sábado, julio 09, 2005

SÍ PERO NO. Y NO PERO NO.

Considero superada la polémica sobre los comandos-fascistas-que-detienen-ciudadanos-por-no-cantar-el-himno-del-Barça-en-catalán, es decir, considero desarticulada tu hipótesis de persecución lingüística al ciudadano que opta por el castellano en Catalunya. Y lo considero desde que, en tu anterior post, citas los conceptos “propio interés” y “regulador natural”, al aludir al uso del castellano y catalán en Catalunya. Son los fundamentales y los moduladores del caso de la cosa. Yo hablo castellano, escribo en castellano, pienso en castellano y follo en castellano -¿follo en castellano?; un momento; dame 20 minutos; ya está; no, he follado en tagalo, pero es que merecía la pena, pollo-, por lo que me tendrías que explicar muy bien el hecho de que a) estoy marginado en mi sociedad, b) estoy perseguido en mi sociedad, c) encubro un genocidio en mi sociedad. No sólo no lo has hecho, si no que has tenido que recurrir a conceptos que ilustran lo que intento explicar: que pese al Estado –y al Estadillo-, la sociedad catalana ha autorregulado sus usos lingüísticos. A menudo elidiendo y desencabronando conflictos que el Estado –y el Estadillo- hubieran podido intensificar. Por otra parte, confundes uso público y uso privado. Algo fundamental en quién reivindica derechos individuales. Lingüísticos, por ejemplo. Yo, por ejemplo también, utilizo en el uso mega-privado el castellano. Y uso públicamente el castellano y el catalán. Me tendrías que explicar muy bien qué problemas no he vivido y tú sí. No lo haces.
En ocasiones, para responderme en mis argumentaciones me informas que “la cita que [has] hecho de [mis] palabras no era literal, pues estaba adaptada por exigencias gramaticales, pero sí fiel, aunque no del todo.” Es decir, has practicado la falta de rigor y la jam sesion en la argumentaciones. Al más puro estilo de Cope & Razón, los Payasos de la Crispación. Y has negado evidencias. Ejemplo: a) tras mi cita: «[…] nadie –repito, nadie-, puede denunciarte ni denunciarme, como has señalado en algún post anterior e intentas señalar en éste, por utilizar una lengua y no otra»., me b), respondes que “ pues sí, Guillem, lo lamento pero, por difícil que sea creerlo, sí es posible, y se está haciendo, y se instiga desde los poderes públicos, y se asegura el anonimato”. Es decir, no me respondes. No me das argumentos de algo que, si fuera cierto, no sólo me lo deberías decir a mí. También al Tribunal Consti y a los 4 o 5 que hayan por arriba.
La madre del cordero de tu texto es lo que aquí sigue: “¿quién dice, además, que todas las medidas adoptadas hasta ahora son suficientes para asegurar tal propósito [el uso del catalán forever], y que no habría que intervenir, también, en la lengua doméstica de los más reacios o incompetentes para el aprendizaje de lenguas?”. Es decir, reconoces que NO HAY INTERVENCIÓN ALGUNA en la lengua doméstica. Algo que contradice tus anteriores posts. No obstante, te digo quién dice que no se producirá todo eso que tú, hasta ayer, decías que ya se produce. Pues lo dice la tradición democrática local –el catalanismo de izquierdas, en ocasiones el de derechas, el republicanismo y el socialismo democrático, es decir, las más antiguas tradiciones democráticas peninsulares, que se rebotarían-, la convivencia –es decir, tus conceptos “propio interés” y “regulador natural”-, y el sentido común –el sentido común consiste, en este caso, en ver la aplicación real de las leyes-. Tu desconfianza –la desconfianza es, ahí estoy contigo, el sexto sentido del ciudadano; a mi, el sexto sentido me invita a desconfiar más del nacionalismo español que del catalán, que no ha fusilado tanto, ni tanto tiempo-, sobrepasa el empirismo y la experiencia física. De lo que deduzco que tú/vuestra perspectiva se sitúa una casilla antes de la experiencia personal. Es decir, se sitúa en un prejuicio anterior ante la lengua catalana. Y, posiblemente, ante las tradiciones que defienden su uso.

