sábado, abril 09, 2005

LO PC HACE BANDERA

-USTED SE ENCUENTRA AQUÍ. Les decía que, dos puntos, “la cultura española –la Cultura de la Transi- tiene, recuerden, como principal función eliminar tensiones y aplazar problemáticas. Por lo que esa tendencia mundial denominada lo Políticamente Correcto –a partir de ahora, lo PC- le viene que ni pintada. Lo PC no sólo ha limpiado de moros y de negros nuestras calles –lo que indica que lo PC tiene, a la que uno se fija, un componente skin que tira de espaldas; si no pillan el chiste, les remito al anterior articulete-. En general ha limpiado a gogó. El pasado y el presente. Se lo explico mañana”. Hoy, en fin, es mañana. Pero yo, en fin indeed, no soy el de ayer.

-LES HABLA EL HOMBRE DE HOY.
Me parece tan obvio que la Cultura de la Transi es lo PC –la Cultura de la Transi ha transformado un negro en un subsahariano, la extrema derecha en bloque constitucionalista, o la Unidad Nacional, esa cosa joseantoniana, en solidaridad, esa otra cosa con la que te puedes comer un kiki con una okupa-, que si se lo explico quedaré como un Abuelo Cebolleta. Una posibilidad, a la postre, terrible un sábado a la noche. Humm. Les endiñaré un caso poético-práctico de solución de conflictos –o de aplazamiento eterno; las sociedades, como los matrimonios, pueden vivir eternamente si se aplaza el yuyu un día más- en la sociedad española a partir de la utilización de lo PC como única herramienta. Váyanse pitando al siguiente párrafo y lo verán. Alehop.

-HOLA. SOY EL SIGUIENTE PÁRRAFO. PERO LLÁMENME MANOLO. el siguiente experimento / historieta parte de dos datos importantes. Dato a). Estoy en el Empordà, mi pequeño país, una micro-comarca mágica del noroeste peninsular, que toca tanto a Francia que en ocasiones es Francia. El pescado es especialmente bueno. Y, si exceptuamos el vino, todos los productos de la tierra. El Empordà es el locus de la Peninsula donde se ha declarado la República en más ocasiones. Siete. La primera, toma moreno, en 1842. La gente es peculiar. Tiende a gastar un toque de genio. Cuando sopla la tramontana -algo terrible y que te deja alelado-, es cuando ves más brotes de genio. Brote-de-genio. Dos subtipos. Subtipo 1). Sopla tramontana y te vas a robar peras. En eso sale el propietario de las peras. Coge la escopeta y te mata. Por una pera. Subtipo 2). En pleno ataque de tramontana, estás en un café tomándote un idem. En eso entra una mujer con la misma cara desesperada que gastas tu. Quiere hacer el amor. Con desesperación. Lo hace. Y se va. No volverá a hacer lo mismo hasta que, el próximo septiembre, vuelva a soplar la tramontana a gogó. Bueno. En otro orden de cosas, y aunque no lo diga la prensa, en ningún ayuntamiento del Empordà –los hay de todos los colores políticos, salvo el PP-, ondea la bandera española. Cuando viene algún delegado del Gobierno, o algún chupatintas de West Point, y pregunta por la bandera que falta, se le enseña el recibo de una lavandería. Y a otra cosa, mariposa. Bienvenidos al dato b). Dato b). El ministro Bono, antesdeayer –ayer en la prensa-, ha puesto como única condición para la entrega a la ciudad de Barcelona del Castillo militar de Montjuic –una promesa electoral de ZP-, que la bandera española siempre ondee en el recinto. El dato a) y el dato b) presuponen una futura, segura e inmediata polémica de banderas. Algo políticamente no correcto, algo que en un país normalizado supondría un debate, una serie de polémicas, una serie de alineaciones. Se produciría, y con todas las letras, un conflicto entre la realidad de un país y su oficialidad, esa cosa que la Cultura de la Transi no quiere que se produzca nunca. ¿Qué pasará aquí? ¿Se producirá ese encuentro de una bandera con su pasado? ¿Cuál es su pasado? No se vayan, que se lo explico.

