martes, marzo 06, 2007

LAS ESCALERAS

-LA VÍCTIMA. Por norma general, las cosas muy grandes no existen. No sé. Pongamos el Aloe Vera. Te lees el prospecto de un pote de Aloe y parece ser que el Aloe es algo grande. Descomunalmente grande. Sirve para todo. Si te lees un prospecto de etc. descubres que no puedes vivir sin Aloe, un producto que, ahora que lo pienso nunca he consumido. Según el prospecto de un pote de etc. estoy, por lo tanto, fiambre. Algo debe fallar, por tanto. O soy yo o es el prospecto del pote de etc.

-LA VÍCTIMA COMO ALOE VERA. El concepto Víctima es, si uno se gira y observa los últimos años / las dos últimas legislaturas, el Aloe Vera de las ideologías. La derecha española lo usa. Con profusión. Como se utiliza, según el prospecto de etc., el Aloe. Según la derecha, es víctima quien no es verdugo. Pero el truco del Aloe también lo utiliza la izquierda. La izquierda también hace sus cruzadas para defender a las víctimas del tabaco, del alcohol o de una lectura aloe-verística del maltrato doméstico. Quién no es víctima del tabaco-alcohol-maltrato, quién no se aflige por ese pack de víctimas, quien ve en las leyes que se han inventado para defender a esas víctimas cierto pitote contra los derechos individuales es, también, culpable. La palabra víctima –y, por oposición, el palabro culpable- es, pues, una palabra mágica de principios del siglo XXI. Es, por otra parte, una palabra demasiado grande para que verdaderamente exista.

-LA POLÍTICA COMO DRAMA. El abuso de la palabra víctima, tan grande, dibuja que han desaparecido otras palabras, más pequeñas, como ciudadanía. También dibuja la desaparición de otras dinámicas. Con ciudadanía, por ejemplo, se hace política. Con víctimas, esa palabra tan dramática, se hace política dramática. O, incluso, mucho menos. Se hace dramatismo.

-LAS MANIS PRO-VÍCTIMAS DE LO QUE SEA. La substitución del palabro ciudadanía por el palabro víctima es la substitución de un objeto por un sujeto. Los sujetos, como su nombre indica, se pueden sujetar. Los objetos, van a su bola. Un palabro es más sensible a la apropiación y a la utilización dramática que otro. De hecho, la víctima inocente, sin nadie que la defienda, abandonada a su destino, más que una lectura de la realidad, es un recurso dramático, más viejo que el cáñamo, por otra parte. En un mundo en caos, es un recurso dramático fijarse solamente en el bebé que está a punto de caer por una escalera, que en los adultos que no paran de caer por ella. La utilización generalizada del palabro víctima indica la dramatización generalizada de la política por aquí abajo. Que ve antes a los bebés que a los ciudadanos.

-EL FUTURO DE LA VÍCTIMA. Por aquí abajo la política es una escalera, copada por un bebé a punto de caer, por personas que la empujan y por personas que lo quieren socorrer. Y me temo que va para rato. Se potenciará la presencia de bebés en las escaleras antes que eliminar las escaleras y substituirlas por rampas. O, ya puestos, por playas. El recurso del bebé-víctima en la escalera está cargado de futuro. Siempre funciona. Reformulado, es una vía a la obra maestra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues viendo lo que pasa en clave de escalera, la utilización de las víctimas que está haciendo el PP es tal que una escalera de color.

Anónimo dijo...

Tienes razón, siempre funciona y muchos lo utilizamos. Me gusta darme cuenta hasta qué punto. A partir de ahora serás mi Aloe Vera de San Yutiub

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón. Siempre se toca la fibra dramática para no tocar la fibra racional. Pero también para eso sirve el aloe vera: un poquito de crema sobre la pupa y no queda rastro.