Finde. Cojo y me voy al Empordà con mi bebé. A que nos de el Sol en la cara, bañarnos en la playa como dos anchoas y que mi mamá cocine como una posesa. Pero no podemos llegar. Hay un atasco de película de atascos. Mi bebé se vuelve majara. Nos desviamos hacia cualquier salida de la autopista. Acabamos en un pueblo de la deep Catalunya. Nos vamos a cenar. Mi bebé dice cosas divertidas que nadie entiende. Luego la lía. Considera que ya hemos cenado suficiente. Nos vamos a un hotel. Mientras avanzamos llora de puro sueño. Debe de ser espectacular llorar de puro sueño. Llegamos. Uno de los dos se hace pipí encima. Después, dormimos abrazados. Como en un bombardeo. Mi bebé, posiblemente, sueña con arroyos de leche. Al menos, mientras duerme, le sale una sonrisa divertida, como un gusano divertido que sale del fondo de la tierra cuando llueve. Yo sueño con todo lo contrario. Sueño con Ella. No la veo desde que veo a mi bebé. Muy ocasionalmente, sueño con ella, como en esta noche. Aparece calmada, serena, abandonada a su propia velocidad. Conmueve ver esa velocidad. Te podrías pasar años mirándola. Como te puedes pasar años mirando un fuego, o un bebé. En los sueños, aún no tiene un nenúfar creciéndole dentro de la cabeza. Y aún existe. Me despierto copado por su perfume, que impregna toda la habitación. Pero no es su perfume, es el aroma de un bebé. Algo, ahora caigo, muy parecido. Como sucede siempre después de esos sueños, me siento abatido. Como si el mundo me debiera una copa. Una sensación, por otra parte, fácil de disimular después de cierto tiempo. Quizás es la edad, que permite también disimularlo todo. Incluso la edad. Cada noche que Ella se vuelve a reedificar, da pie a un día tristísimo, a la sombra de su presencia, que nunca más será posible. De todas las mujeres del mundo, sueño con la única que ya no existe. Lo que no existe, lo no tangible y que, de repente, nace de la nada como una ola gigantesca que lo arrasa todo, igual es, por descripción antes que por definición, lo Líquido. Lo cual me lleva a pensar, buscando una utilidad al dolor que siento en mi pecho, que el mundo de las asociaciones y las edificaciones sentimentales igual es la patria de lo Líquido. Los sentimientos, lo sentimental es, en todo caso, algo Líquido. Lo puedo asegurar ahora, completamente calado de Ella, la inexistente, la que nunca más podrá ser sólida y que, de pronto, aparece y lo arrasa todo como una ola de 1.000 años, para luego desaparecer hasta otra noche, dentro de algunos meses.
Lo sentimental, los sentimientos, los sentimientos instantáneos –los sentimientos son instantáneos; un amor o un odio milenario ya no son sentimientos, sino una suerte de meditación sobre los sentimientos-, lo impregnan todo en las culturas occidentales. Nuestras culturas parecen haber abandonado el uso de las ideas para consagrarse al uso de los sentimientos. Que modulan tu vida y, en ocasiones, tus sueños. Modulan muchas observaciones sobre la realidad. QUizás, en lo que es tal vez un trade-mark de las culturas actuales, no modulan más ideas ni más realidad que la edificable a través de la sentimentaliación. Uno puede dominar sus bestias personales –mi bebé despierta; me río con él de la vida y nos vamos a mear a la ducha y a ver quién la tiene más larga-. Pero no puede dominar las bestias colectivas. Las culturas se están volviendo una bestia colectiva sentimental. Bueno. Todo esto venía a que, en los próximos días, hablaremos de esa subsección de lo Líquido que impregna también la CT. Si les ha molestado, lamento haberles invitado a pasar una noche conmigo, en todo caso.
Hasta mañana. Me voy a darle un crujido a la vida, que me debe una copa. Las dos primeras, las pagaré yo.
domingo, septiembre 04, 2005
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3 comentarios:
No sigo el blog profundamente a diario, por ello no sé bien aún qué es lo que su dueño y segnor llama "Lo líquido", pero lo que vendrá tras este hermosísimo post tiene excelente pinta. Voy a reservar mi butaca (con un cojincillo) para verlo bien desde cerca.
Este señor tendría que escribir también narrativa. O no. Bueno, él verá.
Gachas
No le envidio sus pesadillas, como Ud. no envidiará las mías; pero si le envidio su capacidad de verbalizarlas.
No le envidio sus pesadillas, como Ud. no envidiará las mías; pero si le envidio su capacidad de verbalizarlas.
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