritores CT que citan cuando les pones una alcachofa delante de la cara y les preguntas por su oficio. “Yo sólo quiero contar historias”, dicen. De lo que se desprende que el oficio de escritor, con el devenir de los siglos, se ha convertido en lo que era varios siglos antes de Homero, el primer pollo que, por fin, ya no explicó sólo historias. Contarhistorias es un oficio, por otra parte, como el de haceralfombras. A saber: artesano y sin ideología. De lo que se deduce que una parte notoria de los escritores españoles, en realidad, les gustaría haceralfombras.
-LOS MÁS DIVERSOS OFICIOS. Oficio que desempeña un escritor en las solapas de sus libros, ante el terror de llamarse inteletual, escritor y, por ende, dejar de contar historias.
-DECLARACIÓN CHORRA. Las que dice un escritor en un diario. Verbigracias: “Siempre he confiado en los personajes secundarios”, “Nunca se ha de despreciar una trama secundaria”, o “Escribir es vivir varias vidas”. Posteriormente a esos titulares aparece entrevistas o informaciones chorras, en las que, como el titular indica, no se habla de nada. Esa costumbre a) ilustra el terror a hablar de algo, b) lo poco que tiene que decir un autor, o c) lo que debe de decir la prensa para hablar de algo sin opinar. Ese tipo de titulares y artículos sobre cultura son genuinamente españoles. No suceden en otro país europeo.
-INQUIETANTE. Adjetivo que aparece en una reseña o en la solapa de un libro para intentar demostrar que una novela, en todos o, al menos, en algún tramo, es chachi-piruli. El adjetivo puede ser muy útil para hablar de minifaldas –“Puri, ponte la minifalda inquietante, porfa”-, pero es poco útil aplicado a la literatura –“salga de casa o le enseñaré una novela inquietante”, no asusta a nadie-. El adjetivo indica tal vez cierta convención para hablar de novelas convencionales, de las cuales sería imposible hablar sin contener la risa si no se recurriera a la convención.
-MEDITACIÓN. Sentido último de las novelas. Y de las pelis. Una novela, una peli, es una meditación acerca de lo que sea. “Tal novela es una inquietante meditación acerca de –y aquí empieza el delirio- la soledad, el sinsentido de la vida moderna, o el vació de las relaciones, por citar algunas solapas. El palabro meditación es a) otro convencionalismo utilizado para tratar a destajo novelas convencionales y, b), el indicador de que los productos culturales españoles tienden a la tomadura de pelo: te tragas una hora y pico de peli o 300 páginas de novela y, rayos, sólo adquieres una meditación. Y no, pongamos, una cosmovisión. O una demolición.
-ASESINATO. Motor del 50% de las novelas españolas. Sucede en un lugar indeterminado entre la página 10 y la 50. Posteriormente se inicia un proceso de meditación inquietante.
-BARRIGA. Lo que le sale a una novela española hacia la página 60.
-FONDONA. Motor del otro 50% de las novelas españolas, en las que una fondona descubre que tiene sentimientos o/y clítoris, en lo que es una meditación inquietante.
-GUERRA CIVIL. Aparece en novelas con asesinato y con fondona. SI bien la CB –Cultura Brunete- tiene su propio acceso al tema –la Guerra Civil es un acto épico y de legítima defensa del liberalismo español, que heroicamente y con escasos medios, se enfrentó a la barbarie del stalinismo totalitario sin más ayuda que la aviación nazi y sus bombardeos con fósforo, la infantería italiana, chorrocientos mil regulares y tipos folladores, entrañables y simpáticos como Ridruejo-, la CT canónica ha creado su propio y exitoso acceso. En ese acceso hay un republicano que muere de la página 10 a la 50, o que tiene más y mejores sentimientos que una fondona. De manera que el posible legado de la República o la izquierda a nuestros días es el buen rollito y las buenas vibraciones. En lo que es una inquietante meditación como un piano de cola.

Echevarría. Mejóralo o invalídalo. Pero deja de leer el Marca. El próximo día te suelto el vocabulario político-periodístico CT. Tic-tac.

jueves, octubre 27, 2005

EJERCICIO DEL DIA

El profesor Echevarría llega hoy con extraña puntualidad y cargado de papelotes. Con la vista, recorre desafiante toda la clase y al final clava la mirada en Martínez. El pobre Martínez piensa que le va a caer un chorreo por el retraso de ayer, pero en lugar de eso el profesor Echevarría (algo escarmentado con esto de las cenas, después de las 6 raciones 6 de rabo de toro de lidia de la otra noche, ¿o era de bisonte?) le felicita por su última intervención.
— Muy bueno lo de la Janer, Martínez. Me gustó la caracterización que a su propósito hacía del escritor CT. Es un buen punto de partida. En cuanto al discurso del principote, volveremos sobre él.
Aliviado y contento, Martínez se da la vuelta y mira al resto de la clase con expresión de choteo. Es el momento que aprovecha el profesor Echevarría para interpelarlo de nuevo y decirle, sacando uno de sus papelotes:
— Ahora, Martínez, haga el favor de subir a la tarima y léanos esto.
Martínez obedece y lee lo siguiente:
“Los próximos días 7, 8, 9 y 10 de noviembre, el Círculo Lateral, la asociación cultural avalada por el prestigio de la revista homónima, y la Facultad de Ciències de la Comunicació de la Universidad Autónoma de Barcelona organiza las Jornadas "Literatura sin ficción”, con prestigiosos escritores, periodistas, profesores y editores de la talla de Daniel Schneidermann, Juan Villoro, Empar Moliner, Ignacio Martínez de Pisón, Arcadi Espada, Guillem Martínez, Bru Rovira, Francesc Escribano, Jorge Herralde, Margarita Rivière, entre otros.
“Durante cuatro días, los apasionados de la realidad se reunirán para debatir sobre las relaciones entre periodismo, literatura y ética, analizando los géneros de gran vigencia como la crónica, el gran reportaje y el blog periodístico.
“Debido a su interés multidisciplinario, las Jornadas están enfocadas tanto a los periodistas, escritores y estudiantes universitarios, como al público general
“Un cordial saludo, Esther Congost.”
— Ya puede usted volver a su asiento, Martínez. Por cierto: no sabía que era usted un periodista de la talla de Margarita Rivière. O de Empar Moliner. Ya me dirá usted dónde se viste —dice el profesor Echevarría, sin reprimir una de esas sonrisitas que irremediablemente le provocan sus propios chistecitos, sobre todo cuando son muy malos. Y añade a continuación—: Como ejercicio para toda la clase, quiero que comenten esta notificación desde el punto de vista de la CT. Consideren la entidad convocante, consideren también a los participantes, y finalmente el guión de las jornadas, que les inserto entre los comentarios de día. Que conste que algunos de los ponentes son amigos míos, así que ojo con lo que dicen. Lo importante es que empiecen a adiestrarse en reconocer y caracterizar eventos CT, por aparentemente insignificantes que sean, y admitiendo la posibilidad de que en ellos participen ocasionalmente elementos no-CT, como es el caso de nuestro querido Martínez y algún otro. Otro día analizaremos desde esta misma perspectiva el acto de presentación de Canal 4, aunque imagino que muy pocos entre ustedes habrán tenido la dicha de verlo por televisión. Así, poquito a poquito, nos acercaremos a la madre del cordero. Pero ahora aprovechen el puente y hagan sus deberes, que yo tengo prisa y además no me acordaba de que el amigo Pep venía hoy. Por cierto, Pep, usted y yo ya hablaremos. ¿Le parece a usted bonito?

posted by Ignacio Echevarría at 14:45 PM
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INTERMEZZO. EL DESENCUENTRO (1)

Hola. Empordà D.F. Frontera laxa. Aprovecho esos dos datos para irme a pelarme un cassoulet por 5 euros al restaurant del pueblo. No sólo trae como equipamiento de serie el confit y la saucisse de Toulouse –una butifarra meditada y mejorada-, sino que el cocinero le ha colado un par de gésiers que tiran de espaldas y, por el mismo precio, ha colacado unos haricots blancs tres tallas mayores que los invertidos en un cassoulet de Castelnaudary alfa-omega. Mi marca favorita es la marca Gratis. Lo que como se le parece mucho. Mientras me pelo un orujazo y medito que la vida es sencilla como un anillo, el cocinero sale de la cocina y la lía con algunos amigotes. Como todo el mundo desde hace un par de años, habla de política. En la conversación –transgeneracional: personas de 20 años, de 30, de 50 y un excombatiente republicano al que, según oigo, le dieron para el pelo en el campo de Argelès sur Mer, a pocos kilómetros de aquí, aquí, y en un campo de Castilla, también a pocos kilómetros, epistemológicos-. La conversación va sobre el Estatut. Pero pasa rápidamente a la COPE. Todo el mundo está asustado por la COPE. En el pueblo, por cierto, no hay bandera española. No la hay en toda la comarca. La COPE diría que eso es un desafío inconstitucional. Es posible que no sea otra cosa que otro susto. En la guerra la comarca fue brutalmente bombardeada por los chicos de la bandera. Luego los chicos de la bandera se emplearon a fondo. No hay banderas en los ayuntamientos por la misma razón que, si se pudiera elegir, no habría COPE en la radio. Por susto.
Bueno. La conversación, una conversación sin interlocutores, igual pero muy diferente, por tanto, a la COPE, esa cosa que no sólo necesita acólitos y no interlocutores, ilustra un desencuentro. EN los días siguientes la cosa Echevarría será interrumpida con intermezzos sobre el desencuentro. Ahí va le primero. Canta: Pep. Interpreta: Cartas de Maragall y Unamuno, lo que remite a un encuentro. Sin bien tan lejano y vetusto que tal vez ilustra i enfatiza el desencuentro. Yo qué sé. Señoras y señores: Pep. Echevarría. Tic-tac.

-SURTIDO DE IBÉRICOS.
“Así puede afirmarse que no existe ni un solo español, si lo es verdadero, que tenga derecho a llamarse liberal: aquí el liberalismo es una ficción, una hipocresía, un distintivo de tribu para luchar contra otras; nada más. Aquí todos queremos hacer nuestra santa voluntad... y que los demás se sometan a ella”. Hola, aquí Pep, otra vez con el Estatut. Esta cabal descripción del liberalismo español es de Maragall. De Joan Maragall, el poeta. Tiene la misma actualidad que sus referencias al ”matonismo parlamentario o de tertulia que habla rotundamente en nombre de España, que da y quita patentes de patriotismo, y que anatemiza urbi et orbi, como filibustero, todo impulso de vida que intenta penetrar en la gran momia patriótica”. Fresco como un robelló / níscalo recién cogido –ñam-, y como la mayor parte de la correspondencia que mantuvo con Miguel de Unamuno. Hay excepciones, empero, como la aparición de costumbres arcaicas que hoy han caído en desuso: en una de las cartas Maragall afirma estar muy ocupado leyendo manuscritos para un concurso del que es jurado.

