miércoles, marzo 07, 2007

LOS PETA-ZETAS DE PROUST

Este fin-de me fui con mi bebé a ver lo de Sant Medir. Trailer: unos señores que van a caballo tiran caramelos por la calle y el resto de la gente se ríe con la boca llena de dientes. En eso, alguien –un señor o un caballo- me tira un sobre de, guau, Peta-Zetas, causando una envidia generalizada en mi entorno tan llamativa que un par de bebés hacen el amago lincharme. Un bebé que hasta ese momento no sabía hablar, incluso llegó a acusarme, con el fin de calentar a la masa, de claudicar ante ETA.

-LOS ZETA-RECUERDOS. Como sabrán los iniciados, un Peta-Zeta era lo más parecido a un polvo cuando los polvos ni estaban ni se les esperaba. Era una superproducción. Un gin-tonic de los que sirven en Bilbao. Cuando, en una tarde de la infancia, te caía un sobre de esos, era como un domingo, pero por lo laico. Bueno. Sant Medir. Me dan un Peta-Zetas. Me tomo la mitad que me corresponde, y en mi boca se produce esa cosa tan rara que es la memoria. La memoria no se produce siempre, como todo el mundo que ha perdido varios paraguas sabe. Pero se produce aún menos en la boca. Como todo lo que pasa por la boca, la memoria, al pasar por la boca, crea sentimientos espectaculares, si bien contradictorios.

-LA MEMORIA INÚTIL. Cuando le pasó la memoria por la boca, a Proust le duró la sensación varios tomos. A mi me está durando varios días. Miro la realidad y la realidad me remite a mi pasado. Al principió fue divertido. Ví cosas que no veía al no ver mi pasado. Y comprendí mejor mi presente. Es así que, por ejemplo, que ahora, por primera vez desde la niñez, veo cosas que no veo desde la niñez. Son cosas inútiles, como el sabor de una magdalena. Cuando era pipiolo, por ejemplo, los mayores iban por la calle siempre con bolsas de plástico reutilizadas, llenas de-vete-a-saber-qué. Ahora vuelvo a ver esos adultos. Son los de mi infancia. Pero son inmigrantes. Lo que me invita a suponer que los inmigrantes son adultos de hace 30 años. Igual por eso no caen bien a quien se avergüenza de lo que llevaba en sus bolsas, que ya no existen, hace 30 años. Ví otra cosa que no veía desde hace décadas. Chicas ruidosas y divertidas maquillándose, para liarla, en el metro, como cuando era peque. Ahora, empero, no utilizan espejo. Utilizan la cámara frontal del teléfono móvil. Lo que invita a interpretar que, sean lo que sean, los teléfonos móviles también son espejos. Posteriormente, los recuerdos han dejado de ser tan divertidos. Y han pasado a ser, incluso, tristes. He visto personas con hábitos de personas que conocí y que ya han muerto. He visto, incluso, algún niño que se parecía a mí en un día de aquellos tan terribles. Estuve a punto de acercar me a él –a mí-, para explicarle que todo pasará pronto, y que la vida es chachi, y que no te la acabas. La memoria en fin, es un mal rollo. Por eso sucede tan poco en la boca. Y, en general, por eso sucede tan poco. Las culturas tienen mecanismos para dosificar la memoria. Un exceso de memoria puede ser letal. Una persona, sometida a una dieta de Zeta-Petas de la memoria, moriría aplastada por su propio peso. Memorialístico. Y, claro, del otro. Lo dramático es que también se puede morir –no saber interpretar la realidad es morir- cuando la memoria no se produce, y pasas a carecer de las herramientas necesarias para saber, por ejemplo, que un teléfono móvil es, en realidad, un espejo, o que un inmigrante en ocasiones es alguien con bolsas 30 años más jóvenes.

-JUEGOS PROHIBIDOS. Leo en la prensa que el Gobi ZP se dispone a facilitar información / memoria sobre la política carcelaria de Aznar. Leo también que Zaplana, ese hombre, se dispone a dar, a su vez y por tanto, información / memoria sobre la cosa GAL. Lo que explica que la memoria por aquí abajo es algo patológico. No existe. Por otra parte, si existe un pacto de dosificación de la memoria, ese pacto no consiste –o no únicamente-, en omitir la memoria desde hace 30 años. Consiste en omitir la memoria de legislatura en legislatura. El Gobi que manda, en fin, tiene la garantía de que no se le recordará oficialmente cuando abandone el poder. Debe de ser una garantía incuestionable, explícita y muy formal, pues los chicos del PP, en verdad se están comportando como si, en efecto, no hubieran existido hace cuatro años.

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