viernes, marzo 18, 2005

MVM Y LA REINVENCIÓN DEL FÚTBOL

-LAS CALLES DE SAN MANOLO. PROLOGUE. Esta semana han retirado una estatua de Franco en Madrid. El solemne acto tuvo una a) normalidad absoluta y b) una subnormalidad absoluta. La a) normalidad es que alrededor de la estatua se reajuntaron un grupo de fachas, subsector full-time. Algo normal. Si retiraran la estatua de Colon, sería absolutamente previsible que la familia de Colon acudiera a las inmediaciones para demostrar sus mixed emotions al respecto. La b) subnormalidad, la cosa rara, lo que tiene que llamar la atención, es que la retirada del mercado de la estatua del equino y el caballo, 30 años después de la muerte de uno de esas dos criaturas estatualizadas, se realizara de noche. De noche es cuando, tradicionalmente, la humanidad realiza las cosas que no se atreve a realizar de día. La noche es el biotopo tradicional y tan nuestro de la doble vida. La retirada de una estatua 30 años después de lo que toca y de noche, indica la presencia de la noche como realidad y necesidad cultural. Nuestra cultura necesita de la noche para realizar cosas en silencio que, durante el día, ni siquiera se verbalizan. Nuestra cultura tiene serios problemas de verbalización. La retirada de la estatua de Francostein, por otra parte, viene a huevo para seguir hablando del periodismo futbolero nativo. De hecho, ese género, en ocasiones, es un chollo-bollo para hablar, de día, de los grandes temas de la vida, que son diurnos. La noche, ahora que lo pienso, es muy útil para hablar de los grandes temas de la vida privada. Franco, en todo caso, no es parte de nuestra vida privada. Bueno. Fútbol. Ese género lo inventó Manuel Vázquez Montalbán, en un articulito –Barça-Barça-Barça, Triunfo, 1939-. Lo pueden leer, por fin, en Fútbol, una religión en busca de su Dios –Mondadori-, libro que se presentó ayer en mi ciudad y en el que, si acceden a él, pueden asistir a la génesis de un género, y a la práctica personal de ese género, durante la segunda mitad del siglo XX hasta que esa práctica personal se detiene de repente en Bangkok.

-EL VERBO Y EL FÚTBOL. En el libro, lo dicho, para el tipo que firma estas líneas brilla con luz propia el articulete Barça-Barça-Barça, aparecido en Triunfo en 1969. Se trata de un texto fundacional de un género que consiste en interpretar los clubs como mediums –“todos los públicos normales y corrientes utilizan a su equipo como un médium en el juego espiritista de trabar relación con la victoria o la derrota”-, y en aprovecharse de la categoría del Barça al respecto –“el médium” (en el caso del Barça) “establece contacto nada más y nada menos que con la propia historia del pueblo catalán”; “el Barça es la única institución legal que une al hombre de la calle con la Cataluña que pudo haber sido y no fue”-. El género consiste en a) utilizar el Barça como metáfora de la izquierda, de otra España posible. Consiste en b) utilizar el Madrid como todo lo contrario. Consiste en intensificar, negar y matizar a) y b). Consiste en utilizar el fútbol como herramienta cultural, y en utilizar esa herramienta para la lectura de un mundo globalizado. Consiste en crear fricción intelectual sobre la realidad. El género, en fin y si se fijan, consiste, a lo bruto y arreando, en no hablar de fútbol, si no de la sociedad que lo cobija.

-GRANDES FRACASOS CATALANES DE AYER Y HOY. El género es un patrimonio barcelonés. No se ha conseguido exportar a España. Un poco como Catalunya. O como lo del 3%. Pero sí a otras culturas. En ese sentido, resulta sobrecogedor cuando viene el periodista americano de turno a escribir el artículo del Barça de turno y ves como, en mitad de un cenorrio, le cruje la cara al comprender un género que había intuido, pero no tocado con las zarpas en su vida. A mi, personalmente, me sorprendió como pilló el asunto -a tiempo real, en conversaciones- Franklin Foer. Foer, un judío neoyorkino como la copa de un pino –inteligente, rápido, permeable, acostumbrado a leer la realidad en ecuaciones difíciles de percibir-, descubrió en BCN a MVM y su escuela de chicos que cuando ven fútbol ven verbalizaciones de la realidad. Y escribió la primera verbalización internacional al respecto del Barça, de Catalunya y de España, en la que dibujaba Catalunya como un exotismo peninsular: no posee nacionalismo identitario, si no una suerte de nacionalismo cívico –así lo llamaba él-. O identidad republicana -o republicanoide, que queda como más menos-, sustentada en mitos como el civismo, que diría yo. Grande. Es curioso que las herramientas de un usuario de la cultura norteamericana le permitieran adquirir esta posibilidad de realidad más rápidamente que a un periodista nativo. Como ctreinta y pico años más rápidamente, de hecho.