La mayor parte de las cartas que se enviaron versa sobre artículos y libros. En esas cartas comparten su pasión por las traducciones, su europeísmo, y dialogan sobre España desde la complicidad. Pero también se hacen amigos. De hecho, ambos proyectan la fundación de una revista ibérica escrita en las lenguas penisulares –proyecto liquidado por la muerte de Maragall-, y Maragall se llega a hacer cargo de uno de los hijos de Unamuno –“tengo trece hijos; ahora serán catorce”-. Como se ve, todo tan anti-español como un estofado de toro de lidia –ñam-.

España, en las cartas, es una unión. Una unión es una cosa sensiblemente diferente a una unidad. En una unión uno puede entender que el catalán es un idioma español, y que el castellano es un idioma catalán. En una unidad uno sólo tiene un dedo para contar, y suele ser el mismo que se usa para señalar. Además, las cartas permiten estudiar detenidamente el anti-españolismo del catalanismo político. El catalanismo político es un movimiento cuya pasión es reformar España. O sea, anti-español. Como la República, la enseñanza laica, la vía de investigación de la prensa internacional o el no a la guerra.

“Visca Espanya!”, de Maragall, es un título manifiestamente claro para cualquiera que sepa leer. En dicho artículo, que empieza ciscándose en los que nos lo quieren hacer gritar “como un inri porque al decir España quieren decir ellos”, Maragall defiende la necesidad de que los vivos tomen la palabra frente a los que viven de la muerte aparente de España –como es tradición, la madre de la patria en esos momentos andaba rentabilizando la sangre de los muchachos de las colonias, y viendo separatismo en todas partes-. La propuesta de Maragall es como sigue: “¿Españoles? ¡Sí! ¡Más que vosotros! Pero, ¿cómo debe vivir España? No arrastrándose por las callejuelas provincianas del caciquismo; no agarrotada, como hasta ahora, en las ataduras de un uniformismo que es contrario a su naturaleza; no en la falta de sentido de los partidos viejos ni en el aire corrompido de un centralismo cerrado a toda penetración del aura popular… sino que ha de vivir a los cuatro vientos de los mares que la rodean; debe vivir la libertad de sus pueblos; cada uno libre en sí, sacando de la tierra propia el alma propia, y del alma propia el gobierno propio, para rehacer todos juntos una España viva, gobernándose libremente por sí misma. Así debe vivir España. Visca Espanya!”.

Poco después, Unamuno le responde en “La España Nueva”, dedicándole un artículo titulado “Contra los bárbaros”. En él, Unaumuno lamenta la ingenuidad de Maragall –que llega incluso a tirar de preguntas retóricas en posición dudosa, como “¿Atiaréis al ejército contra nosotros, contra España?”-, y comienza mostrando su irritación porque un periodista traduce con un “¡Muera España!” un “¡Gora Euzkadi!”, irritación pareja a la que le produce ver traducido el artículo de Maragall: “Y así de continuo, porque los bárbaros abundan. No saben traducir, ni quieren saberlo. Cuando van a oír a alguien, no van a oír lo que se les diga, sino lo que se figuran que les iba a decir. Y son inútiles sus esfuerzos”. Insiste: “¡Ay, querido Maragall, su «Visca Espanya!» rebotará contra la authadia, contra la insolente arrogancia de los bárbaros! Querrán que lo grite usted en castellano ¡viva España!, y sin contenido, sin reflexión, como un grito brotado, no del cerebro, sino de lo otro, de donde les salen a los bárbaros las voliciones enérgicas”. Y por último, desiste: “¡Qué tristeza, querido Maragall, qué enorme tristeza me causó el leer traducido, después de haberlo leído en ese hermoso catalán que usted siente, quiere y magnifica a España, su visca Espanya! Y me acordé de aquel su otro: ¡Adéu, Espanya!”.

Con esta, España ha sido citada veinte veces en este texto. Ello me lleva al apartado de preguntas: ¿serían ustedes capaces de citar siete diferencias entre el nacionalismo español y lo que Fernando Savater llama candorosamente no-nacionalismo?; ¿cometerán Martínez y Echevarría nuevos incumplimientos reglamentarios que redundarán en beneficio de mi estómago?; ¿cuándo Echevarría pagará la ronda que nos debe?. Y lo más importante: ¿vamos a ver el día en el que yo le pague algo a Martínez?
Pues no lo sé, señores. Pero lo que es seguro es que si el artículo 1.1 del Estatut acabara transformado en un “Catalunya es una no-nación”, habría que erigir estatuas ecuestres a sus redactores.

Pep

miércoles, octubre 26, 2005

HR (HIPOTECA REMUNERADA)

Lo siento. Estaba cazando bisontes como un poseso. He cazado tantos bisontes que la OMS ya habla de la gripe del bisonte. Bueno, Echevarría, al tajo. Muy bueno lo de grandes momentos CT. Y lo del vocabulario CT. Estoy trabajando al respecto. En unos días te cuelgo un diccionario tan cachas que no tendrás más remedio que pagarme el monto de cenas que me debes. Por otra parte, emplearé el espacio de hoy en tres cosas. A saber: a), b) y c). Los temas a) y b), como su nombre indica, son puntos que anuncié que trataría. El punto c) es un cuelgue del día. A través de a), b) y c), empero, trataré la CT con absoluta rigurosidad PH, herramienta echeva-bertoliana que nos puede ir de perlas. De hecho, es la herramienta que, ahora que lo pienso, he utilizado a lo largo de los 9 bravos meses 9 en los que he estado intentando describir la CT de los XXXX. Por otra parte, el concepto PH me parece tan brillante que sólo le puede hacer sombra el concepto Hipoteca Remunerada. Cuando llegue a existir. Por eso he titulado a mi redacción libre de hoy tal que así.

-PUNTO A). EL CONFLICTO EN LA CT. Un último detalle sobre lo del Planeta. La última noticia, previa a que el Planeta volviera a ser un premio literario, sus premiados unos autores, y la promoción que, en este momento deben de estar acometiendo, un acto rutinario de la CT, fue la siguiente. Marsé dimitió tres veces como jurado. La primera, tras darle chorrocientos millones a la Extevarría. Lo cual ilustra el carácter integrador y buenrollista de la CT. Para hacer efectiva una ruptura –o polémica, o golpe sobre la mesa, u opinión beligerante-, la CT siempre te ofrece tres altenativas. Es más, te puede llegar a ofrecer 100, 1000 o 1.000.000, a cambio de que no selles la ruptura. Ojo al dato. ¿Fue éste tu caso, Echevarria?

-PUNTO B). LA JANER. Te decía que la Janer es una escritora CT, y no una escritora de mercado. Y aquí, escritor de mercado: aquel que escribe bajo un criterio, mundial y exportable, de literatura como divertimento. Verbigracia: Zafón. Si los autores españoles fueran mayoritariamente como Zafón, este blog no existiría. O acometería otro tema. La cultura Occidental. O qué se yo. Un escritor CT no es –sólo- un escritor de masas. Es un escritor comprometido con una forma de emitir cultura, que a su vez está comprometida y confundida con un modelo de emitir política. Una forma de entender la literatura que, por narices, incluye la CT en todos sus momentos. De manera que, sin CT, no existiría ni esa literatura ni ese autor. En la reducida biografía profesional de Janer igual se extrae un canon de lo que es el intelectual CT. Ahí va –mejóralo-: a) es un intelectual que canaliza su obra a partir de premios –de los chorrocientos libros de la Janer, me temo que todos han sido la triste consecuencia de un premio-, b) es un intelectual que apuesta por la sentimentalización –el llenapistas de los premios locales; en ese sentido, la Janer es un Gala mejorado; es decir, con tetas-; c) es un intelectual que participa en medios escritos con artículos que no aportan nada, salvo recordar al lector que existes entre una novela u otra –este hecho es determinante en el periodismo español-, d) es un intelectual que mata a su padre por aparece en la tele, la gran vertebradota de la cultura en España, que no en Francia, Alemania o UK; la Janer, en ese sentido, ha hecho todo lo posible para aparecer en la tele; después de dar la barrila, se le dio un programa en el segundo canal de TV3 sobre universidades; ante la sorpresa del pollo que se lo propuso, aceptó más contenta que una ancoha; la explicación a esa alegría quizás está en el aforismo “si no apareces en la tele cada semana estás muerto”, atribuido a Quim Monzó-. Y, e), es un intelectual vinculado con lo PC –lo Políticamente Correcto-, otra aportación básica de las izquierdas a la CT. Para argumentarse a sí misma, por ejemplo, habla de ataques masculinos a su hecho femenino. Es más, siempre que puede argumenta que sus ataques son normales en una tía buena que, además sabe escribir, lo que no sólo cuestiona su escritura, sino sus dioptrías. Bueno. Como ves, no señalo el uso de una lengua u otra. Es indiferente en la CT, esa cosa que admite autores, con el mismo patrón que he dibujado, pero en todas las lenguas oficiales.

