sábado, marzo 26, 2005

LA CULTURA BRUNETE Y SU PRIMA, LA CULTURA DE LA TRANSI

-¿NOS PODEMOS DEFENDER DE LA CULTURA BRUNETE? Respuesta: no. Pero no se vayan amiguitos.

-LA CULTURA DE LA TRANSI Y LA CULTURA BRUNETE COMPARADAS. Hola. Pretendo dibujarles la Cultura de la Transi para, posteriormente, explicarles esa cosa que ha nacido, en realidad, en su seno, que voy y denomino la Cultura Brunete. Bueno. Al tajo. Tengo 12 meses para dibujarles desde todos los lados la Cultura de la Transi, pero explicada a un marciano que viene de visita, en plan rápido y resultón, podría sonar como lo que aquí sigue. Es una cultura de Estado –un Estado que en el 78 fundó un Ministerio de Cultura, algo que, si uno se fija es lo contrario de un Ministerio de Instrucción Pública, que es lo que había en la República, la versión 0.0 de la democracia española-. Para el Estado que difunde la cosa, y para los usuarios de la cultura, que no se cuestionan en absoluto el modelo cultural, la cultura es, como su nombre indica, buena. Siempre. Incluso cuando te duchas. Ese valor universal denominado cultura está pactado tácitamente. La nuestra es, de hecho, la gran cultura europea pactada en el Estado. No busquen por ahí un caso parecido, que no lo hay. El resto de culturas europeas, para solucionar y acomenter sus culturas, hacen lo que las culturas. Pactan diariamente consigo mismas, en ocasiones en, bajo, con, contra o independientemente del Estado. El pacto ése que crea una cultura, y que ha acabado por ser una cultura, nuestra cultura, la Cultura de la Transi, pretende llevar a la cultura un pacto político realizado en el 78. El pacto político supuso una pirueta. Pirueta: un Estado fascista pasa, por sus propios mecanismos, a ser un Estado democrático, sin ningún tipo de enjuiciamiento legal o moral a los responsables del fascismo. Así de bestia. Ese proceso de transición democrática tiene sus cosas buenas. Pero no es necesariamente la pera. Ni es necesariamente el único proceso de transición posible o / y disponible en el mercado. En Chile, verbigracia, se ha optado por otras posibilidades. Más democráticas, para el pollo que firma estas líneas. Bueno. Se puede, en todo caso, consensuar la política. Se puede consensuar un pacto político extraordinario, en todo caso, como el español. Pero no está claro que se pueda consensuar la cultura. No, al menos sin un altísimo coste. Cultural. El coste de esa pirueta para la cultura española ha sido fabricar una cultura que nunca salpique el consenso político del 78. Una cultura que emplee todas sus fuerzas en no desestabilizar ese pacto. Es decir, una cultura que, por ejemplo, no trate con juego de piernas la Guerra Civil o la Transición, los dos hechos moduladores, si uno se fija, de la cultura y la política española. Una cultura que, snif, nunca observe la realidad con otras gafas que los de la clase política. La nuestra es una cultura, si se fijan, que nunca puede superar las opiniones o las expectativas de la clase política. Es, en fin, una cultura que nunca puede entorpecer la política, entendida la política como el margen de lo posible pactado en el 78. Así, a lo bruto, la Cultura de la Transi tiene como única función no cuestionar el pacto, crear estabilidad, ser un filtro que elimine problemas al pacto. Cualquier producto cultural que se proponga ser otra cosa y sobrepase ese margen, cae, chof, directamente en la marginalidad. Jamás, si uno se fija, el margen de la marginalidad cultural fue tan amplio como esta mañana a primera hora. Estas líneas que se leen son, de hecho, marginales a gogó. Una línea más en este tono y, en fin, me volvería tan freaky que no me comería una rosca el próximo sabadete. Es por eso que, con animo de disimular un poco y no complicarme la vida hoy sábado, ahora mismo insertaré una línea en blanco. Alehop.

Uf. Ya ha pasado. ¿De qué les hablaba? Ah. Sí. ¿De qué habla una cultura que puede hablar de tan poco? Respuesta a) de nada. Es decir, amplia, justifica y decora lo que dicen los políticos y el Estado. O / y se emparenta con las regiones más blancas del ocio. Otra región de la Nada. Respuesta b) de sentimentalidad. Los productos culturales españoles desde 1978 son, fundamentalmente sentimentales. En el país del periodismo rosa, las novelas de señora fondona que descubre que tiene chichi en Estambul, son el llenapistas. Los productos culturales hablan de buenos sentimientos. Los malos sentimintos son asociados a problemas. Por eso, tal vez, nuestra cultura carece de polémicas. Son malos sentimientos, provocados por la envidia o por piques personales. De hecho, cualquier cosa que se aleje de la Cultura de la Transi, tiende a verse interpretada desde la Cultura de la Transi como resentimiento o patología personal, jamás colectiva. Yo mismo, ahora mismo, si me viera la Cultura de la Transi, sería un tipo feo, bajito, cabreado y mal follado, con lo que a mi me quiere mi mamá. Y otra señorita que es lo contrario a mi mamá. A quién veré este sábado night. Rayos. Necesito otra línea en blanco.

Podría afinar más la descripción. De hecho, iré afinándola. Tenemos un añito por delante, que es lo que durará este blog. Bueno. Cultura de la Transi. Estábamos la mar de bien con una cultura que, si bien no formulaba nada, no era importante, importaba un pimiento, era inexportable, tenía sus reglas, sus posibilidades laborales, sus sacerdotes y todos los tics de una cultura normal, si exceptuamos su funcionalidad o pertinencia. Y en eso, pumba, se cuela un nuevo modelo cultural que da para el pelo a la Cultura de la Transi, la humilla, la pone en ridículo. Es la Cultura Brunete, y se la describo mañana.

1 comentario:

Gachas dijo...

¡Ya sé cómo se hacen los comentarios en tu blog! hay que hacer click en "comments" y no en el sobrecito de al lado. El sobrecito de al lado te obliga a mandar un mail.
Enhorabuena por tu blog. Tres hurras por tu blog, in fact.