miércoles, junio 29, 2005

PRÓLOGO

Lo dicho. Esto es un libro. Raro y de estructura rara. Por lo que, aprovechando la rareza de la cosa, conviene ir escribiendo prólogos raros, que capturen, recauchuten y editen periódicamente todo lo raro que está surgiendo. La estructura de toda esta rareza, ahora que lo pienso, favorece más el surgimiento de ideas que su planificación. Bueno. Prólogo. Raro.

Estas líneas intentan explicar(me)(les) un muro con el que me encuentro a diario y que he dado en denominar CT / Cultura de la Transición. Que es la Cultura tal y como nos ha quedado tras la Transi y el advenimiento de la democracia, tal y como, a su vez, nos la trajo y nos la asentó la Transi. Toda construcción intelectual entraña cierta construcción demagógica, que intento que sea lo más transparente y clara posible. Es decir, que intento que cante, de manera que cuando yo emita demagogia, ustedes puedan cazarla y entenderla como tal. Humm. Me parece que los grandes golpes demagógicos que aparecen en todas estas páginas son dos. A saber. A) El mismísimo concepto de Cultura. Utilizo el concepto utilizado –lo siento por los palabros- por la antropología desde Tylor y Boas. Es decir, hace la tira. Es así que bajo el concepto de Cultura entiendo un sistema de pautas de pensamiento y de conducta en todos los ámbitos de la vida. Cuando hablo de CT hablo, pues, de la Cultura, las pautas que implican el pensamiento y la conducta en la vida cotidiana, en el arte, pero también en la política. B) El segundo golpe demagógico en el que me empleo consiste en observar en la CT un intento bestial y exitoso de asegurar la estabilidad, más que el progreso o, incluso, más que la libertad o la democracia, en un país determinado. Y eso, acogiéndome al punto A), me ayuda a describir una cultura política. Pero también una actividad artística. La esencia de la demagogia B) consiste, pues, en ver que la política y, pongamos, la literatura están muy relacionadas en la CT. Tanto que la primera presupone todas las posibilidades de la segunda. Nuestra literatura no va más lejos que nuestra política. Nuestra política puede explicar nuestra literatura. Considero que esa dinámica es única –en su intensidad- en Europa. Y que es absolutamente patológica. También considero que lo que he presentado como golpes demagógicos –lo que ustedes deben comprar para adquirir todo el discurso que aquí se les ofrece-, son muy defendibles. Es decir, poco demagógicos.

Bueno. Fin del Prólogo E=MC². Mañana se inicia la polémica que les vengo anunciando. A ver qué. Si funciona intentaré liar otras con otros pollos de la cultura española.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Por mucho que lo busco no encuentro otro caso de sociedad más o menos desarrollada en que se haya producido el paso de un regimen totalitario y fascista a otro democrático de forma ordenada y pensada como en el caso español, sin ningún tipo de ruptura, con sonrojante aplauso de la escena internacional y manteniendo además al jefe del estado designado a dedo por el anterior. A partir de esa anomalía viene todo lo demás.

Anónimo dijo...

Sí. Hay un país similar. El Vaticano.

Anónimo dijo...

Bueno, reconozcamos que vivimos una realidad paralela interesante, aunque patológica, como anuncian las modernas teorías de la Física. Es una cosa muy cinemátografica desde el punto de vista que el cine se nutre de situaciones patológicas o extremas básicamente.
Somos un país Jardiel Poncela/Hermanos Marx y eso no deja de tener su mérito. Vivir en la delgada línea del absurdo como algo normal y real no deja de tener su mérito. Nos mantiene como una sociedad atrasada de segundo orden, pero al tiempo proporciona un ejemplo casi de laboratorio de cómo se transforma la realidad con un adecuado gasto de energía mental que, claro está, no se podrá dedicar a otras cosas.