Hagamos historia –reciente-, el Forum Babal, segundo intento en democracia de cuestionar la convivencia lingüística, nació reivindicando los derechos individuales. Ok. Estamos a favor. Lamentablemente, en aquel momento había unos 30.000 ciudadanos pendientes de juicio –yo entre ellos-, y expuestos a una condena de 2 a 4 años por, en vindicación de sus derechos individuales, negarse a hacer el servicio militar. Babel, defensores y mártires –calderonianos- non-stop de los derechos individuales, obvió ése problema de vindicación de derechos individuales y siguió apostando por el rollo lingüístico. Lo cual ayudó a ver que el rollo Babel, como mínimo, no se planteaba ampliar los derechos individuales, si no plantear un problema con el catalán por parte de una serie de ciudadanos que no entendían los derechos individuales. O, al menos, unos sí y otros no. Vosotros –Babel 0.2-, ahora estáis contra el nacionalismo. Justo en un momento en el que Catalunya y varias autonomías –Euskadi, Valencia o cómo se llame, Balears, Galicia, Andalucía, Aragón-, pretenden, en sus nuevos estatutos –el catalán no diferirá mucho al respeto-, acabar con la Transi, acabar con el Estado Nación y modular un Estado Plurinacional. En vuestro manifiesto catalogáis de nacionalista todo lo que no sea Consti ni old-estatuto. Con un par. Es decir, es nacionalismo todo lo que no sea Estado Nacional. En un momento en el que se puede intensificar –que, por otra parte, tampoco está claro; las izquierdas, por definición, son una olla de grillos- el proceso que, en los 70’s, ETA, la inexperiencia y los militares limitaron, vosotros defendéis no practicar ningún proceso. Precisamente para paliar un problema lingüístico salvaje, fascista y tan viejo –según defendéis-, como la Consti. Socorro. Vuestra vindicación de la Consti se produce, además, tras una oleada de ultra-nacionalismo español sustentado en una interpretación de la Consti y en una intensificación de la palabra “Consti” en todos los discursos y argumentaciones. Ni siquiera os hacéis eco de esa corriente ultra-nacionalista en vuestro manifiesto anti-nacionalista. ¿Quiénes sois en verdad? ¿Qué queréis en verdad? ¿Qué problema tenéis con una sociedad que se regula lingüísticamente desde los 60’, es decir, tácitamente, sin leyes? ¿Qué problemas tenéis con el catalán –os lo pregunta un hablante castellano-?. Y, ya puestos, ¿qué problema tenéis en superar la Consti?

Carlos, si te parece finalizaremos la polémica el lunes a las 12h. Hasta esa fecha y hora podemos colgar, alternativamente, lo que nos plazca. Te confiero, si te parece, la posibilidad de cerrar tú la polémica, ya que yo la inicié. Un saludito.

Aviso a los usuarios del blog: lamento lo de las pedorras en los comentarios.
Aviso a las pedorras: por favor, sean graciosas. O, al menos, sean breves. Si pueden, no sean.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Se ruega al señor Martínez que no chille. Gracias.

Anónimo dijo...

¿Chilla? Pues yo no lo oigo

Anónimo dijo...

Plou i fa sol, les bruixes es pentinen.

Anónimo dijo...

Ya que el propietario de este blog ha decidido acabar con la polémica, aprovecharé sus últimas horas de vida para darle unos toques de rimel y que muera más guapa.

- La opresión del castellanoparlante. Es evidente que en Cataluña un consumidor que hable exclusivamente castellano va a todas partes. No hay opresión legislativa en esos casos.

Es evidente que en Cataluña, un trabajador que hable exclusivamente castellano no podrá llegar a algunos sitios. Sobre todo a puestos de trabajo públicos, donde públicos significa:

1) Que trabajas para la Administración.
2) Que trabajas en un Espacio Público.

En 1 el dominio del catalán es exigido en algo equivalente al nivel C, aunque hay excepciones en las que el dominio debe ser tan alto como si fueras nativo. “Como si fueras nativo”es equivalente a “si no lo eres, seguramente no podrás trabajar ahí”. Como, por ejemplo, en los medios de comunicación.

En 2 la exigencia de dominio del catalán es mucho menos demandada. En algunos sitios es imprescindible un alto dominio (otra vez MCM, dependiente en determinados comercios y, en definitiva, todo trabajador que realiza su tarea de cara al público y que pertenece a una empresa que no quiere dar mala imagen) y en otros (muchos) es absolutamente innecesario.


