martes, mayo 10, 2005

LA PRENSA DE HOY

En La imagen pública de la Monarquía (Ariel, BCN, 2001), de Julio Montero Díaz, María Antonio Paz y José J. Sánchez de Aranda (profes de periodismo en, respectivamente, Madrid, Madrid y Navarra), se aborda el tratamiento dado a la monarquía en la prensa escrita y cinematográfica de cuando Alfonso XIII. Una conclusión divertida es que en aquella época de beligerancia cultural, y de la monarquía percibida como epicentro simbólico de la beligerancia, los diarios monárquicos informaban non-stop sobre cualquier estupidez protagonizada por el rey, mientras los diarios liberales y republicanos informaban sólo de los actos políticos, por muy estúpidos que fueran, protagonizados por el rey. Unos informaban de regatas y del pack bodas, banquetes, comuniones. Otros de la ceremonia de apertura del año judicial. Si usted ha ojeado la prensa –cualquier tipo de prensa- de hoy, convendrá conmigo en que no existen dos tratamientos diferenciados sobre el tema. De lo que se deduce que uno ha sido exterminado.

-¿QUÉ HA PASADO? España recuperó la democracia como la perdió. De forma tutelada. Por coyuntura internacional. El proceso de transición democrática es, también puede leerse así, el proceso de instauración de una monarquía. Que en aquel momento sólo podía ser parlamentaria. En otro momento anterior, no hubiera tenido por qué ser así. Un esfuerzo notorio e inicial de la CT consistió en apartar la cultura de cualquier polémica política. También de cualquier beligerancia ante la monarquía, una institución que hasta aquel momento había sido beligerante contra la cultura. Es decir, contra toda una tradición cultural agredida desde la Guerra Civil. Beligerancia, verbigracias: Alfonso XIII, al inicio de la guerra, consiguió de Mussolini los aviones italianos que practicaron los primeros bombardeos civiles indiscriminados, es decir, genocidas, de la historia, únicamente tras los bombardeos etc de Japón sobre Manchuria. Su hijo juró los Principios Fundamentales del Movimiento. El hijo de su hijo, que ocupó balcones junto a Franco cuando en Europa se producían manifestaciones contra las últimas ejecuciones españolas, pues idem. Aplazar, desactivar cosas así, suponen un esfuerzo notorio. La actitud del PCE, principal responsable de que el esfuerzo notorio no fuera tan notorio, sólo se puede entender, a su vez, con un esfuerzo notorio. Explicar las razones por las que la izquierda española decidió en aquel momento también desactivar –entre otras desactivaciones- la cultura, es el gran qué de la Transi. Quizás es el verdadero precio de la Transi. Uno de los precios de la Transi es, al menos, que esta mañana a primera hora usted y yo hemos abierto la prensa, y la prensa, no obstante, ha decidido estar cerrada. Es decir, consagrar muchas páginas a una poética de la realidad extraña. Humm. En ocasiones como esta me viene a la cabeza el adagio que va y dice: “el periodismo es aquello que se quiere ocultar, mientras que aquello que no se quiere ocultar es la publicidad”. Fin adagio. Veneciano. Vamos, que seguir por estos derroteros son ganas de querer fijar domicilio en Venecia. Como muy cerca.

¿La Monarquía es CT? Humm. Lo era. Se lo explico mañana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Curiosamente en España los medios más o menos de izquierda son más monarquicos que otros con tendencias derechistas,y tristemente el único intento minimamente articulado de conato republicano vino propulsado desde la derecha (aquel extraño de El mundo con Trevijano). Vazquez Montalbán llegó a decir, con mucha sorna, que mejor tener rey si la alternativa era un presidente de la república como Chema Aznar. A todo esto se le suele llamar sindrome de Estocolmo, ¿no?

Anónimo dijo...

...o de Estoril.