martes, junio 03, 2008

PALABROTAS

Hola. El mundo, generalmente, no se acaba. Y el apocalipsis, como saben todos los niños y niñas, no existe. Existe lo mejor y lo peor. Y las palabras para describir la mejoría y el empeoramiento. El caso de la cosa, la madre del cordero, lo que les/me explico estos días, es que esas palabras, zas, han sido raptadas. O ni eso. Fueron abandonadas por sus papas y han sido acogidas y reeducadas por sus papas adoptivos. Que obviamente, pusieron a las palabras sus apellidos.

Verbigracia: las palabras libertad y democracia. Como todo el mundo sabe, son la pera. Es preferible pegar a mamá que a esas dos palabras. En 20 años en los USA, y en menos de 10 en España, han cambiado completamente de significado. Aluden a un sistema económico y a una lectura gore de la manera de fabricar política en él. Con libertad y democracia se ha invadido así Irak, sin utilizar ninguna de las palabras que, hasta hace un plis-plas, se utilizaban en el trance de ocupar un país. En España, con el pack libertad-democracia, y con palabras asociadas, como constitución, igualdad, solidaridad, no-nacionalismo, se han fabricado leyes extrañas, y se han emitido políticas absolutamente esencialistas, ultra-nacionalistas y excluyentes, por utilizar 3 sinónimos. La gestión de tales palabras ha sido tal que no ha habido oposición a las políticas fabricadas con ellas. O, al menos, no ha habido manera de cuestionar leyes y comportamientos amparados en los palabros libertad, democracia, constitución, igualdad, solidaridad y no-nacionalismo, sin que, aparentemente, la vecina te viera como un anti-todo eso.

Ayer, por cierto, observé un recital de todas esas palabras. Recital que, a su vez, ilustra lo que está pasando en el PP. Como ya les comenté el otro día, no está pasando nada. No es el apocalipsis. Es un aggionarmento de la nueva derecha, a su vez, una derecha aggionarta. Son cruces de palabras en el punto exacto en el que están naciendo las nuevas palabras y sus nuevos significados. Les cuento el cuento mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las palabras nunca han significado nada, estimado Martinez, nada de nada. Estas tampoco.