-PUNTO C). LA MONARQUÍA. Uf. Cómo pasa el espacio. En el punto c) te apunto un aspecto HP de la CT. SU carácter de cultura de Estado. Lo haré a través de un resumen del discurso del príncipe en la entrega de los Premios Príncipe de Asturias. Un acto absolutamente CT, y que dibuja las diferencias entre la anterior monarquía –el único dialogo de Alfonso XIII con Ortega fue el siguiente: “debe de ser muy duro estar pensando todo el día, ¿no?”- y la de esta mañana a primera hora, que no tiene fricciones con una cultura que, a su vez, no tiene, por definición, fricciones con el Estado. Ni con esa región extraña del Estado que va y se llama monarquía. Resumo la intervención de The Bourbon que leo en El País, único diario, de los que ley el domingo, en transcribirla. Empiezo en el momento en el que, by the face, el orador “defiende con firmeza la Constitución” –pregunta: ¿ante quién? ¿quién la amenaza con firmeza?; la CT, cultura de integración, necesita, snif, un enemigo non-stop-. Posteriormente, el orador establece una relación íntima de la Transi con los premios. Coge todo ese pack y lo relaciona ´con su padre. Alude a las víctimas de terrorismo para volver a hablar del éxito colectivo de la Transi, sellando en la COnsti del 78 -La Amenzada, por diferenciarla de La Pepa-. La Consti es, a su vez, fruto de la “responsabilidad”, del “sentido del Estado”, del “respeto” y de la “reconciliación” –a) toma diccionario CT; b) de lo que se deduce que lo que sea tildado de no-Consti, de no CT, no es responsable, etc-. Califica la democracia española como “monarquía paralmentaria”, y a la monarquía como “servicio a España”. EL redactor señala aquí aplausos “en presencia de Maria Teresa Fernández de la Vega” y de Moratinos, por lo que da a entender que fueron aplausos en contra de esas dos figuras, que se presentan tácitamente como los receptores del discurso constitucionalista / CT.
Amiguito, he aquí la CT funcionando a lo bestia y en lo que podría ser una metáfora condensada. Espero lo tuyo, pollo. Ponte las pilas, que nos hemos despendolado. Tic-tac.

lunes, octubre 24, 2005

PH (PROFUNDIDAD HORIZONTAL)

Aquí estoy, amigos. El profesor Echevarría ha necesitado cuatro días y una geisha para reponerse de la cena en Can Martínez. No es mucho, dada su edad provecta. Mucho menos si se considera el menú: quesos variados, garbanzos de la casa y, para terminar, estofado de rabo de toro de lidia. Les juro que no miento. Ni siquiera me ha dado por hacer una metáfora. ¿Se estará preparando Martínez para abrir un restaurante étnico en la Catalunya del II Estatut? De ser así, no dejen de pasarse por allí. Pero asegúrense de que están bien provistos de alkaselzer. Y de geishas.
Y ahora veamos qué tenemos por aquí. Hmmmm. En las filas del fondo parece que oigo murmullos y siseos, pero de momento haré como que no me entero. Antes prefiero quitarme de encima el turro que me viene dando Martínez cada vez que me ve —o que hablamos por teléfono— con eso de que nuestro intercambio en este blog debería crecer “más a lo alto que a lo ancho”. Haré como que entiendo lo que quiere decirme y le contestaré blandiendo un concepto acuñado por un buen amigo común, nuestro querido Constantino Bértolo.
(Entre paréntesis: aunque hablar bien de los amigotes es un típico rasgo CT, el caso es que Bértolo es uno de los ejemplares más genuinamente no-CT que conozco. Iba a decir el que más, pero ese puesto se lo disputa su propia mujer y amiga mía del alma Belén Gopegui. He aquí dos modelos a tener muy en cuenta cuando, como algunos, se quiere hacer inventario de bienes. Sin reclamar un estatuto marginal, pero sin hacer nunca el juego a la CT, antes combatiéndola en toda ocasión desde sus puestos respectivos, Bértolo y Gopegui nos van a servir en más de una ocasión para saber de qué estamos hablando. Cuando el “caso Echevarría” (a uno ya no le queda ni ese triste patrimonio en exclusiva: ahora hay un nuevo y mucho más candente “caso Echevarría”, que borra mi propia lápida), cuando el “caso Echevarría” I, decía, Bértolo escribió un artículo definitivo. “La muerte del crítico”, se titulaba (puede leerse completo en www.rebelion.org), y brindaba un agudo análisis de la raíz del problema que la CT tiene con la crítica, o al menos con cierta crítica. Fin del primer paréntesis.)
Y bien: para hablar del tipo de pensamiento y de sentimentalidad que articulan muchas novelas españolas, Constantino Bértolo ha empleado en alguna ocasión el concepto de “profundidad horizontal”. El concepto me parece pintiparado para referirse a la CT y al tipo de pensamiento y de sentimentalidad que ella representa y administra. Profundidad horizontal, Martínez (PH, como en los champús). Esa es la dimensión —uno sola, al precio de dos— en la que nos movemos cuando de la CT se trata. De modo que no me pidas que crezcamos a lo alto ni a lo bajo. Aquí solo podemos crecer a lo ancho. Y conste que esto va también para los de las filas del fondo.
El blog de Martínez lleva varios meses rondando el concepto de la CT. Y viene haciéndolo, quiérase o no, horizontalmente. La CT es un concepto líquido, algo que, si se pone encima de la mesa para hablar de ella, no hace otra cosa que extenderse y empaparlo todo. No es un concepto sólido, no se puede horadar ni se puede tampoco escalar. No se puede tampoco tallar. Todo lo más, puede zambullirse uno en él y nadar de un lado para otro. Se puede también bucear, pero nunca más arriba de la superficie. Así que no hay altura que valga, ¿entendido?
Viene esto a cuento de la poética que implícitamente rige el intercambio que Martínez y yo vamos teniendo en este blog. Aquí estamos para navegar alegremente por el concepto de la CT, como dos delfines. O como dos barcos patrulleros. Sobrevolar el concepto de nada nos serviría: del mar no se levantan mapas. Todo lo más, se levantan mapas de lo que no es el mar, y el mar es eso que queda en medio y que todo lo envuelve. Del mar, por otro lado, podemos sacar peces (¿nombres?) y decir cosas de él que nos ayuden a comprenderlo.
Lo diré de otra forma. A Martínez, por ejemplo, yo muchas veces no lo entiendo. Me gusta lo que dice pero no estoy seguro de entenderlo. Ni siquiera estoy seguro de que él lo entienda. De lo que sí estoy seguro es de que, en la tarea de él decir lo que dice y de yo tratar de entenderlo, entiendo muchas cosas. Y que de eso se trata, al menos en lo que respecta al santo y seña de este blog de Martínez: la CT.
Propongo que, de momento al menos, nos conformemos con eso. Propongo que nos planteemos navegar por el concepto en lugar de escalarlo. Me temo que no nos queda más remedio, por otro lado. Entretanto, y con el botín obtenido en cada incursión, quizá podamos ir conformando algo así como una Breve Enciclopedia Ilustrada de la CT, y amontonar sobre ella observaciones a las que, llegado el momento, sacar punta.
Si estuvieran ustedes un poco más atentos y tomaran apuntes, bastaría que los repasaran para saber a qué me estoy refiriendo, pues para esto el blog Martínez es una mina. Me refiero a cosas como éstas, por ejemplo: que la CT es “una cultura de Estado”; que “la CT no sirve para leer la realidad, sino para creer en ella”; que “la CT es una cultura sin crítica”. Martínez no para de decir cosas como éstas, y aquí todo el mundo se queda tan pancho. En lo que sigue, me propongo dar una vuelta a algunas de estas cosas, las que me tocan más particularmente. Entretanto, esta semana les voy a poner deberes a todos. Ustedes, los de las filas de delante: vayan preparando un vocabulario de palabras-fetiche de la CT (tipo ‘diálogo’, ‘consenso’, ‘seducción’, ‘fiesta’: deberán documentarse todas con declaraciones sacadas de los diarios). Y ustedes, los listillos, los de allá al fondo: a ustedes les corresponde ir preparando una lista de estrellas de la CT (nombres propios, ya saben, con testimonios incluidos). Con una cosa y la otra, iremos desbrozando el camino.
A trabajar, ale. Se acabó lo de seguir haciendo el vago. Esto no ha hecho más que empezar.
En cuanto a mí... Joder, Martínez, tu última pregunta es una putada. El concepto “cultura de masas” me parece que no tiene mucho que hacer aquí, por las razones que te explicaré. Yo prefiero el de cultura de mercado. Pero ya es tarde, y me he pasado de extensión, así que sobre esto último volveré mañana. O pasado mañana.

sábado, octubre 22, 2005

INTERMEZZO. EMISIONES NO-CT DE LA SEMANA

Como dicen en argentino, Echevarría, tú y yo hablamos, y lo demás es CT. Lo que aquí sigue, consecuentemente, es un intento de seguir hablando de lo demás, mientras tú y yo hablamos de lo que hablamos. Por cierto, me debes una nueva cena por no hablar a tiempo de lo que sea que hablamos. Tic-Tac. Bueno, el texto que interrumpe momentáneamente el echevarring tiene como propósito señalar varias emisiones de no-CT producidas en BCN, la –al parecer y hasta que nadie me demuestre lo contrario-, capital peninsular de lo no-CT. En el caso de que –ni idea- Lisboa no emita no-CT. En fin. Al tajo, que la faena se acumula. Les pido disculpas por cierto optimismo que se me cuela entre las palabras, pero es que ha sido una semana un tanto optimista para los chicos no-CT, que generalmente no nos comemos un kiki. Epistemológico.

-LAS LÓGICAS PARALELAS. Esta semana la lógica paralela de Maragall ha provocado una crisis gubernamental en Catalunya, una erosión bestia al proyecto de Estatut, y un tute king-size a la imagen seriada de ZP –o de lo ZP, lo no-CT en el actual Gobi central-. Los medios, por otra parte, han intensificado esos hechos. Y yo, que no soy votante sociata –no puedo; un día lo intenté, pero no lo conseguí-, pues también me lo intensifiqué hasta en la ducha. Posteriormente, o incluso, paralelamente, he ganado otra gama temática para describir el asunto. Maragall, como su nombre indica, mea fuera de tiesto. Pero también es posible que mee en un tiesto paralelo. Maragall, un pollo no sometido a la disciplina de su partido, que incluso hizo a su partido ir a las elecciones en coalición con Ciutadans pel Canvi –una asociación de izquierdistas independientes; es decir, que sentaban como el culo al PSC-, un Presi, por otra parte, de un gobierno de coalición, igual marca paquete, igual hace pókers extraños y sin precedentes –como su situación en su partido o en su gobierno, también sin precedentes hispanos-, para reubicar tensiones de poder. Para solucionar centros de equilibrios en su república presidencialista, inexistente, pero no tanto. Del Gobi Maragall ha salido el Estatut, un texto no-CT, un texto en una lógica extraña a la CT. Es normal que la lógica de Maragall también sea paralela. Por cierto, en breve me voy al fútbol con uno de los Consellers nominados por Maragall para salir de la Gene. La próxima semana les hago otro INTERMEZZO con lo que salga sobre esa posible lógica paralela.

