sábado, septiembre 17, 2005

MENOS QUE UN CLUB

-MÁS QUE UN CLUB. El Presi de Endesa, un hooligan, futboliza el capitalismo español, ese sistema raro, consistente en la suma –o la resta- de liberalismo –ese internacionalismo aparente- y nacionalismo español –la forma de la ultraderecha española-. El caso es que, en una rueda de prensa sobre lo de Endesa + Gas Natural, va y esgrime, literalmente, la Consti. Debidamente futbolizada. Es posible que la Consti, si uno mira hacia atrás sin ira, sea la Capilla Sextina de la futbolización de la CT. La Consti, el marco constitucional actual, en fin, es el icono de los que siempre han estado a favor del marco constitucional actual, incluso en los momentos de espacio-tiempo en los que no había marco constitucional actual.

-MENOS QUE UN CLUB. Lo que ha hecho el Presi de Endesa es una metáfora de lo que ha hecho en cierta medida la derecha española. Futbolizar la cosa y erigirse en un Club, que tutela y defiende la cosa, apropiándose de un vocabulario y de una poética de la cosa que no les corresponde. El Club, de hecho, defiende desde la Consti valores y posicionamientos anteriores a la Consti. El pacto, el holograma de la realidad, nacido con la Transi y eternizado por la CT, impide el mal rollo. Impide desconfiar del carácter democrático de los integrantes en la democracia española. Incluso impide verbalizar cualquier tipo de secuencia lógica que aleje de la democracia española a un grueso de usuarios de la democracia española. Gracias a la futbolización, ése Club no sólo no es aberrante, si no que es un club dominante y hegemónico a la hora y en el trance de valorar posibles interpretaciones, no sólo de la COnsti –esa cosa abierta que, de repente, es tan cerrada tantos días al año-, si no también de la propia idea de democracia.

Resulta difícil informar sobre otras posibilidades de interpretación de la Consti y de la Demo. Por lo general, esos puntos de vista caen en la marginalidad. Por mi parte, siempre que puedo, intento colar otras vías lógicas en la información de la realidad. Supongo que son vías válidas, en tanto me invalidan ante diferentes clubs. Verbigracia: ante una entrevista determinada, una serie de clubs de califican como nacionalista catalán de mierda, mientras otros me califican como españolista de mierda. Lo que me ubica, sincrónicamente, en un club diferente, que espero que sea un no-club. Ni idea.

Bueno. Es fin-de. Les ofrezco una lectura en primicia. Una entrevista al Conseller de Participació Ciudadana de la Gene, en el que intento que me responda, desde -o, inlcuso, hacia- la información, no desde la cultura de club, a diversos interrogantes que la cultura de club ha vertido sobre el nuevo Estatut. La entrevista aparecerá próximamente en uno de los medios en los que colaboro. Sin bien de forma muy reducida. Esa reducción, por cierto, no es una mutilación que afecte seriamente al concepto libertad de expresión. Se trata de algo menos épico, me temo. Es una reducción que más bien ilustra el concepto cultura de club. Es decir, lo que un medio generalista, gestor y usuario, por tanto, de diversos clubes, considera como normalidad. Es decir, una ilustración del interés que tiene tratar un tema que, por si solo, ilustra algo menos que un club. Los medios, en fin, no cambian puntos de vista. Ni los crean. En ocasiones, tan sólo, los reproducen. El nuevo Estatut, una propuesta no nacionalista de vertebración de un Estado que, se ponga uno como se ponga, es plurinacional –“En España no hay selección española porque todo el mundo es de Guadalajara”, como dijo Johan-, cuesta ser tratado informativamente por unos medios que sólo saben gestionar -o sólo saben acostumbrarse- a los grandes clubes. Cuesta, en fin, no tratar al Nou Estatu como una seria amenza al pack unidad nacional, Consti, Endesa, etc. Cuesta tratar al Nou Estatut fuera de la lógica de dos clubes políticos y varios clubes nacionalistas. Socorro. Bueno. Al tajo.

Joan Saura es Conseller de la Generalitat de Relaciones Institucionales y Participación Ciudadana y, posiblemente, la voz más didáctica del Gobierno Tripartito. Líder de ICV, organización ecologista formada tras el proceso de disolución del PSUC es un no-nacionalista comprometido hasta las cejas en la consecución del nuevo Estatut para Catalunya. Hablo con él sobre los grandes hits conversacionales del nuevo Estatut, esa cosa tan conflictiva, aparentemente.