-LA MADRE DEL CORDERO ENCERRADO. Bueno. De la génesis del género lo sabemos todo. Sabemos que MVM quizás adoptó el Barça como eje en tanto el Barça era cultura popular. O en tanto era un fenómeno camp –aquel palabro sign of the time de la época-, un poco como Gimferrer hospedó en su obra a Hoyos y Vinent. Y, ya puestos, un poco como Hoyos y Vinent se hospedaba en el Hotel Mónaco. Sabemos que el género nació en el piso de MVM, Anna Sallés y Daniel, donde después de cada partidete se reunían también Sergio Beser, Josep Fontana, Josep Termes, Borja de Riquer, amigotes en la órbita psuquera que en el 68 coincidieron trabajando para la Larrousse. Que Daniel, un niño entonces, esperaba en la cama a que los adultos volvieran al piso, tras el partidete. Que escuchaba el sonido de la puerta al abrirse. Que esperaba ese momento con ansiedad. Que los adultos le dejaban asistir a sus conversaciones. Que incluso le permitían beber leche en un baso de güisqui. Sabemos que en aquellas veladas los mayores no paraban de fabricar ecuaciones sociales y cachondas sobre el Barça. Sabemos que una ciudad entera utiliza ese género para leerse a sí misma. Sabemos que una ciudad entera espera y exige a sus diarios la práctica de ese género. Sabemos que los periodistas por la rama culé lo usamos a gogó, tirando millas gracias a los descubrimientos al respecto de MVM. Sabemos que el género era una opción astuta para poder establecer conexiones intelectuales arriesgadas y/o proscritas en 1939. Lo que no sabemos –y aquí, amiguitos, está la madre del cordero-, es por qué el género –franquista, subsector antifranquista- sigue disponiendo de tanta salud en plena cultura democrática. Posible respuesta: nuestra cultura democrática igual mantiene lógicas franquistas. Que permite la vigencia y el interés de lógicas antifranquistas.

-HABLAR DE NOCHE. La vigencia del género, inventado por un hombre que abogó en su momento por la ruptura, explica que tras la no-ruptura se creó una cultura difícil, con temas oscuros, que sólo se puede explicar hablando de otro tema. Con ecuaciones. El concepto reforma-pactada es, de hecho, una ecuación, en la que sabemos lo que significa reforma, pero que no sabemos ni un pijo del concepto pacto. La vigencia del género explica que una sección de deportes, en ocasiones, pueda verbalizar la realidad con más libertad que una sección de política o cultura. Explica que aún existe la posibilidad de burla astuta ante quien vigila la realidad. De lo que se deduce que aún hay control sobre la realidad. El control, posiblemente, no lo realiza ningún Doctor No. Lo realiza la Cultura de la Transi, esas reglas de juego que, como todas las reglas del juego, señalan lo que es fuera del juego. ¿Era consciente MVM de que su género, inventado durante el Franquismo, servia también para burlar los límites de la cultura democrática tal y como nos quedó, con amplias regiones de pura noche? Ni idea. En la presentación del libro me encuentro, por cierto, con Anna Sallés, esposa de MVM. Quedamos para ir al fútbol. Igual hablamos de todo esto.

-HECHA LA LEY, HECHA LA TRAMPA. Y HECHA LA TRAMPA DE LA TRAMPA. La intelectualización del fútbol, su transformación de cultura popular a herramienta cultural, es el gran chollo del legado futbolero de MVM. Pero, snif, ese chollo también tiene trampas. Se las explico la próxima vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pienso que el episodio trasnochado de la estatua se hubiera podido obviar añadiendo una nueva placa en la peana. Pero eso requería tener claro el contenido de la leyenda, no sólo a cerca del retratado sinó sobre el retraso en la rectificación.
Puede que lo que se haya querido esconder no sea un episodio de la historia, sinó la incapacidad de la izquierda para verbalizarlo (retraso incluido).
Una incapacidad compartida con la derecha. Pero a ellos no le hace falta, ya tienen cancioncitas.