-MÁS QUE UN CLUB. El Barça es lo que uno quiere que sea. Pero, en todo caso, no es un club de fútbol. Ese es el secreto. ¿Qué es? Es una mirada. Dos pollos del Barça se miran y comparten esa mirada. Que vete a saber lo que significa. Aquí el menda, verbigracia, ha compartido esa mirada con su papá, su hermano y alguna pájara. Y con todo lo contrario. Por ejemplo, Pujol o Piqué. El año pasado, en el estadio del Levante, cuando el Barça ganó la Liga, mi mirada, por ejemplo, se cruzó con la de Laporta. No tenemos especial contacto. Pero sin perder la compostura presidencial ni periodística, nos guiñamos, disrtamente, un ojo. Bueno. En tanto que mirada, la cosa tiene la imprecisión y la amplitud de todo lo que se queda en mirada y jamás pasa a palabras. Y mucho menos a texto. No obstante, en cierta región de la insatisfacción culé, es posible que viva un punto –un puntazo-, de lógica no-CT. El ejemplo de la semana ha sido la dimisión –es decir, la expulsión por la presión social, en ocasiones traducida a prensa y TV- de Alejandro Echevarría, miembro del patronato del Franco Endowment. Lo llamativo del asunto –como me señaló ayer mi hermano, un pollo que sólo observa lo llamativo de los asuntos; quizás por eso ahora está sin novia, ese asunto que siempre debe de ser llamativo-, es que se haya expulsado de una institución legal a alguien vinculado a otra institución legal, por pertenecer a esa institución legal. Subvencionada legalmente, por cierto, por el anterior gobierno, también legal y con una lectura de la Constitución que, un poco más, y es la única legalmente posible. Lo que invita a pensar que hay poéticas de la legalidad –poéticas no-CT-, que excluyen otras poéticas de la legalidad. La legalidad española, tal y como ha quedado después de la Transi, acoge en su seno trazos ideológicos, conductas, cosmovisiones, partidos y fundaciones legalmente constituidas, que no pasarían la ITV en Alemania o Austria. La expulsión, por aclamación, de un fascista de la estructura de un club de fútbol, no es importante. Es más, si se expulsara de las estructuras del fútbol peninsular a todoquisque con ramalazo facha, muchas presidencias de Primera y Segunda tendrían que asumirlas los Cascos Azules. Lo importante del caso de la cosa es que hay una sociedad en la Península con una idea de legalidad diferente a la legalidad estadística. Esa sociedad ha fabricado, además, un Estatut no-CT.

-MÁS QUE UN PARLAMENT. El Parlament de Catalunya durante las etapas geológicas Pujol fue una suerte de sede central del Círculo de Lectores. Todo el mundo sabía que existía, pero nadie tenía la necesidad de saber dónde, ni mucho menos de desplazarse. Con el Tripartit la cosa ha cambiado ciento y pico grados. Celsius. Esta semana, verbigracia, ha habido un pack de plenarios que han dejado a la afición con la boca abierta. El caso de la cosa era la lógica paralela de Maragall. El resultado fueron intervenciones cargadas de ideología, en las que muchas veces –en las intervenciones del Tripartit-, se vertebró idelogía, se habló de las izquierdas transformadoras y de sus paradojas. Con lo que se realizó una de mis fantasías: un parlamento hablando de paradojas. Es decir, de la vida.

-EL LÍMITE DE LAS COSAS. Ahora que me releo todo esto, deduzco que el lector debe deducir que en Catalunya, esta mañana a primera hora, se emite ideología. Mucha. Humm. Yo también lo deduzco. La ideología, el llegar a planteamientos a través de un periplo transparente, mediatizado por ideología, sobre todo si es izquierdista, no es CT. ¿Es normal, empero, tanta ideología? Supongo que no. En otras partes del blog he argumentado que la cultura catalana emite, básicamente, en CT. Miras la literatura catalana del día –tan intercambiable con la castellana que, zas, una pedorra catalana puede ganar un Planeta tranquilamente-, y no ves nada que te pueda orientar ante la ideologización rampante que se vive diariamente en BCN. Meditaciones: a) igual no se vive diariamente, igual sólo la vivimos los que nos va ese rollo. B) Igual es algo normal. Algo-normal: en España hay una derecha absolutamente ideologizada –es posible deducir que, además, en progresión; su discurso aún no ha tocado techo FAEScista-, por lo que es algo-normal que la izquierda también recuerde algo de sí misma. Otra opción –c- sería pensar que en la política catalana ocurre únicamente –es decir, precariamente- lo mismo que en Torre Vieja o en el Planeta: unos profesionales de una región de la CT –en este caso, la política-, ya no pueden más. Y rajan. But I like it. Por cierto, en un momento de un plenatio, el PP hizó aparecer el Planeta como metáfora CT y poara ilustrar la realidad. El COnseller en Cap argumentó que el Planeta no explica la realidad. Toma no-CT.

-LA OPCIÓN D. Igual hay otra opción. La D. Catalunya, sus élites y su parlamento emiten no-CT porque es posible. Es decir, porque apenas pueden hacer otra cosa. Por que no es un poder sensible de emitir CT propia. Y aquí recuerdo una comparativa que me facilitó Puigcercós entre el Congreso y el Parlament –el anterior; ignoro si las cosas continúan igual, a pesar de que el Parlament esté ahora, cada día, hasta el culo de periodistas-: “En el Parlament sólo tenías sensación de que pasaba algo cuando venía Pujol; aquello se llenaba de gente. En el Congreso, esa sensación es diaria”. Humm. Otra comparativa parecida que me transmitió Joan Herrera –ICV-: “En el Parlament no pasa nada. La gente escucha y deja hablar. En el Congreso todo es más intenso. El primer día que hablé, un diputado del PP me gritó: ¡Colgaoooo!”. Ya veremos.

viernes, octubre 21, 2005

LAS GRIETAS SON PARA EL QUE LAS TRABAJA

-EL ATACADOR DEL LECTOR. A) La fena con Efefarria y Fep fue muy fien, hips. B) Y no se engañen. Aquí no se explica nada del Planeta que nadie sepa. Porque c) esto no es un confidencial. De hecho es todo lo contrario. Es decir, un d) público. Que, por otra parte, e) intenta dibujar una cultura con serios problemas para ver un pepino e identificarlo como un pepino. Ustedes dicen que todo el mundo sabe lo que es el Planeta. Yo lo dudo. La CT impide verbalizar el Planeta, como impide verbalizarse a sí misma como una cultura de Estado, única en el mundo, que lo encorseta todo desde hace tres décadas. Y aquí inciso.

-HOLA. SOY UN INCISO. La cultura son unas gafas que no se ven. Si un guerrero cherokee, en algún momento de su biografía, afirmaba ser una mujer, todo el mundo, cuando lo miraba, veía una mujer. Gracias a las fabulosas gafas cherokees, se le pasaba a tratar como a una mujer. Nuestras gafas –gafas CT-, posibilitan que todo lo que se diga desde la CT, también sea cierto. La CT no tiene herramientas para negar los discursos verticales que se emiten desde la CT. Que el Planeta es lo que no es, que la cultura española asombra al mundo, que en el PP no hay ultraderecha fascista, que los GAL fueron una ONG, que había dos líneas de investigación, que situarse fuera de la CT –con una novela, una opinión, un artículo, un texto estatutario catalán- es patrimonio de mongos y maleantes, son algunos de los triunfos de la CT. La CT no sirve para leer la realidad. Sirve para creer en ella. Fin del inciso. Bueno, al tajo.

-RESPUESTA. LA GRIETA. Afirmas ver una grieta. Yo no la veo. Es más, el tema Planeta ha desaparecido rápidamente de la prensa. Duró el tiempo que estuvo rajando Marsé. No hay Marsé, no hay Caballero Bonald, no hay tema. La pregunta es, por tanto, qué tienen en común Marsé y Bonald. Respuesta: tienen una carrera hecha. Y prestigiosa. No pierden nada al verbalizar lo que todo el mundo ve –algo meritorio; en el cuento de Andersen sólo lo hace un niño; me imagino, por otra parte, que el tonto de clase-. La CT es muy estrecha. Un intelectual ingenuo –todos en la juventud rampante-, tarda muy poco en tocar los límites –ideológicos, temáticos, formales-, de la CT. Una parte notorio de nuestros intelectuales confunde esos límites con una meta. Una parte reducidísima los intelectualiza como límites. Y una parte aún más reducida se plantea permanecer en ellos o superarlos. Superarlos es un mal rollo. Profesional, económico, de imagen. Sólo superan el límite, por tanto, los niños de Andersen -que pasan a ser home-less de Andersen-. O las personas con un hecho profesional, económico y de imagen autónomo. En ese target es donde veo alguna fricción. Que no grieta. La fricción son declaraciones. Las grietas son, pongamos, artículos, actitudes beligerantes por escrito, en los medios y constantes. Te doy otro ejemplo del fenómeno. Cercas, posiblemente –tendríamos que tratar eso algún día- la Capilla Sixtina de la CT, después de su éxito, ha arremetido contra algunos conceptos CT en alguna entrevista. Hace unos años, no lo hubiera hecho. Es más, ni siquiera se le hubiera pasado por la cabeza la idea de que España es una patología cultural. Sobre la fricción, que no grieta: sólo llegan al límite de la CT –por lo que sólo lo ven, lo viven, deciden quedarse o deciden irse- los profesionales de la cultura. Sus emisores. Los receptores pueden, tranquilamente, pasar del tema. Es decir, optar por otra cultura. Por la literatura anglosajona, por productos de cultura de masas extranjeros. EL consumidor de vienes culturales nativo sólo ve los límites estrechos de la CT puntualmente. Por ejemplo, el 11-M, día –vamos, fueron 3 días-, en los que la cultura española no emitió, fracasó por completo. En toda la cultura española no hubo un solo niño de Andersen. Volverá a haber un 11-M –cultural, me refiero-, pues la CT ha permanecido intacta después de aquellos días en los que demostró al mundo –y lo que es peor, a su propia sociedad-, que sólo servía para publicitar. No para analizar. El análisis crítico, quedó claro, no es cultura española. Es más bien lo opuesto a la cultura española.

-PREGUNTA. LA CULTURA DE MASAS. Bueno. Hoy iba a coger el currículo de la ganadora del último Planeta, para intentar hacer un canon del intelectual CT y extrapolarlo a otros escritores CT que, por lo que sea –iba a intentar verbalizar también el concepto lo-que-sea-, en un primer instante no relacionas con la Janer. Pero lo haré mañana. Si quieres, y esta es mi cuestión, sáltate la casilla y respóndeme al punto al que pienso llegar. Punto al que pienso etc: la CT es, pese a todo, el acceso a la cultura de masas, esa tendencia internacional desde el 68, en España. En ese sentido, ¿en qué se diferencia la cultura de masas de la CT? ¿Quién es autor CT y quién es autor de masas? Te adelanto mi respuesta, que no mi argumentación. La Janer es CT como un camión.

miércoles, octubre 19, 2005

¿ES ESTO UNA GRIETA?