-El mercado de la información por aquí abajo está muy polarizado.¿Ha detectado algún tipo de patología en la información sobre el nuevo Estatut, ese producto tan raro?
-Hay muchas patologías y muchos ruidos. Uno de ellos, importante desde hace más de 15 o 20 años consiste en que,: en el Estado, el partido que está en la oposición utiliza Catalunya como ariete contra el Gobierno Central. En mis viajes por todo el Estado explicando el Estatut he detectado que sucede como con los colchones. Mientras estás encima, no pasa nada. Te levantas y el colchón recupera su forma. Hay un gran problema mediático. La sociedad española está muy polarizada y no permite más visiones que las de los grandes partidos.
-¿En qué consiste el nuevo Estatut? ¿Qué había y qué va a haber ahora?
-El Estatut del 79 fue, fundamentalmente, un momento de recuperación de las instituciones de autogobierno. En él se habla de competencias en un nivel muy genérico, y poco más. ¿Por qué queremos reformar el Estatut? Pues porque el Estatut actual es insuficiente para dar respuestas a los problemas que tienen algunas personas de Catalunya. En el 79 no habían competencias sobre inmigración porque el problema no existía, como sucedía con la sensibilidad medioambiental, la UE, las nuevas tecnologías... Queremos un Estatut capaz de dar respuestas a los nuevos problemas y a problemas no tan nuevos pero que, en 25 años, los Gobiernos Centrales nos han ido degradando las competencias. Por ejemplo, llevamos 25 años discutiendo las competencias en horarios comerciales, en becas universitarias, en cercanías de RENFE... El Estatut debe servir para, al día siguiente a su aprobación, tener más instrumentos para dar respuestas a problemas concretos.
-EL tema financiación, ¿es la madre de cordero?
-Hay dos cuestiones que serán las más conflictivas. Una es la redistribución del poder político entre Catalunya y el Estado. La otra es la financiación. Sobre ese tema quiero comentar tres cuestiones que siempre me plantean: a) que Catalunya es rica, b) que quiere imponer un modelo de finaciamiento y c) que es insolidaria. Catalunya tiene unos retos sociales y económicos brutales. Estoy seguro que no hay ninguna C. A. que tenga 20.000 niños y niñas en barracones, que haya pasado de 6.700.000 tarjetas sanitarias en 1999, a 7.105.00 en 2004. La idea de una Catalunya rica y sin problemas es falsa. El Estatut no impone ningún modelo de financiación. No ofrece ninguna oferta concreta. Explicamos unos principios, y quien quiera que los coja y quien no, pues no. Respecto a la insolidaridad de Catalunya, una consideración: hay voces que dicen que sólo el centralismo asegura la solidaridad. A quién piensa así hay que decirle que las desigualdades territoriales en España son producto del centralismo. El Estado de las Autonomías ha supuesto un primer paso en la disminución de las desigualdades. Otra cuestión importante es que no hay ningún principio que regule la solidaridad en el Estado. Lo que queremos es que lo haya, que las comunidades más ricas paguen y las menos ricas cobren. Queremos un sistema de solidaridad transparente.
-La demagogia en este tema debe de ser muy fuerte en España, único país del mundo en el que a los impuestos incluso se les llama solidaridad.
-En todos los países descentralizados o federales, como Alemania, hay mecanismos establecidos de solidaridad. Quién paga, quién no paga, quién paga más. El Gobierno Central garantiza los fondos, y todo el mundo sabe lo que da o lo que recibe. No queremos limitar la solidaridad, queremos pactarla. Y cuando pedimos cosas que tienen los sistemas federales se nos dice que se rompe el Estado. Yo no tengo ninguna sensación de que Alemania, Bélgica o Canadá se rompan.
-¿En qué se diferencia el polémico Estatut catalán y el de Baelars y la C. Valenciana?
-El de Valencia y Balears incorpora cosas como la agencia tributaria o el tribunal de justicia como última instancia, que cuando las dijimos nosotros, se hundió el mundo. Hemos abierto el camino en algunos aspectos. Hace un año el PP y muchos dirigentes del PSOE decían que no a cosas que ahora se incorporan. EN relación a Valencia nos diferenciamos en la definición como nación y en la igualdad jurídica del catalán y castellano, imposible en el 79, y en la incorporación de un capítulo de derechos y deberes, la idea de que el Estatut no sólo es un pacto entre el Estado y Catalunya, sino también es un pacto entre los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya para definir el modelo de país futuro. Esto quiere decir la ampliación de derechos. Tenemos problemas con CiU y con PP porque se niegan a la ampliación de derechos.
-El nuevo Estatut está teniendo problemas con dos partidos nacionalistas: el PP y CiU, ¿qué ilustra todo ello?
-CiU llegó al poder un año antes de que el Estatut existiera, y se fue del poder un año antes del nuevo Estatut. La indefinición y la ambigüedad le iban muy bien a CiU en su relación con el Estado. No le resulta fácil desacostumbrarse a la ambigüedad y asumir que el nuevo Estatut lo hacen las izquierdas. EL problema del PP es que su política autonómica ha saltado por los aires. Aznar decía que no se podía modificar nada, Rajoy inicialmente mantuvo esa posición, pero la realidad le supera: Valencia y Baelars van haciendo su Estatut. Algo normal, muchos de los problemas de Catalunya los tienen todas las autonomías. Nadie sabe lo que opina hoy Rajoy al respecto. Lo que está haciendo es practicar aquella actitud retrógrada de decir que el país se hunde, y está utilizando Catalunya como arma contra el Gobierno Central.
