miércoles, abril 06, 2005

EL CATOLICISMO, CESADO, QUE NO CESA

El catolicismo –subsector gore; un catolicismo exteriorizado, un catolicismo de contrarreforma; un catolicismo estilísticamente menos Leon XIII, más Pío XII y, estadísticamente, poco o nada Juan XXIII- ha sido el llenapistas por aquí abajo hasta hace muy poco. De hecho, si se fijan, hubo incluso una guerra para que eso fuera así. El caso de la cosa es que hace cuatro días el catolicismo era algo que te encontrabas al salir de casa. O en la escalera de casa. O, incluso, en casa. ¿Debemos creer, entonces, que ha desaparecido como, zas, un ninja? ¿Quedan arrugas católicas en el cerebro colectivo de la sociedad española? No se vayan amiguitos.

-ESPAÑA HA PASADO DE SER CATÓLICA. ¿PERO LO HA DEJADO? Menéndez Pelayo fue hare-core al respecto. Es cultura española todo lo que sea cultura católica. Lo que aspire a lo primero pero no se comporte como lo segundo es heterodoxia. Esta formulación, depurada en el siglo XIX, con la que se construye el canon literario español hasta esa fecha –un canon, por otra parte, resultón, que encaja, que no se equivoca-, puede ser válida mientras por aquí abajo subsisten dos Españas, la oficial y la real /heterodoxa, en continuo enfrentamiento cultural. Cuando una España da para el pelo a la otra –Franky Franco Spanish Tour 1936-39-, y cuando, a finales de los 70’s, desaparece en enfrentamiento cultural como posibilidad y la dinámica de las dos Españetc. queda superada –le doy la razón a la historiografía oficial, creo que ha quedado superada; es decir, que una España ha superado por KO a la otra, desaparecida en combate-, la formulación beligerante de Menéndez ya no va, paradójicamente, a misa. El canon católico, que queda como feo citar para ilustrar una conducta personal, ya no luce, ni sirve, ni se usa para elaborar canon literario. De hecho, no existe en la literatura. Para complicarlo más, en España no se ha producido una comunidad de lectores de productos católicos, como sucede en Italia con Susana Tamaro y sus The Catoliquettes. ¿Existe, entonces, criptocalocismo en España? ¿Existe algo que recuerde, por aquí abajo, una dinámica cultural de siglos y, sobretodo, glups, una brutalidad cultural ejercida en ese sentido durante 40 años? Sí. Existe en varios de los componentes, materiales y normas de funcionamiento de la Cultura de la Transi. Existe en la idea misma de cultura, de lo que es cultura, de lo que no es. Existe en la idea de misma de oficialidad, la palabra clave de la cultura española. Y existe en la moralidad que impregna los productos culturales, a la que ya le pondré nombre y que, si uno se fija, contribuye tanto como el catolicismo de antaño a fabricar el canon. Si no un canon que pase a la historia, si al menos un canon instantáneo de lo cotidiano que explique por qué unos productos se venden como polos y otros no sólo no se vendan, si no que no se lleguen a publicar O, snif, a elaborar. Se lo cuento por partes.

-LA OFICIALIDAD ES UNA IGLESIA CANIJA. Todo lo que aspire a ser cultura, o a existir a través de la cultura, por aquí abajo debe de ser oficial. Debe tener Estado. Por eso, curiosamente, los chicos de la Confe Episcopal, pueden llegar a las manos para que la religión exista en las escuelas públicas. En España, no existir oficialmente es no existir. Esa frase ilustra el componente postcatólico de la Cultura de la Transi. No pertenecer a ella, no tener un pensamiento oficial superior que te cobije, es no existir en la cultura, una cultura cuyo principal cometido es no plantear problemas, cuyo principal cometido es no rozar al Estado, la Iglesia española de esta mañana a primera hora. Esa dinámica crea intelectuales muy parecidos entre sí, que dicen cosas muy parecidas. Tamaño terror a la diferencia explica, tal vez, el mayor pecado de la cultura española, lo peor que te puede pasar, el fin de una carrera como intelectual. Ser heterodoxo.

-LOS HETERODOXOS EN EL SIGLO XXI. La Historia de los heterodoxos españoles es un libro fascinante. Sergi Beser, mi profe de literatura contemporánea en la uni, me transmitió esa fascinación. Menéndez Pelayo, un integrista católico que trabajaba, comía, dormía, se hacía traer las pilinguis y, sobre todo, bebía en la Biblioteca Nacional, de la cual llegó a ser dire, empezaba a escribir los capítulos del libro por la mañana. A esa hora estaba católico-apostólico-romano, de manera que las biografías y evaluaciones de los heterodoxos eran absolutamente denigrantes. Al mediodía, don Marcelino le daba al morapio, de manera que los heterodoxos, que por la mañana era jing, por la tarde, hips, eran yang. Eran hombres con trayectorias espectaculares y con obras que, si bien se alejaban del dogma católico, estaban repletas de belleza y solidez. Bueno. Esta posibilidad, disponible en el siglo XIX, de ser heterodoxo y a la vez, basura y gloria, dependiendo de las horas del día, no está disponible, al parecer, en el siglo XXI. Hoy en día el heterodoxo –heterodoxo no ante el catolicismo, heterodoxo ante la Cultura de la Transi-, no dispone de esa posibilidad. No es ni siquiera basura. Es fracaso, en tanto que el gran valor de la Cultura de la Transi –una cultura que no puede vertebrar grandes ni sorprendentes valores-, es el éxito. Un heterodoxo es, por tanto, un tonto del bote que, entre las amplias praderas que ofrece la Cultura, elige el único camino que la Cultura veta –contrariamente a la cultura católica, nuestra cultura permite ser homosexual, izquierdista, derechista, sexador de pollos-: la creación de conflictos. Por lo que el peso de nuestra madre iglesia cultural –el Estado & la industria cultural-, cae sobre él. El heterodoxo es así tratado por los melendillos pidalillos –contrariamente a Don Marcelino, no son craks, no beben como para una boda y no van con pilinguis- de hoy como un dilapidador, un inconsciente. Hay quién se pela su fortuna en una tarde. El heterodoxo se la pela en un artículo, en un libro, en un documental, pongamos, como La Pelota Vasca.