De acuerdo, Martínez, allá voy, tú lo has querido. ¿Consursitos a mí? ¿A mí concursitos, y a tales horas? Años llevo hincándole el diente a la cuestión. Y sí, me parece un buen hilo a estirar cuando, como aquí se habla de la CT. Un hilo largo, sin embargo, con el que podríamos pasarnos varias semanas haciendo ovillos, así que a ver si nos controlamos.

Para sacar al asunto de los premios literarios toda su miga, en especial si vamos a tratarlos como fenómeno CT, conviene que primero hagamos, como suele decirse, “un poco de historia”. Los premios literarios a libros inéditos, destinados a comercializarse después de obtenido el premio en cuestión, son, como ya todo el mundo empieza a saber, un fenómeno genuinamente español, importado desde la madre patria a algunos países de Hispanoamérica, pero desconocido en el resto del planeta. El primero de todos fue el Nadal, surgido en los años de hierro del franquismo, allá por los cuarenta, y constituido entonces en plataforma de resistencia y alternativa a la cultura oficial, por mucho que no renunciara a un cierto ánimo de lucro. En las décadas siguientes, la institución proliferó por doquier, presentándose siempre como una iniciativa particular destinada a paliar los efectos de la pertinaz sequía cultural provocada por la estrechez de miras de las autoridades franquistas y sus intransigencias. Y de esta forma llegamos a la Transición, en la que, con la legitimidad adquirida durante la dictadura, la institución de los premios literarios prolonga su existencia sin que a nadie se le ocurra cuestionar su razón de ser en democracia. Lejos de eso, los premios no sólo siguen proliferando, sino que asumen con tanta desfachatez como impunidad sus objetivos venales, que exhiben con desinhibición creciente, sin perder en ningún momento la complicidad de un estamento cultural que se lo pasa pipa entretanto, de cenorrio en cenorrio, quien más quien menos concurriendo unas veces en calidad de aspirante a galardón y otras en calidad de jurado.
Como metáfora de la CT, la institución de los premios funciona maravillosamente: una legitimidad sustentada por la resistencia —real o supuesta, por lo general más tácita que explícita— a la dictadura, permite que, ya en democracia, prospere un tejido de amiguismo y de chanchulleo que, al sagrado intocable de la cultura, corrompe y tergiversa la atmósfera moral del país. En el caso de los premios, como en el de la CT, el tinglado funciona gracias, por un lado, a la ya señalada complicidad del estamento cultural (que, brindándose como jurado, es decir, como tapadera, contribuye a camuflar con su prestigio lo que en puridad no es otra cosa que una operación de márketing), y por otro lado, la prensa (que consiente, al parecer gratuitamente, en dar entidad de acontecimiento cultural a lo que, por virtud de eso mismo, se convierte en una muy rentable operación publicitaria).
Expuestas así las cosas, los últimos acontecimientos vienen a “dibujar un escenario” (lo siento, pero hace días que me moría de ganas de emplear esta expresión) lleno de interés. Porque hay indicios para pensar que la cosa, al menos por lo que a los premios toca (pero quizás también, y por ende, por lo que toca a la CT), está agrietándose.
Dos escritores cuya calidad ética y estética está fuera de dudas, arrastrados, como todos, por el espíritu de juerga y de camaradería, también, por qué no, por la tentación de cultivar buenos contactos y ganarse fácilmente unas perras, descubren de pronto —¿por qué?— que están haciendo el payaso. Descubren algo más importante: descubren que no basta con darse de baja en la payasada, descubren que ha llegado el momento de hacerlo en voz alta, rompiendo las reglas del juego. En una intervención anterior aludí, en relación a mi propio “caso”, a la necesidad de recuperar la delación como ejercicio moral. Decías tú, Martínez, que la CT lo es todo, que ella sola acapara todos los nombres. Será entonces que la única forma de hacer crítica en la CT es mediante la delación. Dado que el mal se ha extendido tanto, la única forma de combatirlo no llegará desde fuera sino desde dentro, a través de quienes de pronto, y por las razones que sea, deciden romper el paso. La conducta de Caballero Bonald en el Torre Vieja y de Marsé en el Planeta indican que eso podría empezar a ocurrir de un modo generalizado.
Atentos todos a la reacción de la prensa. En el primer caso miró al otro lado y disimuló lo ocurrido. En el segundo caso, se ha apuntado al carro y ha ofrecido una amplia cobertura al escándalo. Cabe hacer interpretaciones taimadas de esto último, pero cabe también reconocer en ello, como pretendo, un indicio de que las cosas han llegado a un extremo tal que se empiezan a dar las circunstancias para que, con sólo un empujoncito, dar al traste con muchas cosas.
A ¡España! le falta un soplito de nada para irse al carajo. A la CT, quizá menos que nada: cuatro tipos —apartte de tú y yo— con ganas de jaleo que se pongan a decir que el rey está desnudo.
En cualquier caso, conste que yo estoy en pelotas. Pero no me quejo, ¿cómo iba a hacerlo?
Gran titular de la jornada:
“¡MARTÍNEZ NOS INVITA ESTA NOCHE A CENAR AL PEP Y A MI!”
A la salida, yo invito a una ronda.
A todos. Para celebrarlo.

martes, octubre 18, 2005

PLANETA IMAGINARIO

Echevarría, en tu última entrega –antimaragallista, es decir, orientada a dar explicaciones a tus votantes-, te saltaste una casilla, por lo que me debes una respuesta a mi anterior texto y, ya puestos, al que ahora te endoso. Me debes, en fin y también, otra cosa que, como sabemos que te va a doler, prefiero que te lo diga tu primera novia: “Echevarría, le debes una cena a Martínez. Y a mí todas las pensiones acumuladas desde cuando Boney-M”. Bueno, ahí va mi entrega de hoy, que va y alude a lo del Planeta. No se vayan, amiguitos.

-EL PLANETA COMO VERTEBRADOR DE LA COSA. El Planeta es un premio determinante por aquí abajo. Cosas determinadas por el Planeta: a) inventó un lector donde no lo había –en España, vamos-, b) inventó un acceso internacional al best seller donde no lo había –Gironella, el señor / patrón de recursos literarios instalado por aquí abajo, como señalas, nace en el Planeta-, c) inventó, o selló, la primera renovación literaria en los 70’s -Planeta y sus premios a MVM o Marsé posibilitaron la incorporación de un público ganso a MVM y Marsé; en ese sentido, aquí va la frase de MVM evaluando su Planeta: “si no hubiera ganado el Planeta, me hubiera tenido que ir a Brasil”, esa tierra de oportunidades-. Otra contribución del Planeta ha sido la CT, una forma de fabricar y emitir literatura, de la que el Premio ha sido experimentador puntero.

-PLANETA Y CT. Factores, y en ocasiones, contribuciones del Planeta a la CT. Humm. Vamos allá. El Planeta sabe tratar al periodista hispano, ese pollo que cuando yo era peque iba vestido de vendedor de güisqui en el far-west. Ahora va vestido de fallera fina. El periodista es, en fin -cito de memoria una buena definición aparecida en una biografía de Espada sobre Samaranch-, “alguién fácil de corromper, pues está acostumbrado al nivel de vida de sus entrevistados, y puede creer que es el suyo”. Y aquí es preciso señalar que la corrupción periodística no es, pongamos, Urdaci –aquello era ya una de las bellas artes-, es algo tan sencillo y cotidiano como mirar para otro lado, saltarse una línea, no ser problemático. O, incluso, ser bien educado y agradecido. El periodista, en ese sentido, es tratado como un pachá por Planeta. Al medio día, comilona y regalo –generalmente un regalo electrónico chachi-. En lo que es una metáfora, sorprende ver a gente tan bien vestida luchando por su regalo en la cola de los regalos. Los periodistas invitados –a comilona, cenorrio, regalazo y hotelazo-, vienen de toda España. EL acierto es no sólo confiar en los grandes diarios, sino en todos los pequeños, de provincias, que sacarán artículo al otro día. Un artículo, por otra parte agradecido. Lara padre –me caía bien aquel legionario; era como, salvando las muchas distancias, Gil o Lucky Luciano, no engañaba a nadie-, en lo que era un derroche de genialidad, aprovechaba el día del premio para, por el mismo precio –alto-, menospreciar a la prensa –iniciaba la rueda de prensa al grito de “y ahora hablen ustedes, que siempre están más callados que una puta en semana santa”-. En todo caso, la cosa funciona. Cuando, hace unos años, empezaron las críticas en petit comité a la cosa, el Planeta premió a periodistas. Con lo que –por corporativismo, por orden de la empresa del periodista planetizado, por corte, por buenos sentimientos o por malos sentimientos-, las críticas incipientes desaparecieron de la prensa. Otro aspecto CT es el público. AL Planeta asisten chorrocientos invitados –difíciles de ubicar en la sociedad; para mi que los sacan de una granja que tiene Planeta-, y en lo que es un fenómeno único en el Primer Mundo, representantes del Estado, subdivisión Generalitat –frase histórica de Lara padre que ilustra el poderío de una empresa que aún garantiza que BCN aún sea la capital mundial del castellano: “que no se me ponga tonto Pujol con el catalán, que le llamo y le digo que me llevo Planeta a Madrid”-, subdivisión Estado –siempre cae algún ministro, como poco; algo normal en la CT, lectura de la cultura de Estado; o al menos no–anti-Estado-, y subdivisión casa real –nota: el seguimiento informativo más punki del premio de este año lo vi, en lo que es una metáfora, en el Aquí hay tomate; tras entregar el premio, nadie aplaudió hasta que una de las dos infantas disponibles en el mercado empezó a aplaudir-. La aportación más importante del Planeta a la CT es, si exceptuamos la invención de un lector que no lee, la invención de la literatura y del autor virtual. Coger un pollo mediático, hacerlo más mediático tras el Premio, endosarle una novela prescindible -¿cual fue el último planeta de cierta calidad? ¿En los 70’s?- y vender chorrocientos ejemplares. Desde el Planeta a Gala y a Dragó, ocasión en la que –creo recordar, corrígeme-, por primera vez no hubieron críticas de circunstancias, sino abiertamente negativas –la tuya abrió la veda, supongo-, el Planeta ha descubierto que puede vivir sin crítica. Como toda la literatura CT/staff. También ha descubierto que puede vivir sin jurado. Volviendo a lo de la ausencia de crítica, corrígeme, pero mi sensación es que la crítica –positiva- sólo es necesaria cuando se intenta vender una novela a otra lengua.