-HISTORIA DE UNA BANDERA. La bandera española, como todos lo científicos saben, es un trapo. Como la bandera del Barça, la de CAMPSA, o la del Principado de Mónaco. No obstante, es poseedora de una historia. Como la de CAMPSA, o la de Mónaco. Se trata de una historia poco PC. Ahí va. En el siglo XVIII habían tres monarquías borbonas con marina de guerra. Sus barcos llevaban la bandera del rey. Blanca. Por lo que corrían en riesgo de darse para el pelo o no darse para el pelo cuando no tocaba. Por eso Carlos III se inventó una bandera marina, que consistía en coger la única bandera peninsular reconocible como tal –la de Aragón-, y partirla por la mitad. La bandera marina estaba presente en todos los barcos del rey y en las plazas marinas. Cádiz era una plaza marina. Cuando, un siglo después, las Cortes de Cádiz se reunieron en un Cádiz rodeado y bombardeado a diario por las fuerzas francesas, esa era la bandera que ondeba full-time. En Cádiz se realizó la abstracción de transformar esa bandera marina en la bandera de la nación –concepto que aparece por primera vez en la Consti de Cádiz-. Como el concepto de nación –que no era el de hoy; posiblemente, corríjanme, nación en el 1812 era algo parecido a ciudadanía o sociedad-, esa bandera se la traía floja a Fernando VII, que la envía al garete en cuanto vuelve al poder. Y la substituye por la bandera blanca borbónica. La bandera bicolor, con la palabra “Constitución” bordada en la zona amarilla, vuelve a ser oficial durante los tres años que separan el pronunciamiento de Riego de la ejecución de Riego. Posteriormente, vuelve la bandera blanca. Hasta la muerte de FVII. La rojigüalda vuelve a ser el llenapistas con Isabel II, una reina que la oficializa, pero que no la utiliza. De hecho, todas las victorias de Espartero –y sus masacres, como el bombardeo sobre Barcelona-, no se realizan con esa bandera como fondo. Espartero, y con él, cierto liberalismo, apostó por el pendón morado de Castilla como bandera. Por un error filológico, Espartero y sus chicos, ignoraban que “morado” era un medievalismo con el que se aludía al color “bermellón”. Por eso, la Milicia Nacional de Madrid adoptó como bandera una tricolor roja, amarilla y morada que, con el tiempo y por el azar, acabó siendo la bandera republicana. Pero eso es otra historia. Durante el XIX, en fin, el personal pasa notoriamente de la bandera nacional. Las banderas no eran importantes. De hecho, varios pronunciamientos republicanos se inventan, a su vez, varias tricolores. Quizás la bandera republicana española más antigua fue la tricolor que utilizó el general Torrijos en un pronunciamiento mangui. Se ignoran cuales eran sus colores, salvo uno, el verde. La Primera República, incluso, no puso el énfasis en la bandera. De hecho, no tenía. Las proclamaciones de la República se hacen sin bandera. En el Empordà, por ejemplo, para proclamar la Primera República, federal, se utilizaron las banderas suiza y norteamericana. Con un par. La bandera reojigüalda es la bandera de la revolución del 68, intento democrático de reconducción de la política nativa. Que se va al garete, junto con la identificación liberal con esa bandera, tras la reinstauración de la dinastía borbónica, que hace nuevamente oficial la bandera y la asume como propia. Hasta la fecha. Hay, empero, un detalle importante, el primer pollo que la convierte en obligatoria esa bandera desprestigiada, no democrática, y obliga por ley a colgarla de cualquier balcón público, fue Alfonso XIII. En 1904. Es decir, antes de ayer. Alfonso XIII es el pollo que oficializa también el himno, inaugura las primeras estatuas patrióticas y, en fin, realiza una ofensiva nacionalista bestia, encaminada a reconducir lo que está pasando. Lo-que-está-pasando: en 1904 la ciudadanía emergente no se identifica con ese trapo. Se identifica con otros trapos. La bandera roja. La bandera catalana –la bandera del rey de Aragón, reformulada ahora como bandera de un territorio o sociedad-, la ikurriña –inspirada en la bandera británica, inventada por Arana y, aún así, más antigua que la obligatoriedad de la bandera española-. O la tricolor. Desde su momento de obligatoriedad, aquel 1904, la bandera española fue, en fin, polémica. Su obligatoriedad, en fin, nació ante la proliferación de banderas. Es, en fin otra vez, una bandera a la defensiva. A la defensiva de todo lo que, en aquel momento, no fuera centralismo, no socialismo, no anarcosindicalismo, no monarquía. La bandera, que dejó de ser oficial en 1931, lo volvió a ser en 1939. Sólo costó chorrocientos miles de cadáveres. Que siguiera siendo oficial tras 1975 sólo costó no hablar de chorrocientos miles de cadáveres y delimitar la amplitud moral y democrática de la Transi, de manera que cupiera esa bandera y todo su pack sentimental-criminal.

-LO PC Y SU BANDERA. Bueno. La bandera de marras tiene un algo sucio. Por eso en el Empordà está non-stop en la lavandería. Que es una solución PC al problema. La solución no PC sería enfrentarse a la historia de la bandera, enviarla al garete, asumirla como propia, o distanciarse del fenómeno banderas. La bandera, debidamente sometida a lo PC –sometimiento a lo PC: en el 78 se le quitó una gallina que había en su centro, en el 78 también se le quitó su pasado: hoy es una bandera inmemorial, anterior a 1904 y democrática-, es la que Bono quiere que ondee en Montjuic, donde bajo esa bandera se fusiló a miles de barceloneses que lucharon contra esa bandera durante el Franky Franco Spanish Tour. La polémica es a) buena y b) mala. A) Buena: posibilitaría hablar de esa bandera, decir que no es importante que ondee todo el día, en todas partes y a todas horas, que no es un símbolo democrático, que la democracia es más importante que las banderas. Que la democracia española no tiene por qué ser su bandera. Que no hay para tanto, en fin. B) EN este país, socorro, sólo se habla de banderas. Es decir, trapos. Es decir, identidades. Es decir, posicionamientos inamovibles, que no mueven, que hoy se vertebran por la cosa PC, por lo que no verbalizan nada, ante el temor de verbalizar de verdad sus discursos reales. ¿Cuál es, por ejemplo, el interés real de Bono por que esa bandera ondee en Montjuic a toda leche? En ese sentido, ante la falta de respuestas y lo cansino de los gritos, hay días enteros en los que sería mejor no hablar de nada e irnos a la disco. En todo caso, me juego una copa, la polémica se solucionará por el método PC. La bandera ondeará y no ondeará en el castillo de Montjuic. Ondeará siempre y nunca. Algo posible en un país federalista que no es federalista y laico que no es laico. Algo posible en un país democrático que vive tranquilamente con su pasado –y los protagonistas y usuarios de ese pasado- no democrático. Algo únicamente posible en un país PC, que utiliza el lenguaje para aplazar soluciones. Eso sí, con una gran maestría.

No hay comentarios: