jueves, diciembre 01, 2005

DUELO EN C.T. KORRAL

La ocasión no puede pasar desapercibida. Se trata de un duelo en toda regla. Y de un duelo de titanes, por lo que a la CT se trata. Me refiero al artículo publicado el pasado martes 29 de noviembre en la tribuna de Opinión de El País por Javier Cercas. Se titulaba "Cómo acabar de una vez por todas con el franquismo", y se presentaba como réplica a un artículo previamente publicado por Javier Pradera en el mismo diario. El artículo de Pradera se titulaba "La huella del régimen" y fue escrito con motivo del 20-N. ¿Motivo del duelo? La pretensión, expresada por Pradera, de que ya está bien de dar la matraca con eso de que hubo, durante la Transición, un "pacto de olvido". Según Pradera, "la afirmación según la cual el supuesto pacto del olvido de la transición habría lastrado pesdamente el funcionamiento de un sistema hipotecado por el cadáver del pasado es pura retórica".
Atención, por el extremo este del callejón aparece Cercas dispuesto a discutir este punto. Ahí tenemos a los dos, caminando a su encuentro: un peso pesado de la CT, como es Pradera, frente a Cercas, uno de sus alevines más conspicuos. Uno y otro se acercan poco a poco, a paso lento, hasta quedar frente a frente, como en un espejo. Es un duelo en el puro estilo de la CT, y conforme a ello, a diferencia de como se estila en el Far West, lo propio, en este caso, es empezar por mamar la pistola del contrincante. La mamada dura en este caso toda una columna del artículo de Cercas, donde va diciendo que si "por vez primera desde que tengo uso de razón me ha parecido ver un atisbo de desacuerdo con un artículo publicado por Javier Pradera"; que, si, "como ustedes comprenderán, uno no puede dejar pasar así como así semejante acontecimiento"; que si su propio artículo es la "esperada señal de que uno ha accedido de verdad a la vida adulta, de forma que lo que sigue es un intento de celebrar el hecho y de tratar de explicar -o mejor dicho, de explicarme- el desacuerdo"; que "de entrada lamento decepcionar a quien espere sangre, porque comulgo casi al cien por cien con lo que se dice en el mencionado artículo", etc., etc.
Concluida la mamada, el joven pistolero saca a su vez su revólver, y resulta que es de caramelo. Ya les vengo diciendo que estamos ante un típico duelo CT. Cercas acepta que eso de un "pacto de olvido" es, ciertamente, exagerado. Tal vez, dice, la palabra olvido no sirva: "tal vez serían más pertinentes la palabra 'aparcar', la palabra 'soslayar', la expresión 'dar de lado'". Y a partir de ahí un largo bla bla bla lleno de comprensivas matizaciones sobre el hecho de que tuviera que ocurrir así necesariamente, en provecho de todos. Olvido, pues, de los que olvidaron. De los aparcadores, de los que soslayaron, de los que dejaron de lado. Un nuevo pacto de olvido de los olvidadores, esta vez entre los que olvidaron por necesidad histórica y los que olvidan ahora por cortesía de la casa e imperativo ético.
En medio queda pendiente la cuestión de la lectura histórica del franquismo. A Pradera le tranquiliza, al parecer, la existencia de una "copiosa hitoriografía sobre la II República y el franquismo publicada dedse la transición" que, según él, "desmiente de forma tajante en el terreno académico la teoría del pacto del olvido". Vaya.
Cercas subraya esto mismo: que ese desmentido actúa sólo en el campo académico, pero denuncia la inexistencia, a más amplia escala, de "un relato consensuado de nuestro pasado inmediato que, como un mínimo común denominador, sin tergiversar la realidad histórica, se aceptado por la mayoría de la sociedad". ¡Caramba! ¿Se han fijado ustedes cuánto se parece esto último a una ponderada descripción de 'Soldados de Salamina'? No hay mejor modo de explicar el éxito de ese libro que señalando eso mismo: su carácter reconciliador, consensuador de un relato aceptable por la mayoría de la sociedad: los fachas, unos locatis exaltados que escribían muy bien; los rojos, unos tipos con chupa de cuero y la mirada irresistible de los perdedores románticos y bondadosos. Todos perdimos. Todos ganamos. Todos somos hijos de todos.
Pradera, uno de los cada vez más mermados sobrevivientes de esa generación que, como él dice, padeció los rigores del franquismo y fue luego la "más comprometida con la política de reconciliación nacional impulsora de la transición a la democracia", insiste en que no hubo "pacto de olvido". Que se consulten los archivos, dice. Pero la academia nada tiene que ver con esto, como él sabe muy bien. Para hablar si hubo o no pacto de olvido, conviene recordar cosas como el veraneo de Felipe González en el Azor, por ejemplo. Cosas como esas, con las que sus compañeros de generación consintieron tan contentos, subidos a ese barco, ya todos amigos y poderosos.
En cuanto a Cercas, él ya ha hecho su trabajo. Ahora todo está pendiente, en su opinión, de la Comisión de la Memoria instituida por Zapatero, en cuyas manos estaría, en efecto, acabar de una vez por todas con el franquismo. ¿Cómo? Pues muy fácil: honrando la memoria de los caídos en el bando republicano, con reparaciones de orden moral, jurídico y económico. Es decir, haciendo lo que él ya hizo: exequias solemnes de cuantos huesos asoman por la tierra. Todos fuimos héroes. He aquí el terreno en el que todos estamos dispuestos a encontrar consenso, claro que sí. Pero ojo: a fuerza de no entrar en quisquillosas cuestiones ideológicas.
A Pradera no le parce probable que la utilización de "los muertos de la Guerra Civil y de los crímenes de la dictadura como metralla dialéctica para los debates partidistas sea una contribución al desarrollo de las libertades y al afianzamiento de la convivencia". Parece claro que no, pero es que esos muertos lo fueron por algo -ideales, principios, reivindicaciones= que parece enterrado con ellos y que son el meollo de la cuestion. No, no se trata de desenterrar a los muertos, ni de empezar la guerra de los huesos. Se trataba de no enterrar las causas por las que murieron. Es en relacion a ellas que se produjo el pacto del olvido que Pradera niega y que Cercas piensa que es posible resolver poniendo coronas de flores en los monumentos a los caidos, preferiblemente al tardecer y con musica de fondo.

Posted by Ignacio Echevarria

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno su dibujo del artículo de Cercas, aunque incompleto. Para mí que le falta un trozito: el de la enculada. Me parece "curioso" que Cercas no tenga ningún problema para decir el nombre del pajillado, pero oculte el del enculado bajo el nick "talibanes con complejo de Peter PAn". ¿Puede arrojar luz sobre ese trocito?

Guillem Martínez dijo...

Eso, Echevarría. ¿Quines son los TCCPC -taliabanes con complejo de etc-. Esta tarde cuelgo artículete. Llámame, capullo, que no respondes.

Anónimo dijo...

Naturalmente, puede usted hacer lo que le venga en gana con su blog, Martinez, pero convertirlo en buzón de voz...

Anónimo dijo...

si quieren crítica con nombre y apellidos del staff cultural español (sobre todo Babelia), vean Poesía contra Poesía, de Jean Bollack, bueno, las notas a pie de página: Dreymuller, Reyes Mate...