-UN PREMIO QUE FUNCIONA SIN CRÍTICA. NI JURADO. Metáfora sobre el jurado del Planeta. Una amigote periodista se coló por error en la sala de deliberaciones en los tiempos de Lara padre. Los encontró viendo un partido del Espanyol. EL equipo de Lara padre y de 4 gatos más. El jurado este año estaba compuesto por Alberto Blecua –filólogo, un crack del siglo de oro, hijo de su padre, a su vez, hijo de su tiempo, la cultura republicana, por la que fue represaliado; Blecua fue mi profe; siempre que me lo encuentro, como a todos sus alumnos, me da dos besos; siempre que he necesitado algo, le he llamado y él me ha brindado su magisterio-, Pere Gimferrer –otro crack y uno de los pocos autores que sobrevivirán a la CT; sus poemas me volvieron majara en la adolescencia, sus Dietaris son fundamentales, su L’agent probocador es una obra absolutamente original en la cultura española-, Carmen Posadas, Antonio Prieto, Carlos Pujol, Rosa Regàs –autores planetizados o con relación comercial con Planeta- y Manuel Lombardero –el portavoz, supongo que el último eslabón de la cadena de mando-. Y Marsé –un crack al que, como lector, le debo una copa-. ¿Por qué algunos cracks se prestan a todo este juego? Pues por libre albedrío, por pasta, por promoción social, porque si no lo hicieran ellos lo harían otros. Ni idea. En todo caso, hasta ahora, no era un oficio sometido a sospecha. En el gran público, quiero decir. Te puedo decir que, cuando tras la concesión del premio, hablabas con alguno de los jurados que he calificado como cracks, todos miraban al vacío e intentaban salir rápido de la conversación. Salvo Gimferrer que, por lo que sea, parece tener una poética clara de lo que es su obra y de lo que es la cultura española. Este año, Marsé ha rajado. No mucho. En una cena o, incluso, en la cena del Planeta, se raja más. Pero ha rajado. Lo cual es meritorio. De entre todos los factores CT presentes en Planeta –la prensa, el Estado, el público, los lectores-, el único que ha traicionado la convención del Planeta –concurso del que se sabe el ganador mucho antes; mi record es el de Carmen Posadas, conocido con un año de anterioridad-, ha sido un profesional muy implicado en la estructura del premio. Una paradoja que me recuerda a Torre Vieja. Y, extrapolando, a la política catalana, ese biotopo en el que los políticos –lo más implicados en la estructura- son los menos CT del cotarro. Algo está pasando en la CT, en fin. Como sucede con los políticos no-CT, la prensa no ha hecho mucho pitote con el caso de la cosa. Lo ha descrito brevemente. Y ha seguido dando al planeta en tratamiento CT / convencional de cada año. EN otra cultura, la cosa hubiera acabado en sangre. En Francia, por ejemplo, hubo una crisis gubernamental porque las trufas negras se habían adulterado con champiñones. Imagínate si en el GOncourt, ese premio con otra coreografía, otros valores, otra poética de la cultura, se hubiera detectado champiñón donde debería haber trufa.

Mañana, si viene a cuento, te hablaré del carácter CT de los premiados. A ver si los extrapolamos por un tubo. No te duermas. Tic-tac.

lunes, octubre 17, 2005

REPLICAS

El profesor Echevarría ha aprovechado este fin de semana para hacer una sesión de tutoría y poner algunos puntos sobre las íes, no vaya a ser que la clase se desmande y al final no haya manera de hacerse oír.

A Bent Rotter: al hablar de la CT, y para explicarla, conviene, en efecto, tener muy en consideración la precariedad del tejido cultural español. Buena parte de la cultura de la simpatía, del buen rollo, del todos amigos que atribuye Martínez a la CT es consecuencia inevitable de la fragilidad de un tinglado cuyos integrantes tiene conciencia de que no resiste un soplo, mucho menos un puñetazo a la mesa. Que aquí no se mueva nadie, parecen decir todos, no vaya a ser que la cosa se nos quede en nada. Y que no se note que no llevamos calzoncillos.
Con esto cabría enlazar la vieja idea de que en España, lo mismo que en tantos países de Latinoamérica, la posmodernidad advino sin pasar por la casilla de la modernidad. Podría tratar de explicarse la CT desde este punto de vista.
En el campo más estrictamente literario, la precariedad se deja notar en el hecho sólo a primera vista chocante de que la industria editorial sólo reconozca dos modelos de lector: el lector al que no le gusta leer, y el lector al que, sobre todo, lo que le gusta es que le guste leer. Quizá haya ocasión de volver sobre esto.

A Anonymous B: No habría de extrañarle que “por aquí, todos los encuentros y todos los encontronazos sucedan en El País”. Se está hablando de la CT, y El País es el boletín de la cosa: no hay manera de hablar de lo uno sin lo otro.

A Bloguero: Una de las formas de combatir la CT es levantar el inventario de sus daños, y eso es algo que conviene hacer con hechos concretos y cifras reales. Con nombre propios o, dado el caso, expropiados. Vale que los acusicas están mal considerados; pero recuérdese que el oficio de intelectual lo fundó un señor que se llamaba Zola cuando publicó un artículo que se titulaba “J’Accuse”.

A Anonymous A: Creo que en definitiva nos entendemos los dos. Por lo demás, el malentendido y la atribución indebida constituyen la salsa de toda polémica, así que mal va quien se dé por ofendido en todo esto. Ya he dejado claro el juicio que como escritor me merece Millás, un tipo, por lo demás, de lo más ocurrente y simpático. Añado ahora que ya está bien de poner la literatura a un lado y todo lo demás en el otro. ¿Cómo se hace para que a uno le guste un escritor modélico de la CT si se abomina de ésta?

A Anonymous C: Su lista de 30 + 30 nombres es una demostración de la necesidad y también de los riesgos de dar nombres. No-ser CT no implica necesariamente ser no-CT, a ver si queda claro. Estoy de acuerdo con Anonymous D cuando le objeta que muchos de los nombres que usted da “no existen como emisores culturales diferenciados de la CT”. Sospecho, incluso, que bastantes de ellos son aspirantes a CT, todavía en la sala de espera (me tienta señalar algunos, pero me faltan pruebas). Dudo mucho que ni ellos ni usted puedan decir tan alegremente que no tienen “ABSOLUTAMENTE NADA QUE VER” con la CT, menos aún así, con mayúsculas. De esa doble lista, en la que hay bastantes nombres que no conozco (por cierto: mi madre es no-CT, y no la veo mencionada), por sólo unos pocos apostaría más de diez euros a que representan o pueden llegar a representar algo frente a la CT. Doy los nombres: Julián Rodríguez, Flavià Company, Ángela Molina, Germán Sierra, Isaac Rosa y Manuel Borja-Villel. Que los demás disculpen mi ignorancia, o mi escepticismo, o mi desconfianza. No pertenecer a la CT no está mal, pero aquí se trata de algo más.

A Ohmmm: mmmmmmmmmmmmm...

A Juan Carlos: me encantaría compartir su optimismo.

A Martínez: esto ha sido un paréntesis, y no sienta precedente. Quería meterlo en la sección de comentarios, pero me he liado. Luego sigo con lo tuyo.

viernes, octubre 14, 2005

CB

-CAPTATIO BENEVOLENTIA. A) Saludos desde el Empordà, donde estoy aislado por lo de las riadas. Meditación over riadas: en New Orleans los negros no se desplazaron de sus casas. En el Empordà ha sucedido lo mismo con los eslavos y los moros. Los desplazados son las personas más reacias a desplazarse. Lo que invita a suponer que su último desplazamiento –a New Olrleans o a New Empordà- fue debido a una violencia mayor que una riada descomunal.

-NOMBRES. “La primera forma de la crítica (es) nombrar, enumerar, inventariar”. Utiliza pues, el punto de vista de la crítica Yo utilizaré el mío. Que es el que he venido utilizando en estas páginas. Y que no es el de un crítico –un crítico, no debe jamás hacer lo que yo hago: escribir otros géneros-. No creo que tengamos encontronazos. Utilizaré nombres, como hasta ahora. Es decir, con mucho cuidadín de que estas páginas no sean un confidencial, sino la experimentación de una lógica a tomar por XXXX de la CT. Por otra parte, pollo, ya es hora que demostremos el movimiento andando, y que esto que ambos escribimos crezca más a lo alto que a lo ancho.

-GRUPOS. Si te parece, empezaré satisfaciendo tu/mi “necesidad de constituir (…) bloques de opinión diferenciados”. Algo difícil en una CT que yo describo, a ojímetro, carente de grupos. Salvo los formados por amistad o por empresas. Es decir, grupos que instrumentalizan la cultura. Si te parece, empezaré aludiendo a los grandes subgrupos que observo –y así lo he descrito en el blog- en la CT. Se trata de una separación entre la CT canónica y lo que he dado en llamar Cultura Brunete. La CB no la he diferenciado mucho de la CT. SI la CT es vino o gripe, la CB es retzina o gripe del pollo. CB es una cultura orientada a la cohesión social, que hace del patriotismo español y del antinacionalismo periférico la castaña. Tal que la CT canónica ha transformado la democracia en ideología, y ha hecho de la Consti la Torah, de una forma más rigurosa todavía que la CT tipo. La CB es la CT, esa creación de la izquierda, leída por la ultraderecha española. La CT y la CB tienen staff diferentes, si bien el de la CB es más bajito y con bigote. SU tribu de lectores es, al vez, más de subgénero que la CT tipo. Los pollos CT y CB no polemizan entre ellos –algo muy CT; Dragó, tal vez el primer formulador de la CB, invitaba pollos CB/CT a su programa, verbigracia-, sino a través de sus grupos empresariales y en contra de los medios de comunicación del enemigo. En tanto que CT, ambos accesos a la CT son verticales y obedientes ante el Estado y los partidos –mucho más cuando el Estado y su partido favorito coinciden en el espacio/tiempo-. La diferencia es que la CB es mucho más beligerante. Es posible que, ante la ausencia de herramientas culturales por parte de la CT, algún día la CB sea la pera. Es decir, disponga de un staff no cuestionado por la sociedad. Y decisivo en la creación de opinión –ahora sólo lo es entre los acólitos de la ultraderecha-, a través de mensajes más ágiles y rápidos. El hecho de que la CT y la CB compartan una misma teoría de la cultura, y que eso suponga un beneficio para la CB, se puede ver en el pasado premio Torre Vieja, esa metáfora.

