Disculpas varias. Estas dos semanas he hecho a) vacaciones, he preparado b) un proyecto editorial no CT – a ver si sale; ya les hablaré- y c) he mezclado con juerga, vino y rosas mi desánimo.
-EL DESÁNIMO. El desánimo viene del final de la cosa Estatut. En estas páginas les he vendido la moto de que la cosa Estatut = cosa no CT. Y que si colaba la cosa Estatut = la cosa CT cambiaba. También les he ido colando la idea de que la cosa Estatut acabaría por ctizarse. Que acabaría con cierto componente agua-de-borrajas. Pero ni yo mismo me imaginaba que sería tanto. Me imaginaba que el agua-de-borrajas resultante permitiría cierto aggiornamento de la CT, que la hiciera tirar varios años. No esperaba el integrismo CT final, la ausencia definitiva de cambios que, si bien -me temo-, acabará enviando a la CT al garete pro inválida en unos años, supondrá unos años de aburrimiento, crispación, reiteración, esencialismo, nada y, por ende, un periodismo aburridísimo.
-CONCEPTO “TANTO”. Esta mañana a primera hora, el Estatut no representa ningún cambio en la plaza. Es más, supone una involución costosa y llamativa. El Estado no se ha reformado. No sólo no hay cambio federal –esa cosa que podía desarticular los discursos nacionalistas centralistas y periféricos, con los que la CT simula sus tensiones-, sino que se ha reforzado la opción CT. Estamos como antes. Catalunya sigue siendo un sentimiento –España, pues otro-, que cada 4 años hablará de pasta con España. Depende de las necesidades del Gobierno de Madrid, Catalunya vivirá la crispación o el relajo cada 4 años. Y depende de las necesidades del Govern de Catalunya, España supondrá una amenaza mayor o menos. Lo dicho, cada 4 años. Más de lo mismo. Nadie tiene suficiente con una vida. Desanima, por tanto, saber que el grueso de nuestra vida futura se consumirá en una dinámica conocida, agotada, aburrida, cuyas espirales uno ya conoce. Es desolador, en fin, conocer el futuro. Por eso, en Delphos, remember, ponían un oráculo epiléptico.
-“TANTO”, INDEED. Los cambios habidos en la CT ante el hipotético cambio del Estatut invitan también al desánimo. Cambios que han repercutido en el fortalecimiento de la CT: a) los medios, definitivamente, son actores políticos. Al servicio de la CT, la única cultura política disponible por aquí abajo. En ese sentido, b), no ha habido ningún medio de difusión Estatal que planteara otros puntos de vista ante el Estatut. La apuesta tan sólida y unánime por la CT sella y prolonga el tapón generacional. Y los géneros y los accesos disponibles en el periodismo español. Zzzzzzz. De hecho, c), el margen de la discusión y los posicionamientos ante la cosa Estatut han estado modulados por los medios peperos. No se ha ido más lejos de sus consignas publicitatias, snif. Y, posiblemente, ha quedado también sellado para otro quinquenio el d) papel de la intelectualidad local. La cultura, deslindada de la política por aquí abajo, no ha hecho acto de aparición en la discusión, salvo para sumarse a la fiesta CT. Quedaría mono hablar de la ausencia del intelectual español, frente a la actitud beligerante y no-CT del intelectual catalán. Pero el intelectual español y catalán –los profesionales de la CT en catalán y castellano, vamos-, han pasado muy mucho de moverse, no sea que no salieran en la foto. La izquierda española,por otra parte, e) en el momento de posible tensión -¿ha habido tensión entre la derecha y la izquierda española ante el Estatut?-, ha optado nuevamente por no superar el marco el límite sensible de la ultra-derecha. En los 70's la ultraderecha era el ejército y/o unos señores freakies. En el siglo XX, un partido, varios grupos de comunicación y una comunidad de votantes de varios millones de ciudadanos. Socorro.
-HISTORIA EN DOS CIUDADES. La metáfora, el usted-se-encuentra-aquí, son, tal vez, dos metáforas. Dos manifestaciones. Una en BCN y otra en Madrid. Una en defensa del Estatut y otra en contra de la negociación con ETA.
-CIUDAD A). Manifestación en BCN. AL finalizar, estuve hablando con Joan Ridao, diputado en el Parlament por ERC. La conversación trató abiertamente la situación actual como fracaso. Y como, además, un fracaso costoso. Trailer: a) es posible que esta haya sido la última vez que todas las izquierdas catalanas tuviéramos un lenguaje común; quizás a partir de ahora ya no será así; los diferentes lenguajes futuros tendrán que ver mucho más con el nacionalismo –aunque a un lector de prensa española le cueste creerlo, el nacionalismo no ha sido el gran input del tripartito-; b) nadie ha comprendido, al parecer, que esta es posiblemente la última ocasión en la que el tercer partido –y subiendo- de Catalunya se ha remitido a un marco español. ERC, de hecho, abogaba por la nación para establecer la plutinacionalidad; en el futuro es posible que lo haga para abogar por el Estado. Nadie en España ha entendido c) la apuesta de ERC, un partido independentista, por colaborar por un gobierno español progresista. En lo que quizás es una metáfora de lo que es el nacionalismo catalán de izquierdas –añoranza de una izquierda española no CT-. Punto clave de la conversación: hablamos de que el anclaje de Catalunya en España volvía a ser líquido, a merced de los discursos nacionalistas español y catalánb CT. “Sí, el futuro lo veo repleto de tensiones esnencialistas”. A un amplio sector de ERC -en lo que es otro fenómeno no comprendido por no explicado, y no explicado porque no hay donde explicarlo-, le dan pereza los esencialismos nacionales. EN los que, en fin otra vez, hemos quedado instalados otro periodo. No hay izquierda española en la que depositar conexiones no CT. Por lo que es lógica cierta vuelta a la territorialidad de las izquierdas periféricas. Snif.
-CIUDAD B). La otra metáfora es la Mani de Madrid. Hum. Mañana.
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