- La normalización. Para que una lengua tenga larga vida, debe ser hablada por personas. Para ello, alguien debe enseñársela. O se la enseñan su papá y su mamá o se la enseña una institución. La mejor en este caso es la escuela. Así que o mis hijos, con los que hablo en castellano, reciben clase en catalán o no lo aprenderían nunca. Yo quiero que dominen esa lengua y que usen la que quieran en todo momento. No veo la opresión ahí (aunque mis hijos, que no son tontos, escriben los exámenes en castellano al profe que les da clase en castellano y viceversa. Y les supongo una igual adaptación a las costumbres ajenas cuando quieren obtener algo a cambio de lo que sea, por ejemplo ligarse a las vecinitas).

- Creo que el señor Feliu ya ha pillado suficiente. Voy por usted, Martínez. Usted dice que ha hablado con líderes independentistas que tienen claro que “como mínimo, se hablarán cuatro lenguas nativas. Dos, posiblemente, africanas”. Yo he hablado con algún otro de muy alto nivel (y muy ducho en esto de la comunicación) que me ha asegurado que de aquí a medio siglo sólo quedarán vivos en Cataluña el catalán o el castellano. Yo, que voy más por la línea Martínez de pensamiento, no me lo he creído pero me he zozobrado levemente.

Por cierto, déjeme que le diga que en el enunciado subsiguiente comete usted un abuso en el uso de la comparación. Dice “¿España, a su vez, tiene claro que nunca más será un país monolingüe?”. Con lo que recrea usted la siguiente confrontación de asociaciones: líderes independentistas-Catalunya-toquen de peus a terra / España-todo lo contrario. ¿Quién es España? ¿Por qué personaliza Cataluña en esos líderes independetistas? ¿Por qué uniformiza el independentismo cuando hay en él varias corrientes de pensamiento (aquí monolingüistas / plurilingüistas)?

- Rubert de Ventós: Dudo que su discurso sea independentista y no-nacionalista. Sospecho que en cuanto ve usted un nacionalismo con fuerte ideario social deja de ver lo nacionalista y se queda en lo republicano. Cuidado, Martínez: si ese discurso se hubiera hecho de oro hubiera sido por votantes nacionalistas catalanes (no hay tantos independentistas no nacionalistas como para hacer algo de oro) con lo que su supuesto no-nacionalismo quedaría muy en entredicho.

Además, el carácter nacionalista de (prácticamente; no vienen al caso las excepciones) todo independentismo queda evidenciado en el siguiente ejemplo: si Sevilla o Girona no están de acuerdo con una manera de hacer política por parte de España o de Cataluña respectivamente, protestan. Si Cataluña no está de acuerdo con una manera de hacer política por parte de España, dice que se va. Es como una pareja de novios. Para dejar al otro, necesitas no quererle. Si no, no puedes. Ya lo creo que no puedes.

- Dice usted que está por una “reforma constitucional que apunte la plurinacionalidad del Estado y acabe con la concepción de Estado Nacional de España”. Aquí detrás hay dos grandes conceptos: cultura y dinero. Si entiende plurinacionalidad como avance cultural, huída de la parsimonia y del conformismo, estamos en el mismo bando. Si lo entiende como nuevo modelo fiscal que vaya más de acuerdo con los valores republicanos, chocamos frontalmente. Los valores republicanos y el reparto de la riqueza que propone la Generalitat no ligan por ningún lado. Lo que propone la Generalitat es que un terrotorio traspase a otro territorio mayor capacidad de gestión de recursos. Aún no ha explicado qué hará con esa capacidad. Y ahí, ahí están mis dudas. ¿El reparto de la riqueza afectará al ciudadano, será mi vida más fácil? No lo creo. Por otra parte, no creo que mi vida deba ser más fácil por vivir en Cataluña (ya que los recursos de más con que contaría la Generalitat provendrían de dinero que ahora van a otras CCAA); me sentiría mejor conmigo mismo si, sin salir de Cataluña, repartiéramos mejor lo que tenemos aquí. Eso sí sería, de verdad, republicano.

