miércoles, abril 11, 2007

LOS TEMPLOS

Hola. Llevo varios días sin dar un palo al agua. Por lo que ahora, por necesidades de género, debería de hacer una reentrada espectacular. Entrada espectacular que –er… hummm- no tengo a mano. Así que váyanse pitando aquí. No verán una, sino dos entradas espectaculares. Yo, mientras, aprovecho y me voy a construir el siguiente párrafo. A ver qué.

-HOLA. SOY EL PÁRRAFO NUEVO. Uf. Esta línea la acabo de fabricar hace un pariquete. Intenten no pisar muy fuerte, que aún se mueve. Bueno. He estado donde la mar salada. Allí, con mi hijito, hicimos un huerto. Plantamos zanahorias, lechugas, salsafins y, en general, todos los vegetales que odiamos tanto mi hijito como yo. Lo que invita a meditar que la felicidad no es lo que haces. La felicidad –como, supongo, la tristeza- no tiene mucho que ver con las acciones. La felicidad es aquello que transmiten los personajes de Baroja, cuando van y hacen cosas en línea recta y a lo bestia y sin poderlo evitar. La felicidad, en fin, no se puede evitar. La mala noticia es que, por el mismo argumento, tampoco se puede evitar la tristeza. En otro orden de cosas, estos días de hortelano no he tenido contacto con la información. Más bien ha sido al revés. Fue ella, la que se acercó, agente. Sus acercamientos han sido, por otra parte, monotemáticos. Lo que indica un poco el sign of the time, suponiendo que el sign of the time sea aquello de lo que te enteras cuando haces el vacío e intentas no enterarte de nada. Así, me he enterado de la cosa a) y la cosa b), siendo la cosa a) la que aquí sigue. Cosa a): se han muerto chorrocientos ciudadanos en la carretera, lo que ha entristecido mucho, snif, al Estado, que igual va y aprieta otra tuerca para tener aún más presencia en las carreteras, de manera que la gente muera menos y el Estado –snif, snif, snif-, esté menos triste. En los USA –b)-, se ha eliminado de la parrilla el show de Benny Hill, acusado de sexista. El canal que lo emitía, copado por la tristeza, snif, de ver que había obrado tal mal, envió el programa al garete. Es loable tanta preocupación del Estado y de los medios de comunicación por nosotros. Se preocupan por nuestro cuerpo y por nuestra mente. Podría decir que por primera vez. Pero, si uno lo piensa, siempre lo han hecho. La diferencia es que en las anteriores ediciones de su preocupación, nos querían llevar a un templo, para enmendarnos. Ahora sólo quieren que nuestro cuerpo sea el templo.

-LOS TEMPLOS. El Estado hace leyes para proteger a nuestro cuerpo de nosotros mismos, para que no fumemos o no corramos en coche, para preservar nuestro templo particular. Los medios, a su vez, quieren que el templo que somos no se ensucie con lo que consideran suciedad. OK, no obstante, ¿el cuerpo es un templo? ¿O es un piso? Los pisos se ensucian. Vienen amigos. Fuman, cenan, hablan. Haces un huerto y tu hijito llena tu vivienda de tierra y agua. En los templos nunca sucede nada. Que no se sepa. En los pisos, nunca se sabe lo que sucederá.

Quizás sí que el sign of the time es que nuestro cuerpo es un templo. Se le trata tanto como templo que eso, incluso, pasa a un segundo plano acometer medidas que eviten que un piso valga lo que un templo. Es posible que no importe, por otra parte.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno, bueno, eso de que usted y su vástago se dedicaran a plantar zanahorias y otras variedades de verduras, que asegura no forman parte de su dieta, sólo revela una inconsciente (aunque a mi juicio prematura) preocupación por cómo introducir al pequeño en los misterios de la reproducción.

Y traiciona su inquietud en los siguientes párrafos, disfrazados de politiqueo: habla de la "casa como templo" y el hijo que llena la casa de "tierra y agua". Y de que en dicho templo "nunca sucede nada".

Bueno, bueno. Mi consejo es que no desespere y no se apresure. Todo tiene
su tiempo. Y como el mío es oro, aquí le dejo.
Fdo.: Doctor Freud.

Guillem Martínez dijo...

Oh, no, gilis en mi blog

Anónimo dijo...

vaya, veo que no le hace gracia el humor de un judío cocainómano, o quizá cree tener la patente de lo gracioso.
Lo que debe entender del comentario es lo que dijo hace mucho cierto escritor: "puesto que hay que escribir...
no dejemos que las palabras aplasten lo que discurre entre líneas"... porque acaba saliendo por todas las costuras.

Anónimo dijo...

Llevas varios días sin dar un palo al agua...