martes, julio 26, 2005

EL CAMBIO Y LA CT QUE NO CAMBIA

Ayer les decía que “mañana les hablo de los cambios políticos –bestias- que estamos viviendo, y del escaso cambio cultural que parecen traer consigo. Todo ello a la luz de un artículo que me leí el otro día del ministro Moratinos. No se lo pierdan. Escribiré haber sin h, en lo que es otra apuesta por el riesgo.” Y hoy cumplo con mi palabra. A saber: a) aber, b) les voy a hablar de los cambios políticos –bestias- que estamos viviendo, y del escaso cambio cultural que parecen traer consigo. Todo ello c) a la luz de un artículo del ministro Moratinos que me leí el otro día. No se vayan amiguitos.

-LOS CAMBIOS. Conforme pasan los días me voy haciendo cada vez más a la idea de que estamos en un segundo proceso constitucional. Un proceso en el que se van a colar cosas que en los 70’s fueron imposibles. Y que todo ello va a repercutir seriamente en la forma del Estado y, menos seriamente en nuestras vidas cotidianas. Uno tiene cierta edad. Lo que invita al escepticismo. Por lo que estoy dispuesto a tragarme la descripción del sign of the time que les he acabo de endosar. Si lo hago, será próximamente, antes de Diciembre. Pero hasta esa fecha, permítanme exponerles esa realidad que, por otra parte, puede ser simplemente una ilusión personal.

-LA ILUSIÓN. Por lo que percibo a través de entrevistas que hago y contactos personales con los protagonistas políticos del cambio, la cosa consiste en lo que aquí sigue. Disponemos de un Presi de Gobi usuario de la cultura republicana, dispuesto a aplicarla en la solución de conflictos políticos futuros y en la solución de contenciosos políticos territoriales pendientes de solución. Disponemos de una élite del PSOE que comparte cosmovisión con ZP en algunas zonas del Estado –Madrid, Euskadi, València, Baleares, Aragón, Catalunya, Galicia y, snif, poco más-. Disponemos de dos nacionalismos de izquierda –BNG, ERC-, dispuestos, por lo visto, a participar en el proyecto de cambio. Es decir, dispuestos a no apretar las tuercas más de lo que el cambio implica, así a lo bestia: una lectura federalista y efectiva del Estado. La capacidad efectiva de posibilidades de cambio, la prueba del algodón del cambio, es el Estatut de Catalunya. Un buen cacharro, si bien estoy dispuesto a comerme esas palabras, indeed, en pocos meses. Lo divertido del asunto, es que la ola de señores y señoras que están impulsando el cambio no posee una cultura diferenciada de la Cultura de la Transi. En el mejor de los casos, poseen ciertas originalidades que les aleja, sin separarles, del canon CT. Poseen, por así decirlo, una distancia notoria ante la política de la Transi, ante la Transi como fenómeno. Pero carecen de una lectura crítica de la cultura que creó aquel fenómeno político.

-LAS ORIGINALIDADES. Las originalidades que yo voy pillando en los líderes a los que aludo son varias. Como que a) son bilingües –trilingües o chorrolingües en territorios con lengua no castellana-, por lo que c) están conectados a fenómenos de otras culturas, si bien d) esos fenómenos tienden a relacionarse más con la cultura de masas que con, pongamos, la literatura. Quizás el trazo más llamativo es e) la desconfianza hacia los medios informativos españoles. Todos. Es más, en mis entrevistas me ha parecido entender que, por primera vez desde 1976, algunos políticos de la izquierda moderada no confían para transmitir, ampliar o debatir sus mensajes en NINGÚN diario de los que tenemos disponibles en la plaza. Algunos políticos, incluso, modulan sus discursos ante el convencimiento de que su discurso no llegará como tal al lector. Todo ello, lo dicho, me parece lo más llamativo. Si no hubiera otro dato más llamativo. No tienen ninguna otra fricción con la CT. La entienden como la cultura por aquí abajo. Carecen de criticas a la cultura de por aquí abajo, carecen de críticas hacia, pongamos, una novela CT. Las críticas abiertas a la Transi –se producen, empero más y mejor a micrófono cerrado que en plena entrevista-, no se traduce para nada en una crítica a la cultura que creó la Transi. Sospecho, por otra parte, que en general son bajos consumidores de productos culturales, impresión que no puedo demostrar, por otra parte.