- Quería hablar de mil cosas más, pero iré acabando. Tengo amigos que, como el señor Feliu, se sienten, no diré ‘perseguidos’, sino ‘expulsados’ por una ideología nacional catalana. Según lo que he creído entender de las palabras de estos colegas, no es que se les ataque sino que se les mete en el cajón de ‘los otros’. Por ejemplo, uno de ellos me comentó que en una entrevista en ‘La nit al dia’, Mònica ¿¿Terribes?? contestó algo así como un “afortunadament!” a una frase de Joaquim Maria Puya en la que recordó que en TVC sólo se habla catalán. El amigo que me contó este hecho, aseguró sentirse en ese momento excluido. Dice que el eslogan de TVC, “La teva”, viene dado porque “La teva” es la única que “te” habla en catalán, tú que lo prefieres. Creo que TVC debe seguir emitiendo en catalán, pero en aquel momento comprendí que mi amigo se sintiera en el cajón de ‘los otros’. Sin necesidad de oficinas de denuncia.

Ese mismo amigo (se ve que adicto a TVC) tiene una teoría acerca de los reportajes históricos de la cadena. Dice que tanto reportaje sobre la Guerra Civil y el franquismo no tienen la función de mantener viva la memoria histórica sino de mantener vivo el odio al nacionalismo español y, así, favorecer electoralmente al nacionalismo catalán. Dice que él es de izquierdas, pero españolista (y del Barça, guau), y que el nacionalismo español también estaba presente en el republicanismo español que combatió a los nacionales.
De esta teoría sí me ha convencido. Dudo de los valores republicanos que hayan guiado a CiU a remover determinados temas históricos.

Creo que me he pasado con el rimel.

Guillem Martínez dijo...

Encantado de conocerle

Anónimo dijo...

Ya que hablan de oficinas de delación, me parece oportuno compartir con ustedes una foto que tomé en mi último viaje a Venecia. En el barrio del Cannaregio, cerca del ghetto, hay una estatua con una nariz de hierro que representa a sior Antonio Rioba, il "Pasquino di Venezia", poeta satírico, en cuya nariz colgaban sátiras dirigidas a políticos y a personajes famosos de la ciudad. Una bella imagen poética, ¿no creen?

Anónimo dijo...

La vena no se le hincha, pero otras cosas...

Anónimo dijo...

"Cualquier teoría de la cultura que se fundamente en su utilidad social es vaga y pragmática; por ello me opongo rotundamente al funcionalismo. A partir de un enfoque funcionalista se limita el análisis del folclore, de las fiestas, de la tradición oral, su capacidad de integración social, de afirmación de la identidad: las fiestas sirven para esto, las leyendas para aquello. Se están afirmando cosas que son verdad, pero verdades perogrullescas; no se está dando un paso, ni siquiera mínimo, en el análisis de sus significados culturales. Esto también es aplicable a la cultura histórica. La cultura es lo olvidado por la sociedad en su inconsciente. No se puede concebir la cultura como una suma integradora de procesos sociales, en términos funcionalistas, sino al contrario, como una resta, quitar cosas en vez de añadir. La cultura es lo que queda de la sociedad cuando se le ha quitado todo lo social. Por ejemplo, es la tradición oral, pero cuando se le ha quitado el chisme. En la sociedad todo es chisme, el chisme es todo. Pero cuando se quita todo aún queda algo: este algo es el incosciente. De ahí la ambigüedad de la tarea histórica que aquí se pretende analizar: rescatar lo olvidado. Pero cuando se ha rescatado lo olvidado, aún nos queda todo por hacer: hay que volver a olvidar todo, para poder interpretarlo. La historia cultural obedece a esta propuesta rescatando el inconsciente colectivo del pasado; reparar en los bajos fondos, en el humus simbólico del imaginario lingüístico, el inconsciente y las pasiones. Prestar atención a lo que pasa desapercibido o suele despreciarse (trampas, errores, disfraces, lapsus) en los procesos de reconstrucción de la verdad histórica, para percibir la singularidad de los sucesos (objetos, conceptos, procedimientos) frente a esta teleologia monótona que disuelve lo irreductible en favor de un reconocimiento tan reconfortante como ilusorio: reconocer-nos re-reconociéndolo. Frente a la ficción de la identidad que proporciona el habitual despliegue de lo meta-histórico, captar las diferentes escenas/contextos en los diferentes papeles jugados por lo "mismo" lo revelan como realmente "otro".

Boris Benenzou: Historia es inconsciente. 1999