-TORRE VIEJA COMO METÁFORA. Torre Vieja. Consistorio cutre del PP, muy CT. Tanto que, adoptando esa idea de la cultura como algo chachi en cualquiera de sus accesos, organiza tres grandes eventos culturales CT. A saber: el Festival de la Habanera polifónica, el Concurso de Escultura en Sal y el premio Torre Vieja de Novela. Que, a su vez, es una metáfora de los concursos. El ayuntamiento paga 60 millones de las antiguas –y modernas; yo, snif, cuanto en pesetas- al ganador de la cosa. La editorial de la cosa –Random House, Plaza & Janés, o como se llame-, no se gasta un duro. El premio funciona como todos. Hay un jurado que cobra un pico para imprimir prestigio a la decisión de la editorial. En la apuesta de la editorial hay, cada año, una lectura del sign of the time, de lo que puede vender como polos. Este año el ganador ha sido Cesar Vidal, comunicador CB. Vidal es el conductor de La linterna, programa estrella de la COPE. EL otro día estuve 2 bravas horas 2 escuchando el programa ese en un coche que atravesaba la España invertebrada –vertebrada sólo, al parecer por la COPE, única emisora que se podía sintonizar-. Vidal, ecce pollo, presentaba, por lo visto un especial cultural del programa. Sinopsis: una señorita con voz de monja-alférez leía un titular, y Vidal iba y lo traducía a la ultraderecha, con comentarios que explicaban al mundo que el PSOE, a través de su política cultual, estaba disgregando España para ofrecérsela a Carod-Rovira, en forma de Archivo de Salamanca o de Museo de Arquitectura. Para ello se utilizaba la mentira absoluta, la demagogia y un ultranacionalismo más bien fascistoide, fundamentado en el mito histórico, la desinformación y el valor propagandístico de la cultura. Pero funcionaba. Es crispante. A la media hora de programa ya empecé a notar los primeros síntomas de epilepsia. Rayos, ahora que lo rememoro me viene otro teleleñpjklhpñjbklljhv.

-MIENTRAS, EN TORRE VIEJA. Bueno. Lo de Torre Vieja iba a ser un festival CT al uso. Cuando, de pronto, Caballero Bonald, el Presi, o como se llame, del jurado –otros figurantes: Julio Ollero, Zoe Valdés, Nuria Tey, el concejal de Cultura de Torrevieja, Eduardo Dolón, y David Trías-, utilizó una herramientas cultural no CT. Tenía que presentar al finalista –en lo que, supongo, fue una deferencia para él; es decir, que se le concedió no mamársela a Vidal-, decir que era chachi y pasar la palabra a Zoe Valdés, que tenía que mamársela al ganador. Posteriormente, ambos dos tenían que coger el cheque y salir pitando. Cosa que, en fin, de todas formas hicieron. La rareza consistió en que Caballero Bonald no pudo aguantarse y también aludió a la novela ganadora. Elogió, de pasada, sus aportaciones formales –vamos, que no contenía faltas ortográficas-, para luego cuestionar su validez en tanto “ideológicamente detestable” y “sospechosa de algo” –la novela, en fin, trataba de la Revolución Francesa, el fin del mundo para el fascismo español, desde coordenadas reaccionarias españolas-. "Me recuerda a libros que publicaban los herederos de Franco sobre la masonería, y queda al trasmano de mis gustos ideológicos", dijo el pollo, en lo que podría ser el trailer de su intervención. Vidal se quedó de pasta de boniato. En eso pilló palabra Valdés, escritora CT por el tercio americano -¿América copia la CT para poder ganar Planetas y Anagramas o ha llegado a un acceso CT por cuenta propia, Echevarría?-, que optó por el buen rollito, la valoración positiva de la novela y todo eso. Después tomó la palabra Vidal, que se puso CT –"Yo nunca he considerado una obra literaria por su carga ideológica, por eso no podría leer La Gitanilla de Cervantes, que es un libro evidentemente racista, si pensamos en la carga ideológica, yo no tengo esos prejuicios estéticos “- y, a ratos, CB -"Estoy pensando pedir a la editorial Plaza & Janes que ponga una faja en el libro que diga ideológicamente detestable: Caballero Bonald, para vender mucho mejor". Posteriormente, Bonald tomó la palabra y la cosa se fue a Cuba. En lo que es una metáfora de la CT –los temas beligerantes suceden en el extranjero; cuando lo del Caso Tú, sucedió lo mismo: la única polémica con intelectuales españoles se realizó en La Jiribilla-. Llegados a Cuba, Vidal estuvo en su salsa. Y Zoe Valdés, en salsa CT. En un momento dado, los periodistas presentes en la sala –es decir, a costes y portes pagados, con cenorrio, regalito, copones y by the face, y con posibilidad de rollete a la que te lo curres-, empezaron a practicar una conducta no-CT. Abuchear al ganador cuando hablaba. Al otro día, empero, los medios CT no informaron sobre el tema –algo normal; como ocurre con todos los premios, esos emblemas de la CT, el artículo en el que se comunica el nombre del ganador se escribe un día antes, para que pueda salir al día siguiente-, posteriormente, sólo los medios CB –he aquí una metáfora-, informaron sobre la polémica, con beligerancia y dándole carácter de enfrentamiento cultural.

-RESUMIENDO, QUE ES GERUNDIO. Vamos, un acto CT deja de serlo por pura vergüenza de un pollo –el que cobró más para no leerse la novela-, y de otros –los periodistas CT que vieron algo nunca visto, si bien, por lo que sea, por ellos mismos, por que informar de ello contradecía la CT, o por sus jefes, no informaron sobre el caso-. EL acto, y la información sobre el acto, que deberían haber repercutido en la descripción del funcionamiento de la CT –por ejemplo, de sus premios, en los que el jurado no pinta nada-, no fue cubierto por la CT. Y sí por la CB, que lo utilizó para crear cohesión frente a una idea de la cultura que, por lo visto, remite a Cuba. Vamos, que la CT, al no poderse describir, no puede describir a la CB. Salvo como usuaria de otras empresas CT. Dime, Ecehvarría, algo de esos dos grupos. Dime algo de su futuro. Dime algo que no sepa. Y fabrícame otro grupo, si es que hay tantos. Muach.

-EPILOGUE. Las dos cenas que te debo. Te lo explicaré en CT: ya te las he pagado. Recuerda. En CB: tu pretensión de que te pague dos cenas es insolidaria, oxigena a ETA y a Cuba y atenta contra la igualdad que consagra la Consti. Y en no-CT: te va a pagar las cenas Rita, la cantaora, pollo.

jueves, octubre 13, 2005

Y DALE

La dieta ampurdanesa te sienta bien, Martínez, se te nota cachas. Tu última intervención es apasionada y contundente. Vale. Pero mi madre me dice que nanay, que la cena del sábado te toca a ti. Y añade que ella también se apunta. Ya somos cuatro, pues, contando con el Pep, que está tardando demasiado tiempo en reaparecer.

Escurres muy bien el bulto de dar nombres. Pero el profesor Echevarría no se deja enredar por las astucias de Martínez y lo saca de nuevo a la pizarra para que los escriba. Dices que no tiene sentido citar nombres de la CT, porque son todos. Bueno, yo no pretendía, desde luego, reescribir el listín telefónico, pero insisto en la conveniencia de hablar de las cosas añadiéndoles nombres concretos. A las cosas y a quienes las hacen. Es un modo de confeccionar listas como otro cualquiera. Y un modo además muy útil, muy servicial y orientador. No pertenecer a la CT te proporciona este privilegio. No lo desperdicies. En cualquier caso, dices tú que “sería más interesante citar nombres no-CT”. Dices más: dices que, “llegados a un punto, en este diálogo deberíamos comunicarlos”, y me conminas a “ intelectualizar nombres y obras no-CT”. Acepto, y te prometo que no dejaré de hacerlo toda vez que tenga ocasión. Pero no me explico, entretanto, por qué no empiezas tu a aplicarte el cuento. Conoces a “dos escritores que no son CT”, ¿quiénes?. A “dos editores que no son CT”, ¿cuáles? A “un articulista”, sólo uno, que no es CT, ¿Morán, acaso? ¿O tú mismo? A “unos pocos periodistas que no cuestionan la CT –o no se hacen la picha un lío con ella-, pero que realizan, con un código deontológico cachas, un buen trabajo”. ¿Nos puedes dar algún ejemplo?
Nombres, Martínez, nombres, hay que joderse. El canon es una lista de nombres. El staff es una lista de nombres. Tu agenda es una lista de nombre (por cierto, déjame verla). Demos nombres, al derecho o al revés, en positivo o en negativo, pero nombres. Échale un vistazo a la Biblia, empezando por el Pentateuco, y ¿qué te encuentras? Nombres y más nombres. Hasta el culo de nombres. “Estos son los nombres de los que os ayudarán: por Rubén, Elisur, hijo de Sedeur; por Simeón, Selumiel, hijo de Surisadday; por Judá, Najsón, hijo de Suar; por Zabulón, Eliab, hijo de Jelón; por los hijos de José: por Efraím, Elisamá, hijo de Aminihud; por Manasés, Gamaliel, hijo de Pedahsur; por Benjamín, Abidán, hijo de Guideoní; por Dan, Ajéizer, hijo de Ammisadday; por Aser, Paguiel, hijo de Okrán; por Gad, Elayasaf, hijo de Reuel; por Neftalí, Ajirá, hijo de Enán: eran estos los afamados en la comunidad, principales de las tribus de sus antepasados, jefes de millar de Israel” (Números 1:5-16). Y sigue y sigue.
Por lo demás, no comparto tu pesimismo radical, que deja demasiado margen a la resignación y al conformismo. “La inexistencia de tu nombre en la CT es sinónimo de inexistencia en una cultura que produce productos muy parecidos y diferenciados únicamente por el nombre del emisor.” De acuerdo: pongámosle nombre a esa diferencia. “La existencia de tu nombre en la CT no es consecuencia del valor de una obra, sino de una conducta.” Describamos esa conducta, con nombres propios. No me importa pecar de optimista. No me importa que haya sólo dos grupos, la CT y yo (“Los españoles se dividen en dos grandes grupos”, afirmaba Valle-Inclán: “yo y todos los demás”). Fuera de que tú mismo, si bien empiezas por decir que esta mañana, a primera hora, “fuera de la CT sólo existen estas líneas”, terminas diciendo que eres capaz de “inventariar no más de 12 intelectuales no-CT”. Suficientes. Como los apóstoles.
Me interesa mucho lo que dices acerca de que “la ausencia de grupos y opiniones diferenciados frente a la CT” explica la ausencia de presión sobre el tapón que sobre este país forma la generación que gestionó la Transición. Estoy de acuerdo. Pero de ello derivo la necesidad de constituir esos grupos, esos bloques de opinión diferenciados, para lo cual es importante dar nombres, en todos los sentidos, nombres que actúen como esos banderines que llevan en la mochila los guerreros japoneses en las películas de Kurosawa, para distinguir los de uno y otro bando.
Nombres. Me vale, por ejemplo, el único que te animas a dar, el de Gregorio Morán. Me parece un buen ejemplo de intelectual no-CT que ha conseguido sobrevivir al ninguneo al que, según tú, aboca esta condición. Si Morán tiene una tribuna fija en un diario como La Vanguardia, si publica libros, si firma un contrato millonario para escribir una historia de la Transición, será porque, pese a todo, es posible actuar desde la no-CT. Y conste que a mí Morán me cae gordo, por razones personales. Tiene un pésimo gusto literario, pero esa no es la cuestión. Cuando yo publiqué mi reseña sobre la última novela de Bernardo Atxaga, origen de mi trifulca con El País, él se puso de la parte de Atxaga, y me identificó —me señaló, más bien— como un intelectual CT. Quizá tenía razón. En lo que no la tenía era en pensar que la novela de Atxaga era lo contrario. Ya luego, a la vista de lo ocurrido, no sé que Morán se haya pronunciado en ningún sentido. En cualquier caso, el hecho de dar nombres, entonces como ahora, contribuye a aclarar las posiciones y establecer las complicidades.
Nombres, entonces, Martínez, nombres, mal que te pese. No me seas zoquete.
Acudiendo a tu pregunta: puede que no tenga sentido, como tú mismo insinúas, criticar algo sin fisuras como la CT. Entretanto, yo propongo nombrarlo. Es la primera forma de la crítica: nombrar, enumerar, inventariar. A partir de ahí vamos estableciendo un orden y dejamos un campo a las comparaciones. De estas últimas derivarán las primeras fisuras. Y hecha una grieta en la muralla, todo es cuestión de insistir. El asunto del premio Torre Vieja, por ejemplo. ¿Cuántos años llevamos algunos desgarrándonos las vestiduras ante el cambalache indecente de los premios literarios? La inititución, sin embargo, permanece impertérrita. Hasta que de pronto, un nombre salta a la palestra, se lo señala con el dedo, se forma un escándalo. Detrás de todo gran hombre puede que haya siempre una mujer, pero antes que eso hay un nombre. Sobre el caso Torre Vieja tú nos ilustrarás (no me dirás que no te lo pongo a huevo: el sábado pediré postre). Entretanto, en Argentina un escritor que se llama Gustavo Nielsen ha conseguido, a fuerza de dar nombres propios, poner contra las cuerdas al premio Planeta de aquel país, y hacerse acreedor, para más inri, de una indemninación millonaria. Por algún lado se empieza. Desde algún lado. Bienvenidos los fantasmas.
El sábado pediré de postre dulce de leche.