-EL ARTÍCULO. El otro día me pelé, verbigracia, un artículo de Miguel Ángel Moratinos en El Periódico. Por lo general, no leo artículos de políticos en activo. Me leí éste por su título. Hablaba de Juan Valera. No se pierdan la correspondencia de Juan Valera. El castellano con juego de piernas del siglo XX viene de esas cartas. Su castellano plis-plas, brillante, less is more, por otra parte, es perceptible en los diarios de Azaña –verbigracia: “Recibo a los ministros de la CNT. Parecen cow-boys”-. Azaña, de hecho, perdió la cabeza por Valera. Y le dedicó el grueso de su obra ensayística no política. Lo utilizó para, en sus ensayos sobre Valera, en su dibujo de la cultura española del siglo XIX, fabricar cultura republicana, construir una dicotomía republicana/monárquica de la cultura española. Es decir, construyó, gracias o mediante Valera, una cultura no-CR –CR = Cultura de la Restauración-. Bueno. Me leí el artículo imaginándome que la cosa sería una cita, más que de Valera, de Azaña, el último político que se ocupó de Valera cuando los políticos se relacionaban con la literatura por necesidad laboral, para fabricar culturas beligerantes. EL artículo de Moratinos, en todo caso, era todo lo contrario. Era una descripción telegráfica de los grandes hitos de la carrera diplomática de Valera. En el artículo no había nada que se pudiera considerar valoración, utilización o extrapolación. Tres llenapistas del pensamiento. El artículo era una pintura en blanco. Uno de los responsables de que a) el Ejército Español desapareciera de Irak como, zas, un ninja, el b) vendedor internacional del concepto Alianza-de-Civilizaciones –donde a) + b) = dos de los hechos más notorios y transgresores de la política internacional española en los últimos veintipico años-, no necesitaba a Valera para explicar nada más que a Valera. No necesitaba ninguna de las herramientas culturales que estaban a huevo para hablar de Valera. No necesitaba, en fin, la cultura. Era –guau, otro en fin en dos líneas-, un usuario más de la CT. Compartía CT con, pongamos, Aznar, un pollo que hablaba de Di Stéfano o Lorca cuando tocaba, pintando en blanco. Con Di Stéfano, literalmente.

-¿QUÉ HA PASADO? Ni idea ¿Por qué, por primera vez en la historia contemporánea de España, la Cultura no es el epicentro de la cosa? ¿Los profesionales de la cultura no necesitan relacionarse con los profesionales del cambio? ¿La cultura, por propia definición CT, se aleja de cualquier opción de cambio? ¿Los políticos que, durante veintipico años, han conservado una idea beligerante de cambio, han perdido contacto con una cultura que, en veintipico años, ha perdido cualquier idea de cambio? ¿La cultura ha desaparecido como herramienta de la caja de herramientas del profesional del cambio? ¿La cultura es una industria que no entiende ni necesita el cambio?

Usted se encuentra aquí. Y yo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Habida cuenta de que la mayor aportación cultural no-CT a la cosmovisión de los políticos de brega dignos de tal nombre hecha en los últimos treinta años en esta piel de toro con huevos osborne ha sido perpetrada por Siniestro Total (o/y en su defecto Antón Reixa o/y DEF CON 2), no veo porqué los políticos iban a hechar de menos a los "culturetas" para explicarles dónde están, que han estado haciendo y que necesitan hacer.
Con la anterior cultura de base y suficiente actitud, puede que nos llevemos alguna agradable sorpresa. De momento la cultura CT empieza a esta desubicada y hace manifestiaciones, manifiestos y maniobras orquestales en la oscuridad. Buena señal.

Anónimo dijo...

Sobre la redacción escolar de Moratinos que parece haber cortado y pegado de la Encarta. ¿No será que el momento '59 segundos', la primera vez en que he visto un político dejar ver que es una persona, cuando se calentó de verdad y dijo una verdad... o más bien el collejón posterior por parte de los jefes (¿quién le mandaba decir verdades?) le ha dicho 'eyyy, frena. Aséptico y aburrido. No aportes nada vayas a cagarla'?

Los profesionales de la cultura y los profesionales del cambio: esos grandes desconocidos, ¿por qué no se relacionan? Buena pregunta, a mi me surge otra antes de poder plantearme responder a esa, ¿existen tales profesionales? ¿Son profesionales de la cultura escritores de moda que escriben novelas con la calidad de una redacción de un alumno de la LOGSE? ¿O quizás aquellos que comentan el por qué del éxito de novelas pseudo históricas en cursos de verano? ¿Acaso aquellos que hablan de sus obras y de si mismos como de entes ajenos a la realidad que les ha tocado vivir: 'No, es que a mí la política no me interesa... a mí sólo me interesa hacer un producto que guste a la gente'...? Cuando la palabra producto y cultura se alían... mal rollito.

No quiero ser muy pesimista, creo que algunos sí que existen, pero quizá necesitan crear con más fuerza (está fuerte la jodía CT), quizá también porque desde la sociedad no se les invita demasiado a ello... Un debate interesante, hablar con un verdadero profesional de la cultura, de esos que sí que pueden sugerirnos algo interesante a los que nos gusta cuestionarnos un poco este mundo, sobre el estado actual de la cultura.

Y sobre profesionales del cambio... ejem, ejem. Quizá todavía soy demasiado joven para poder apreciar la posibilidad o no de que algo así exista, por ahora mi experiencia me dice que no, quizá el popular "idealismo de la juventud" debería decirme lo contrario, quizá debiera intentar creerlo. Por ahora me parece que lo que nos sobran son adalides de la Cultura del Cambio, pero una cosa son los eslóganes y otra las acciones, una cosa los profesionales del cambio y otra los profesionales del márketing institucional.

Ahora, sobre su relación... sólo de pensar en Ana Botella diciéndole a Julia Otero que su marido estaría encantado de acudir al programa para hablar de literatura y poesía (pocas veces he oido unas carcajadas del público tan naturales) me hace pensar que en algunos casos quizás es mejor que no se relacionen... En clave más constructiva y menos deprimente: ¿qué ha hecho que en otras épocas de la historia sí hayan podido alimentarse mutuamente, y en la nuestra sean impermeables? Demonios, ¿tan rápido ha degenerado la especie?

Ictíneo, tu comentario "De momento la cultura CT empieza a esta desubicada y hace manifestiaciones, manifiestos y maniobras orquestales en la oscuridad. Buena señal." me hace pensar... ¿por dónde, o desde dónde, caen las Culturas...?¿Puede su final nacer desde su desconcierto y maniobras desesperadas?

Recomendación antes de irme sobre el tema de la crítica: La Sociedad Invisible de Daniel Innerarity, particularmente las páginas dedicadas a la falta de la verdadera crítica. Resulta interesante, no soluciona el mundo, pero da qué pensar.

Hay que desconcertar al sentido común (Hegel).

Anónimo dijo...

Hola Lucía,
¿por dónde, o desde dónde, caen las Culturas...?¿Puede su final nacer desde su desconcierto y maniobras desesperadas?... mmmm...

Las culturas caen, así a lo bestia, cuando sus emisores carecen de público. Por fortuna y desgracia, las maniobras desesperadas son hijas de un, puntualmente, éxito sin parangón en fijar, dar brillo y explendor a la existencia potente, y lo que te rondaré morena, de esos receptores. De tal modo no apuesto por que sea una señal de su final, sino de su angustia por tener que hacer sitio a otros modos de hacer Cultura, que no sólo tengan productores, sino, ¡oh terror!, éxito económico en su distribución. Y es que no da miedo quedarse sin tarta, da miedo repartirla (que por ahí se empieza a perder el usufructo de la pastelería).
El ejemplo cutrelux de lo dicho, no deja de ser el apuntado por Guillem. Cuando los voceros de lo público empiezan a bastarse con la gramática de El Marca para hacer llegar su doctrina, es más que posible, que aquellos que sentimentalmente necesitan un discurso más complejo que el ofertado (independientemente de lo acomodaticio que sea éste) no lo busquen en los interpretes CT de la realidad, sino en cualquier otra parte.
Es aquello de si ves al comandante abandonar el barco, pasa del chaleco y mete codos para entrar en un bote.

Anotada su recomendación bibliográfica.

Dame pan y llamame tonto. (Anónimo)

Anónimo dijo...

Mi diagnóstico:

Sin ponernos excesivamente foucaultianos, lo que Guillem denomina la única fricción de la Cultura de la Trasición, las reivindicaciones de las regiones y/o naciones y/o lo que sean, responde únicamente a una relación de poder.

Dichas regiones / naciones / lo que sean reclaman más poder, y para ello instrumentalizan los valores nacionales. El Estado(y las personas que lo componen), por cierto, hace lo mismo.


Otra cosa. Yo no buscaría el déficit intelectual / literario de nuestros políticos en la local Cultura de Trasición (un fenómeno político, es decir, basado en un acuerdo puntual). En mi opinión, Guillem, le otorgas demasiada onda expansiva a una cosa tan poco excepcional.

Yo me fijaría en la popularización mundial de la cultura del entretenimiento como consecuencia de la expansión de las nuevas tecnologías, que ha eliminado el término "inversión" de nuestras cabezas: la lógica del beneficio inmediato. La eterna pregunta ¿para qué sirve leer un libro? encuentra menos respuestas cada día, porque no hay tiempo para pensarlas y menos para leerlas, y cuando desaparezca Steiner yo ya no sé cómo lo vamos a hacer para resistir a la invasión de las Playstations...

Anónimo dijo...

Querido Guille:
En cuanto a las bajas propias por "fuego amigo" (o muertos propios provocados por la actuación de fuerzas del orden en su incansable protección del ciudadano ante el terrorismo): el bestialismo británico es estatal, amparado,protegido y disculpado por el estado.
El español es particular aunque pueda haber sido jaleado desde el gobierno. Decir otra cosa implica restar responsabilidad al policía, al que también jaleó su amante esposa en un alarde de amor conyugal, que mató al panadero. Y esto es restar responsabilidad individual. Y esto es convertir en víctima al policia de la influencia ajena. Y esto es muy CT.

Anónimo dijo...

vaya, vaya, aquí no hay playa.

Anónimo dijo...

anónimo, que siempre se me despista, que la playa está en otra parte. Pruebe a sumergirse en el artículo que escribe el jefe en el Interviu. Pásese, pásese por allí y verá que,finaly, G.M. ha visto los D.H que le cuelgan a C.R.de la nariz.