lunes, mayo 30, 2005

CAMBIOS EN EL CENTRO DE GRAVEDAD DE LA TRANSI

La cultura española viene modulada por dos grandes hechos del siglo XX: la Guerra Civil y la Transi. En mi inocencia, hasta hace poco, creía que tanto montaba / montaba tanto, aludir a un jalón o a otro para revindicar una normalidad cultural. O para explicar la desaparición de una tradición cultural. Empiezo a creer que no. Y que de la cierta recuperación del pasado que, de una forma u otra, va a aparecer en los próximos años, seguramente asistiremos a dos ubicaciones diferentes de la bestia –ese monstruo que acabó con una tradición cultural-, según el punto de vista se sitúe, a su vez, en la CT o no. Seguidamente les expongo dos exposiciones en las que se expuso una ubicación diferente para la bestia. A ver qué.

-LA BESTIA NOS PILLA LEJOS. Y MÁS LIMPIOS. Hace unas semanas se realizó en Madrid un acto de homenaje y reconocimiento y bla-bla-bla a una figura de la literatura y el pensamiento sin la cual jamás bla-bla-bla. El acto, una presentación de un libro recopilatorio, asistieron el recopilador, Jordi Gracia, Javier Pradera y Javier Cercas. Los usuarios del acto coincidieron en reconocer el papel de Dionisio Ridruejo –el homenajeado-, como precursor de la Transi española y bla-bla-bla. Con lo cual, en todo caso, se dibujó una poética de la Transi española que, posiblemente, será la versión canóniga para el próximo periodo administrativo de la CT. No se vayan, amiguitos.

-DIONISIO, QUÈ SAIS JE? Me cae bien el pollo. Falangista bajito y magnético, se tiró, me dicen, todo lo que pudo en la Salamanca y el Burgos umpluggued de la guerra. Después de las matanzas de Valladolid y Extremadura –murió hasta el apuntador, razón por la cual no aparecen apuntadas en ningún libro de texto-, fue uno de los animadores de Auxilio Social, OmuyG que se hizo cargo de los huérfanos recién estrenados, después de que otra OmuyG –el Ejército- se hubiera hecho cargo de sus padres. Como capitoste cultural falangista, fue uno de los pollos que hicieron posible que los falangistas catalanes publicaran en Burgos una revista, como su nombre indica, falangista, que con el tiempo -1942, después de lo de Stalingrado-, se fue abriendo a miras más amplias y que fue y se llamó Destino. En 1939 entró en la Barcelona liberada como Jefe de Propaganda. Las autoridades le impidieron repartir la propaganda facha que llevaba. En catalán. Parece ser que, en ese momento, cae de la burra. Abandona sus cargos -como el Che, pero todo lo contrario-, y se va a exportar la revolución verticalista a la URSS, que no a Bolivia. Vuelve hecho unos zorros –ideológicos-. En los años 40’s se distancia del régimen y en los 50’s es un abierto opositor. Fue fundador de, glups, Unión Socialdemócrata Española, y participó activamente en los movimientos opositores. Fue uno de los que asistieron, en los 60’s al Contubernio de Munich, primer encuentro entre oposición no marxista y monárquicos. De cómo evolucionó del fascismo catolicista –falangismo, vamos-, hasta posiciones democráticas, incluso progresistas, es la pregunta del millón. La transición de falangista victorioso en 1939, a demócrata de toda la vida en los 50, es un trayecto que se realiza en grupo. Tobal, Laín, Torrente, los Rosales, Panero... realizan esa transición. Efectiva, oscura. Greogorio Moran, un periodista y ensayista raro –un día, en este blog tendríamos que hacer un listado de los raros, los pollos que no encajan con la CT, los pollos a los que la CT ha dado para el pelo; Moran es uno-, en su El maestro en el erial, realiza una ecuación curiosa. Describe los años oscuros de Ortega, una vez vuelto a España. Esos años que van desde su retorno hasta su muerte son los años en los que cierto falangismo cultural realiza su transición. Moran describe esa transición en términos poco populares, poco mágicos y poco épicos. Describe, vamos, una evolución natural del falangismo, en la que participa, incluso, Ortega. No se lo pierdan. Bueno. Ridruejo es autor de un volumen de memorias. Memorias españolas, es decir, ese género que jamás ha existido en España, donde las memorias son un ejercicio justificativo, no un ejercicio de introspección y contradicción vital. Es posible que sus memorias fueran una reformulación biográfica con la que reformularse ante un inminente proceso de Transi democrático aquí abajo. Nunca lo sabremos. Dionisio, quizás el único falangista del 39 que hubiera participado en la Transi desde un partido propio, destinado a fusionarse con el PSOE, y con un discurso biográfico e ideológico alejado de otros ex-combatientes, integrados en otros partidos –de extrema derecha, recordemos-, no pudo participar en la Transi. Murió unos meses antes que Franco. Hubiera sido divertido. O no. Tal vez hubiera resultado lo mismo. Tal vez el rol de Dionisio –abogar por la superación de la guerra, abogar por la reconciliación nacional y todo eso-, ya estaba ocupado y su participación en el rol no hubiera cambiado nada, por poco original, en el resultado final. Resultado final: tras 1978 la reconciliación en España, como el valor en la mili, se le presupone. Igualmente, es posible que su participación política en la Transi tampoco hubiera resultado determinante. Dionisio abogaba por un proceso democrático que no partiera desde cero, sino que más bien observara como solucionados algunos conflictos la última vez que salieron a colación. En la guerra. Vamos, que el límite de lo reformable, el límite de la agenda de lo reformable volvía a estar en la guerra. Algo en lo que, de una forma u otra, todo el mundo estaba de acuerdo. En el acto, por lo que he leído en la prensa, se presentó a Dionisio como pionero incomprendido de la Transi, por todo lo anteriormente citado. Es decir, que de alguna manera la Transi –en sus formas y resultados- es un proceso asimilable por un falangista aperturista en los 50’s. De alguna manera la Transi es un proceso formulado en su biografía y en su intelecto por el grupo de falangistas que acompañó a Dionisio en su proceso. La reivindicación de Ridruejo realizada en el acto, por lo que leí en la prensa, se interpretó como la de un pionero. Un pionero que, se desprende de ese punto de vista, vislumbró que la bestia actuó en la Guerra Civil, y trabajó para subsanar su actuación en un proyecto que encaja, de calle, con el proyecto de la Transi, un proecto recuperador y armónico que nos permite redescubrir y valorar intelectuales insignes como Ridrueho.