-¿El nuevo Estatut es un objeto nacionalista?
-Lo podría ser, pero no. La gran diferencia entre el Plan Ibarretxe y el Estatut es que en el Estatut, modulado por tres partidos de izquierdas de los cuales uno es independentista, se opta por la renovación de un pacto con el Estado en el marco de la Constitución. Por decirlo de alguna manera, el Estado es más fuerte que Catalunya. Por otra parte, en el Estatut no han primado los temas identitarios ni nacionalistas. Planteamos más poder político y más autonomía financiera, sin que ellos signifique disgregación ni ruptura con el Estado.
-¿Se puede hablar del Estatut como cierta proyección de cultura republicana?
-Creo que sí. Este Estatut en parte puede abordar algunas cuestiones que en el anterior Estatut, por el momento político en el que se hizo, no se pudieron. El Estatut tiene un sentimiento que lo conecta con la mejor tradición de la República.
-¿Y eso afecta al modelo de Estado?
-El techo del Estatut marcará el techo del salto al modelo de Estado. Significará un avance importante hacia un modelo de Estado federal y, a su vez, fijará los límites, en unos 25 años, de ése modelo federal.
-¿La elaboración del Estatuto ha hipotecado la gestión del primer Gobierno de izquierdas catalán en más de 60 años?
-Este gobierno, en 18 meses, ha tenido muchos ruidos. No hemos pasado dos meses sin un ruido. El Estatut ha atrapado uno parte importante del debate, pero muchas de las cosas sociales que hacemos han aparecido con poca fuera, gracias a los ruidos y al debate con el Estado. Eso ha sucedido con cosas que suponen una novedad política, como la rehabilitación de barrios, que nunca se había hecho.
-EN la Transi participó muy poca gente. ¿Cuál es la forma de reformar el Estado en este segundo proceso, sin militares yuyus y sin una ETA cachas?
-La mayor diferencia es que no hay miedo. Estamos afrontando un proceso de reforma del Estatut sin miedo a decir que esto sea nación, a pesar de que algunas voces en el Estado den miedo. La segunda es que tenemos 25 años de experiencia acumulada. La tercera es que Catalunya ha hecho un proceso de participación social que ha permitido que desde las cámaras de comercio hasta las universidades, desde los sindicatos hasta las ONGs, todo el mundo esté de acuerdo con el Estatut. EN la Transición las cosas no pudieron ser de otra manera. En Catalunya con alguna movilización importantísima, pero siempre, con despachos cerrados, al margen de procesos abiertos.
-¿Cómo funciona el despacho cerrado en la Transición0.2?
-EL pujolismo instaló la idea de que hablar con el Gobierno Central era malo. Cuando alguien me critica por hablar con el Gobierno yo me critico el haber hablado poco. Hemos empezado a hablar con el Gobierno en los últimos meses. Deberíamos haber hablado más. Hacer un Estatut que supone una redistribución de poder político en el Estado y una redistribución del dinero, no es fácil. Las reuniones de despacho sirven para que todo el mundo explique sus posiciones. Creo que las reuniones de despacho, posiblemente, se producirán en el proceso final, en el Congreso. Serán necesarias, pero deberan de tener transparencia. En el 77 desaparecieron y aparecieron cosas en una noche. Y eso lo descarto ahora.
-Como no nacionalista, ¿como defiende que abogar por ser nación no sea nacionalismo?
-Hay miles de páginas escritas sobre lo que es nación o no. Yo lo que digo es que un país que se quiera llamar nación, no tiene que tener ningún obstáculo para ello. Catalunya es un país con una voluntad de autogobernarse, históricamente, que ahora decide llamarse nación. Y eso no quiere decir, para mi, que nación quiera decir Estado. Defiendo un Estado federal plurinacional. Lo que es importante saber es que hay Estados uninacionales y plurinacionales, y que se puede vivir en un Estado plurinacional sin que eso signifique ninguna ruptura.
-¿EN qué le afecta a un extremeño que Catalunya sea nación?
-En absoluto. El autogobierno extremeño, positivo para Extremadura, tiene que ver con que en los 70’s se abrió la vía del modelo autonómico en parte por Catalunya.
-¿EL Estatut no precisa reforma constitucional?
-Creo que se ha de reformar la Constitución. Y en más de los cuatro puntos propuestos por Zapatero. Pero la vía para ello no es el Estatut. La Constitución es muy abierta, permite un Estatut potente y ambicioso. Independientemente de ello, hay aspectos que desde el punto de vista del funcionamiento federal de un Estado, no puede solucionar el Estatut, sino la Constitución: la reforma del Senado, el plurilinguismo...
-¿En qué consistiría un fracaso del Estatut?
-EN que no se aprobara. En Barcelona o en Madrid. Y eso no se producirá. CiU no podría explicar ni justificar que no vota sí al Estatut. Y no tiene elementos suficientes para votar que no o abstenerse. Y a un Estatut que llegue a Madrid con consenso político catalán y con apoyo transversal, no se le puede decir que no. Por varias razones. Porque sería abrir en Catalunya una situación política imprevisible. Porque en el País Vasco se mira con mucha atención la vía catalana, que si fracasa daría pie a un Plan Ibarretxe II. Porque un fracaso del Estatut en Madrid sería, claro, un fracaso del Govern Catalá y del Paralament Català, pero también de Zapatero, que ha hecho de la reforma del modelo de Estado un eje de su legislatura. Es imposible reformar el modelo de Estado rechazando el Estatut.
-Si se fracasa, ¿cuál sería la siguiente pantalla?
-No soy ingenuo, pero descarto el fracaso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Simulacro de monólogo dirigido a un virtual señor Saura:

