sábado, abril 02, 2005

LOS FABULOSOS HF BOYS (III)

Humm. Estoy viendo que en los fines de semana me sale en raciones como para una boda el HF / Hombre de Flores / hombre con problemas con las herramientas (culturales) / pollo con arrugas del cerebro diferentes, que llevo dentro, y que intento que entre semana no salga del armario –suponiendo que los HF gasten armario; yo, snif, lo tengo todo por el suelo-. Bueno. Al tajo. El Papa está pajarito indeed. Y ahora va y se lo explica un HF.

-LA INTERRUPCIÓN, ESE PEASO DE GÉNEROL ESPNIOL, JARL. Ayer por la noche interrumpieron las programaciones televisivas para enchufar lo del Papa. No todas. Hubo, al menos desde mi Estado Federal televisivo, dos excepciones. A saber: a) TV3, la única cosa peninsular con aspecto de BBC. Ha interrumpido en pocas ocasiones su programación. Ni siquiera el 11-M, día en el que se comportó como una tele pública en un país democrático cuando hay atentado ganso. B) Los canales que tenían programa rosa. De lo que se deduce que, si estabas emitiendo en rosa –es decir, si estabas interrumpiendo la programación-, no hacía falta volverla a interrumpir. La cosa de interrumpir la programación es un invento Brunete. Y proto-Brunete. Hablando con los mayores, la primera vez que se interrumpió la programación por aquí abajo fue cuando el alunizaje –no se interrumpió, que se prorrogó hasta las tantas; fue una barra libre de tele, de lo que se deduce que una interrupción de la programación es, a lo bestia, una barra libre de tele por parte del emisor-. La segunda ocasión fue con motivo de otro viaje espacial. El de Carrero. La/s tercera/s fue con ocasión de la agonía papal y muerte de Franco –se emitió a tiempo real su degradación física, en lo que tal vez fue el primer precedente español de La Casa de tu Vida-. La cripto-Transi pura y dura fue interrumpida televisivamente por Suárez y Martín Villa, que respectivamente proclamaron la barra libre para vender el producto Transi, vender el producto UCD y dimitir –caso Suárez-, y anunciar el secuestro del mes, las grandes derrotas de ETA y subirse las gafas cada punto y seguido –Villa-. La Siguiente Edad de Oro de la barra libre / interrupción fue con el PP y tras la tregua de ETA. Coincidiendo con cada asesinato, las programaciones de TVE y el resto de canales de la Brunete –o del resto de canales sin un discurso formado ante el Brunete way of life-, interrumpían la programación, ponían una cámara en plano fijo ante el fiambre –en lo que posiblemente fuera una falta de respeto absoluto-, y endiñaba una barra libre de declaraciones de periodistas y políticos brunetescos, que fabricaban la ecuación ETA = todoquisque, salvo el PP. El 11-M, en ese sentido, fue, si bien la gran barra libre de la historia de la televisión por aquí abajo, un día normal con fiambre. Es decir, un día consagrado a la apropiación de cadáveres. En este caso, 200. El día, empero, emblemático de las interrupciones, el día en el que se codificó la interrupción como género contemporáneo cargado de futuro fue, me temo, el 11-S. Aquel fue, el día en el que se inventó y pulió el concepto que resume el sentido y el género periodístico denominado interrupción. Fue el día en el que nació el concepto Oh-Dios-mío. No se vayan, amiguitos.

-EL CONCEPTO DÍOS-MÍO. EL 11-S nadie sabía lo que pasaba. Y eso era lo que pasaba. De hecho, se tardó muchas horas de emisión -de torres ardiendo en directo- hasta saber que se trataba de a) un atentado, con b) aviones. Lo que explica que las cámaras no estaban retransmitiendo un atentado. Estaban retransmitiendo un incendio. Es decir, hasta cierto punto, un espectáculo curioso, que no transcendental. No retransmitían el asesinato del Archiduque en Sarajevo. Retransmitían, para entendernos, el hundimiento del Titanic. Es más, en lo que es una metáfora de la utilidad informativa de la cámara fija interrumpiendo la programación, el segundo avión impactó ante las narices de millones de espectadores y del comentarista de A-3 –el canal que yo estaba viendo en aquel instante-, sin que nos enteráramos. Sólo vimos una explosión. El presentador, en ese momento, no entendía nada, como todo el mundo. Y, lo más importante, sabía lo mismo que todo el mundo. En ese momento, haciendo uso de mis conocimientos y de mi formación intelectual, yo opté por decir “collons”. El locutor optó por otra alocución extraordinariamente parecida. Dijo “Oh, Diós mío”. Y lo repitió chorrocientas veces. Posteriormente, en resúmenes informativos, he visto ese fragmento con ese off en varias ocasiones. De lo que se deduce que, para los recopiladores de resúmenes informativos, ese fragmento no es la metáfora de un fracaso informativo, si no más bien un éxito. Glups.

-EL ÉXITO DEL GÉNERO OH-DIOS-MÍO. Las interrupciones, informativamente, no aportan nada. Aportan Oh-Dios-mío. O, en el siglo, collons. Sirven, no obstante, como jalón. Sirven para decir que el incendio que ves es, en verdad, enorme. Que si no, no interrumpirían la programación. Si no tienes más información -generalmente, un incendio grande tardas en describirlo lo que tardas en decir, mira, mamá, un incendio grande-, el tiempo se rellana con sentimientos, captatio atentione y estados de ánimo –Oh-Dios-mío no explica nada, salvo el estado de ánimo del locutor, un hombre que no sabe lo que está describiendo- De lo que se deduce que la interrupción es un género informativo que no aporta nada, informativamente hablando. Su progresivo éxito planetario –y su éxito español si paliativos-, ilustra una manera de recibir y, fundamentalmente, emitir, información.

-OH-DIOS-MÍO SIGNIFICA ¿NADA? Les deseo un buen fin de semana. Si, por casualidad, el Papa aún está agocinando en las próximas horas, les propongo este juego –quizás el menos macabro de cuantos les propondrán las teles-. Cuando vean la programación interrumpida, con cámara fija apuntando a la Plaza de San Pedro, bajen al mínimo el volumen de su aparato, y sustituyan el off de la cadena por este otro: Oh, Dios mío, Oh, Dios, mío, Oh, etc. Verán que, informativamente, no cambia nada. Humm. Prueben a hacer lo mismo cuando emitan información sobre las elecciones vascas. Igual también funciona.

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