-LA BESTIA, MÁS PARA ACÁ. Ayer, por cierto, en Berlín, se acarició en la frente y luego, un poquito, se le dió un capón a la CT y se situó la bestia, el hecho exterminador de una tradición cultural, más para acá de la guerra civil. Fue en el marco de unas jornadas organizadas en el Instituto Cervantes sobre “La cultura de la memoria”. Por lo que leo, los ponentes alemanes exhibieron una poética del pasado fascista más cachas y con más mili que la exhibida por los ideólogos españoles. Los puntos más sombríos de la delegación de España, ese país más soleado, fueron interpretados por a) Juan Goytisolo –aludió a la no existencia de una Transición Cultural, concepto creado, me parece, por Gregorio Moran en su inencontrable El Precio de la Transción; la inexistencia de una Transi Cultural equivale, por cierto a decir que la Bestia ganó la guerra, y a lo que mató no se le pudo hacer el boca a boca en la Transi-, y por b) Juan Aranzadi. Aranzadi es un pollo que estoy descubriendo. Un amigote me pasó su Good-bye ETA y aún estoy alucinando. Lo suyo es un punto de vista no nacionalista –esa cosa tan complicada; no consiste en declararse no-nacionalista desde un nacionalismo, por ejemplo-, y de cierto democratismo radical, extraño en la plaza. Cuando haga lo del hit-parade de los raros de la CT, Aranzadi tendrá, me temo, calle propia. Bueno, en el acto, Aranzadi situó a bestia, el hecho exterminador de una cultura, en la Transi. Es decir, que la Transi no fue un momento de defensa de una cultura agredida por la Guerra Civil y el Franquismo, sino el momento de la muerte definitiva de una tradición cultural. Fue el momento de la bestia, vamos. O, dicho de otra manera: “Se dijo que se silenció la memoria durante la transición por miedo a una nueva guerra civil, pero en verdad se hizo por miedo al Ejército, y como se demostró más adelante, la única amenaza de la democracia eran los oficiales franquistas”. Otra descripción de la Transi, menos épica que aquel proceso vislumbrado por Dionisio haciendo o dejando de hacer guardia frente a los luceros. Y otra descripción de cómo desapareció una tradición. Y, ya puestos, ñaca, otra ubicación del Día de la Bestia.

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