-LA MORALIDAD OFICIAL. O EL CATOLICISMO, CESADO, QUE NO CESA. El aspecto, empero, con apariencia más católica de nuestra cultura es su código moral, en tanto también es el único posible si uno no quiere ser un heterodoxo, algo que no es recomendable ser los fines de mes. Durante siglos, el catolicismo era el código moral por aquí abajo. Si, tras la muerte de Franco no han desaparecido Los Chunguitos, es fácil suponer que tampoco ha desaparecido ese código moral / un código moral con las mismas reglas del juego. Es posible sospechar que, simplemente, se ha transformado. Y se ha transformado en el único código moral perceptible en los medios y en la cultura, el único código moral por el que puede apostar un libro escrito por un intelectual que aspire a la profesionalización. Ese nuevo código moral, esa religión contemporánea, esa cosa que gasta los humos del catolicismo excluyente de hace poco es, tachán-tachán, lo políticamente correcto. Se lo cuento mañana.

-MEDITACIÓN DEL DÍA. Antes de irme a tomar un cortadete, ahí va eso. Me acaba de llegar -bip-bip- el siguiente SMS, que seguramente ya les ha llegado a ustedes o les llegará en un plis. Trata sobre el espíritu de estas entrañables fechas. Aquí lo tienen. “a salido acbes n la tl diciendo k no s dscarta l parkinson pero k casi sguro k la muert dl papa a sido eta. K s comenta x ai?”. Interpretación. Ante la interrupción informativa, el SMS, un quejido, no una vertebración de ideas, sigue siendo la única respuesta cachas disponible en la sala. Como cuando el 11-M. De lo que se deduce que los 11-M son más frecuentes de lo que uno sospecha. Y que podrían serlo mucho más, pues sigue sin haber respuesta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Antes de trazar los caminos de la heterodoxia, hay que tener claro cuál es el territorio de la ortodoxia. El problema es que en la pradera cultura no hay una única ortodoxia. Yo creo que en esta pradera cultural called Spain hay un par de ortodoxias. "La pelota vasca" no es un producto heterodoxo, sino ortodoxo, de otra ortodoxia. Uf, qué lio.

Anónimo dijo...

I humildemente zinc:
¿Cultura= canon, clasificación, etiquetadooor? D.Marcelinos, H. Blooom -qué placer ponerlos juntos-, GSteiner, Santiago Segurola etc. Esta gente son (atención, atención)...intermediarios. Todos conocemos que después del fuego y la rueda la invención del intermediario es lo que ha marcado más a lo humanidad: el cura (yo te digo lo que dice Dios) el juez (yo te digo qué dice la ley) hasta el médico es un intermediario (la locura del rey Jorge: "Pero si yo soy el Rey", "¡No, señor!¡Sois mi paciente!). El periodista también lo es, por cierto. Mucho cuidadito con los intermediarios: "Si tu no puedes, hombre, ya te lo hago yo", "tu no lo entiendes, ya te lo explico yo": siempre hay trampa.
Yo la llamaría, no se, Cultruca: la cultruca de la Transi, la del Siglo de Oro, la prestigiosa cultruca francesa. La cultrucas entran en un sitio, lo saquean con mejor o peor intención, y te dicen: esto es lo que vale. Y si no te atienes a lo que vale, pum. De las cultrucas salen los productos cultrucados. Juegan con etiquetas y regalan el placer del intercambio de cromos.
Críticos culturales (arte, cine, literatura), profesores universitarios, periodistas, médicos, jueces y abogados, funcionarios: acaban formando una iglesia, sin darse cuenta: porque el invento no es suyo. Lo inventó el más listo de la tribu, que dijo: yo me hago chamán. El descubrimiento de este señor es el del miedo que hay dentro de cada uno. A no poder, a no saber, a no sobrevivir. Inventa las creencias y crea un miedo nuevo ("Olvidate de mi": uno de los que quiere que le desprogramen recuerdos en su cerebro lleva un crucifijo: quiere que le quiten el aparatito que se inventó ese primer hijoputilla). La iglesia católica lo ha perfeccionado hasta la casi perfección. Es un instrumento de poder, pura y simplemente, y quien lo usa acaba formando una iglesia. Sin darse cuenta (o sí).

Aquí: la lucha contra lo políticamente correcto a través de dos ejemplos, La pelota vasca y los no a la guerra del mundo del cine. Intentos de articular un discurso honesto, sincero, políticamente incorrecto: quieren salir de la iglesia. Acaban copiando lo que combaten. El documental parece un Informe Semanal con trozos del Señor de los Anillos. Los no a la guerra, en los Goya en que compite Médem. Pegatina "Por la libertad de expresión". En mi iglesia se lleva pegatina (no lo eres si no la llevas). Acabo siendo más políticamente correcto que los que critico (¿y la libertad de expresión de los que se manifiestan contra el que la ha empleado haciendo un documental?). Consecuencia: expulsión de los no creyentes (Sabina no deja hablar a Mendiluce si no es para decir que se retira de las elecciones). Ya la hemos cagado, a volver a empezar.

Como Seymour Skinner cuando intenta rebelarse contra su madre: demasiado tarde amigo, va a ser más duro.

Perdón, perdón por el rollo, esto es un abuso. Enhorabuena, que es una gozada leerte