miércoles, octubre 12, 2005

NOMBRES, INDEED

Empordà, donde a) te deseo un buen Yom Kipur –en lo que es una metáfora, el 12-O este año coincide con el Día del Perdón-, b) ingiero cocina empordanesa como para una boda, c) veo llover con la cara que se le pone a una vaca –empordanesa- cuando ve llover, y d) veo a mi bebé / tu ahijado desplazándose por el mundo corriendo, a toda leche. Los bebés son el triunfo de la voluntad. Van a todas partes corriendo. Parecen un personaje de Baroja en los glory days. By the way, en la mudanza me encontré con la primera edición de Susana, una novela discretísima de Baroja que, no obstante, me come el coco. El personaje principal es un Zalacaín que pasa de serlo. Carece de voluntad. Y de triunfo. Lo contrario a un bebé. Bueno, al tajo. Te respondo punto por punto a tus puntos, en la intención de pillar puntazo en algún tramo. Alehop:

-LAS CENAS. Echevarría, me pides dos cenorrios injustificados. Pero pide los que quieras. Debes saber, amigo mío, que hay una persona en este mundo que, con su pecho henchido de amor, te pagará todas las cenas que le solicites y muchas más. Esa persona no es otra que tu madre.

-SOBRE EL NOMBRE PROPIO EN LA CT. La CT, en efecto, sustituye ideas por nombres. Lo que puede ser indicativo de que la CT no gestiona ideas, sino nombres. Cuando la CT no cita tu nombre es como cuando antes de la CT te venía el motorista del Pardo. La inexistencia de tu nombre en la CT es sinónimo de inexistencia en una cultura que produce productos muy parecidos y diferenciados únicamente por el nombre del emisor. Lo cual puede orientar a que la existencia de tu nombre en la CT no es consecuencia del valor de una obra, sino de una conducta. Y tu ausencia, pues también. Tu nombre en la CT es, pues, un premio. La ausencia de él, un castigo. Tu cruzada por los nombres es, no obstante, optimista. Presupone que hay grupos. O que hay algo fuera de la CT. De hecho, la inclusión, de forma negativa, de nombres, existe en la CT. Por ejemplo, en los confidenciales que fluyen en la Red, te informan –con cierto acierto y fidelidad- de conductas impropias de un pollo o una gallina en una redacción. Para consumo de la CT. Es decir, sin que la CT ni el pollo/gallina pillado practicando el Cting, se vea salpicado por nada. Contra tu optimismo, te comunico que, fuera de la CT, esta mañana a primera hora, sólo existen estas líneas. Vamos, nada. La CT –una cultura nacida para crear cohesión- no mantiene diálogo ni polémica con enemigos. Los enemigos, por otra parte, son los de siempre en una cultura nacida para cohesionar, no para gestionar problemas. Es decir, enemigos externos y traidores, malvados que van en contra de los valores de cohesión de la CT –la unidad de España, la constitución, la no-beligerancia, el buen rollo, las empresas que participan de la CT. ¿Nombres? Te diré los nombres de la CT: todos. Y todo. No sólo una empresa. Tu, por ejemplo, puedes haber tenido problemas con una empresa, pero tu conducta –ser una amenaza exterior, ser un traidor, en este caso a una empresa- te ha alejado de cualquier otra empresa, que jamás querrá un pollo con tu perfil de pollo con un compromiso más alto que su empresa y que puede criticar abiertamente y en público una empresa. Tus problemas no son con una empresa o con el patrón cultural de una empresa. Es con España. Como el Lute. ¿Nombres? Te los diré al revés. Conozco dos escritores que no son CT. E intuyo otro. Conozco dos editores que no son CT. Conozco un –uno, sí- articulista que no es CT. Conozco unos pocos periodistas que no cuestionan la CT –o no se hacen la picha un lío con ella-, pero que realizan, con un código deontológico cachas, un buen trabajo. Y conozco en fin, decenas de periodistas y escritores CT. Recapitulando, puedo inventariar no más de 12 intelectuales no-CT. Vamos, que conozco más políticos no-CT que ciudadanos no-CT, lo cual es para ponerse a reír. ¿Nombres? El 11-M un Presi de Gobi puso a prueba la verticalidad de la CT con una llamada telefónica. Y la CT funcionó. A lo largo de toda la pirámide. Sin disensiones. Sin nombres en contra. Sin vergüenza. Sin medidas después del fracaso comunicativo. ¿Nombres? El Estatut –es lo que quieras, pero no es CT, insisto; lo no CT es amplísimo; es, como su nombre indica, lo que no es CT-, está siendo tratado desde la CT sin sorpresas –la pirámide lo trata como amenaza externa, como traición-. ¿Nombres? Sería más interesante citar nombres no-CT. Llegados a un punto, en este diálogo deberíamos comunicarlos –esta es de hecho, mi pregunta para ti; empieza a intelectualizar nombres y obras no-CT; nos partiremos el rabo-. La ausencia de grupos y opiniones diferenciados frente a la CT explica la ausencia de lo que tu denominas presión sobre el tapón. No hay presión sobre el tapón porque ser diferente al tapón te convierte en problemático, y eso en parado. Un joven con aspiraciones profesionales en el mundo de la cultura, no se incorpora a la cultura. Se incorpora a la CT. Donde está a prueba hasta que demuestre su ausencia de beligerancia. Y su ausencia de problemática. O, incluso, su adhesión. A la CT, o a la empresa –cualquiera, todas- que emite CT. Hace la tira, en una conversación con Gregorio Moran -¿único articulista no-CT por aquí abajo?-, hablando de mis incipientes problemas intelectuales con algo que aún no denominaba CT, le dije: “creí que con no mamarla era suficiente”. A lo que Morán, una amenaza externa, un traidor, me respondió: “¿ahora te enteras, zoquete?”.

-EL SENTIDO. ¿Nombres de la CT? Todos. ¿Nombres de la no-CT –algo tan inconcreto, tan amplio, tan líquido que vete a saber lo que es-? Pocos. Son francotiradores. Tontos del bote –para renunciar a la segunda residencia, en fin, se ha de ser tonto del bote-. Con este paisaje, la pregunta sería la siguiente: ¿qué sentido tiene criticar algo sin fisuras como la CT? Y la respuesta, la que aquí sigue: el sentido de ello es que la CT no funciona. No funcionó el 11-M. No funciona con el Estatut –es incapaz de discutirlo; sólo es capaz de convocar cohesión frente a él-. No funciona, a diario, 24 heures sur 24. Ejemplo metafórico: sólo tenemos información de los inmigrantes que quieren saltar la verja; cuando han saltado, cuando ya son España y problema español, no sabemos nada. Esa información no es CT, no es amable, no cohesiona ¿Nombres? Todos. Creo que lo que tenemos que hacer los francotiradores es denunciar y explicar la patología de la CT. O la CT como patología. Eso ya sería un polvo. De hecho, yo quería explicarte hoy la CT como patología a través de lo del premio Torre Vieja, pero se ha acabado el espacio. Mañana, déjame a huevo tu pregunta para que pueda ir al grano, porfa, colegí.

P.S.:
Sé un crítico bueno y contesta a los lectores, que para eso nos envían sus jamones puntualmente cada Yom Kipur.

P.S (II):
Gracias por los jabugos, chicos.