Señor comadrón del Estatut, es cierto que en España sólo hay dos maneras mayoritarias de pensar y que ello es peligrosísimo. El problema es que en Cataluña sólo hay una más. Por ello, muchos ciudadanos catalanes creen tener desplegado ante sí el gran panel del conocimiento ideológico, además de unos inherentes conocimientos de Historia que en algunos casos parecen fabricados desde la Compañía de Teatre Plaça Sant Jaume, otorgadora de papeles en todas las obras de la historia: los que nos conquistan son malos malosos, cuando éramos dueños del Mediterráneo demostrábamos de lo que éramos capaces.

Tema descentralización: es usualmente positiva en sí porque acerca las herramientas al ciudadano. Pero es sospechoso que en su Govern sólo IC-V plantee una descentralización real: la que da poder a los ayuntamientos. Ello da la sensación de que los partidos catalanes que apoyan la descentralización lo hacen porque les acerca el poder a ellos.

Con respecto a sus tres comentarios ("a) que Catalunya es rica, b) que quiere imponer un modelo de finaciamiento y c) que es insolidaria."), es evidente que a) es cierto (compare, por ejemplo, el tiempo que le cuesta a usted ir en transporte público de un sitio X a otro Y de Catalunya con, por ejemplo, dos lugares separados por la misma distancia en comunidades como Castilla la Mancha, Aragón, Extremadura... Es cierto, a usted le cobran peajes. Yo, cuando viajo por esos lares, no tengo ni esa opción); que b) es relativamente cierto (todos los territorios quieren IMPONER -llámelo eufemísticamente negociar- un modelo de financiación acorde a sus necesidades, y más cuando tienes al presi bien agarrao); y que c) es una estupidez: Cat es igual de insolidaria o de solidaria que cualquier CCAA, en la medida en que si bien el sentimiento de identificación nacional puede ser todo lo transversal que quedamos entre la Comunidad de Madrid y la de Murcia, no veo sin embargo a la Aguirre desviando fondos para ayudar al regadío de los agricultores murcianos.

Para resumir lo del tema de la financiación: entenderá usted que un ciudadano gallego se fíe más de un político que se debe a su Estado que de otro que asegura que su única lealtad es para con Cataluña. Si ni siquiera es leal con sus compañeros de Gobierno, como para serlo con el galleguín, que vive en la otra punta de España. Yo es que lo del independentismo catalán trabajando por el desarrollo de España es que no me lo acabo de tragar.

Una última cosa parar acabar, y para no aburrirle: si es usted "d'esquerres, de debò", no entiendo qué espera para plantear un discurso "cachas", que diría Martínez, que replantee la distribución de la riqueza a nivel mundial. Si eso, para empezar, a nivel estatal.

No se ría. Yo lo haría, pero tengo dos problemas: no me pagan por ello (a usted sí. O, al menos, yo le voto a usted para ello.) y no tengo tiempo. Y mire que me gustaría lanzarme...

Salud.