-SARFA NEWS. Hola. Estoy a punto de coger la Sarfa. Y, aquí, ustedes se preguntarán qué diablos es la Sarfa. La Sarfa es la línea de autobuses que une el Empordà con el resto del mundo. Es un concepto importante. Tanto que en el Empordà, un autobús no es un autobús. Es una sarfa. Hace, guau, más de 30 años que utilizo esta línea con regularidad. Cuando empecé a utilizarla, una sarfa ad-hoc estaba repleta de estudiantes que iban o venían de la uni, de empordaneses enclenques que iban o venían del médico de Barcelona. En ocasiones iba o venía Pla, un tipo con una relación con el dinero tan literal que bajaba a Barcelona a cobrar los artículos, por el trincu-trincu system. Creo que nunca me senté al lado de Pla. O, al menos, no recuerdo ningún trayecto con un viejo con boina pegándome collejas. Posteriormente la línea se llenó de moros, después de negros, después de ecuatorianos. Este mes lo que tira son los rusos. Humm. Ahora que caigo, me doy cuenta que la Sarfa es una especie de diario. Te explica lo verdaderamente importante del día. Así que decido no comprar la prensa del día, y enterarme de la actualidad ojeando la sarfa.
-TITULARES DEL DÍA. La gran noticia del día, si no lees la prensa pero sí lees la Sarfa, la leo antes de subirme a la sarfa. En la estación misma. Está repleta de personas que han pasado allí la noche, al lado de sus zapatos, y con la cabeza apoyada en una mochila canija. La estación huele a humanidad. Es decir, a pies, esa cosa que ha llevado a la Humanidad a todas partes. Incluso a la Luna. Hace menos de un mes, a esa misma hora, apenas había un par de home-less. Ahora habrá casi un centenar. Bueno, no son home-less. Pero sea lo que sea que sean, están a tres casillas del concepto home-less. No llevan barba de náufrago. Tienen, lo dicho, una pequeña mochila con alguna pertenencia. La ropa, sucia, aún deja adivinar su color. Y, sobre todo, poseen la fortaleza de espíritu suficiente para no acudir a un albergue y asumir que son home-less. Así que han hecho nonas en una estación. Simulando o demostrando que lo suyo es una mala racha, y no un destino. Han antepuesto, pues, el orgullo a una cama. La noticia del día podría ser que la pobreza ha aumentado notablemente en apenas un mes. Que ha pasado un cacao-marabillao que, si bien no ha llenado los albergues, ha llenado sus antesalas. Pero, posiblemente, la noticia sea otra. Este titular: “El orgullo impide ver la pobreza incluso a sus usuarios”.
-CAN TELÉMACO. Leo un diario. También me cuesta leer la noticia del día. Está camuflada entre el orgullo de sus protagonistas y de sus redactores. De la Sarfa y de los diarios del día colijo que es complicado leer las noticias que protagonizan los humanos. Están detrás del orgullo que producen los humanos. Dos horas –brrrrr- después llego al Empordà / casita. Bueno, no es casita. Es la casita de papan et maman. Pero sin ellos. No sé si es por eso, pero volver a casa es algo triste a partir de cierta edad. En todo caso, a partir de cierta edad –una edad muy temprana-, cuesta volver a casa y sólo se hace envuelto en cierta tristeza. Odiseo tardó 25 años en volver a casa. Uno podría pensar que no quería volver. Pero volvió, lo que descarta esa presuposición. Símplemente, le costó 25 años. Volver a casa igual es algo relacionado con el orgullo. Es decir, algo difícil de leer. Humm. En el siglo XXI 25 años igual son dos horas de Sarfa.
martes, abril 08, 2008
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3 comentarios:
La noticia del día de la prensa era que Espe se presenta. O no presenta, depende de como uno lea el orgullo, no?
Vaya, esto cada vez se parece más a una metafísica del ver. Otros meditaron y dijeron antes.
1. Sólo vemos lo que estamos diespuestos a ver. Tao
2. No son ojos porque los ves sino porque te ven. ídem
3. No vemos las cosas como son sino como somos. Anais Nin.
A mí, que cogo la línea roja del metro en Santa Coloma cada mañana, este post no me parece metafísico en absoluto. Mi experiencia es tan física que si te descuidas, te llevas a alguien encrustado en tu tórax al curro, como si fuera un broche (normalmente no de oro).
En los últimos años, la transformación del paisanaje con el que compartes el viaje también daría para más de un diario. Por ejemplo, ya casi no queda rastro de los lolailos, así que supongo que han crecido y ahora tienen coches, o están en paro.
En cuanto al punto 3. del comentario anterior, yo diría más bien que sí vemos las cosas como son pero las interpretamos como somos.
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