miércoles, marzo 15, 2006

LA DE LA MOCHILA AZUL

-UN PAÍS ORIGINAL. La CT somos todos. Es la unanimidad, lo positivo, la superación de un pasado no unánime y negativo. Las reglas del juego de la CT fijan que toda esa energía positiva la gestiona quién gestiona el poder. El PSOE gestionó la CT canónicamente. El PP, pues también. El esfuerzo gubernamental de los días 11-M/14-M, no es más que un Gobierno gestionando los mecanismo de la CT a tope, para crear un mensaje unánime y para posibilitar que el Estado gestionara todos los puntos de vista ante un problema. Falló. No porque la CT tenga mecanismos de defensa, si no porque la CT no pudo impermeabilizarse a las culturas extranjeras, que informaban desde criterios diferentes a la CT. Posteriormente a los idus de marzo, la CT presenta ciertas originalidades. El PSOE, fiel a la Transi, sigue practicándola. Y el PP, pues también. La originalidad –grandiosa, descomunal- es que ambos dos gestores alternantes de la CT la gestionan como si estuvieran en el poder, en la cima de la pirámide CT desde la que se gestiona la cosa CT.

-ORIGINALIDAD PP. El caso de la mochila azul es, en ese sentido, indicativo de lo que pasa. Lo que pasa: un partido se comporta como si fuera Gobierno, y emite una dinámica CT que sólo es sostenible si se es Gobierno. SI un gobierno emitiera la teoría de la mochila que ha emitido Rajoy, su mensaje se transmitiría verticalmente sin ningún tipo de reparo. Los únicos reparos vendrían de la prensa extranjera, que sería tamizada a través de Internet, y de emisores freakies que difundirían, también desde la Red, otro punto de vista. Sería pollos marginales, feos y bajitos, alejados de la CT, que los despreciaría. EL éxito de la operación vertical sólo podría ser paliado por un fallo en la CT: que existiera un punto de vista diferenciado en algún grupo de comunicación, o que el rumor de falsedad fuera tan amplio que el personal practicara el pásaling. Lo espectacular del asunto es que, lo dicho, los emisores del punto de vista mochilero no son Estado. Es más, al mantener ese punto de vista entran en seria fricción con algunas regiones del Estado, como la poli o la judicatura. El PP, en lo que es la gran originalidad CT de la temporada, practica la CT no sólo sin Estado, si no abiertamente contra el Estado. Lo único que posee, su única herramienta, su único atributo, el único parecido que tiene con un Gobierno, es el dominio que posee sobre un gran conjunto de medios de comunicación. La comunicación, en la CT, es un poder. Es un cuarto poder. Fabrica y emite política. ¿Es posible emitir política –es decir, CT- con sólo uno de los 4 poderes disponibles en el mercado?

Lo están haciendo. ¿Qué posibilidades de éxito tienen? Yo diría que tienen pocas. Pero también diría que, paradójicamente, tienen poco margen de fracaso. Los mensajes del PP y de su industria comunicativa son recibidos por el resto de la CT como información, no como política o publicidad. ¿Cómo se enfrenta a la mentira una cultura, la CT, que carece de mecanismos de verificación? ¿Cómo puede defenderse de las declaraciones fraudulentas un periodismo que sólo practica el periodismo de declaración? Ni idea. Será divertido / dramático verlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola:

1) Yo al poder judicial, y especialmente de un tiempo a esta parte, lo veo más cerca de abrir vías de investigación que de extender la CT a otros ámbitos, pongamos la izquierda abertzale.

2) Lo paradójico del asunto es la sensación de ya vivido -i.e. la OTAN, o la LOAPA, o...- que transmite todo el asunto, que consiste en la CT aplicando a rajatabla la ortodoxia marcada por la CB. Así, a) cuando rajoy se presentó en barcelona después de las últimas autonómicas para aleccionar al empresariado sobre la conveniencia de formar un govern entre socialistas y convergentes para impedir la entrada de los republicanos, b) el previsible final de la ley de memoria histórica; c) el cambio de socios de última hora para pasar la LOE, metiendo a los convergentes con todo lo que llo supone; d) los recortes estutarios que tanto se parecen a las enmiendas de Piqué.

Un cordial saludo,

Pep.