-LOS TELÉFONOS PERDIDOS Y LA PLENITUD. Ayer estuve cazando bisontes, etc. Bueno. Al tajo. Resumen de lo publicado. El mundo es imperfecto y yo voy y pierdo mi teléfono móvil. Se trataba de un teléfono móvil en su momento de plenitud. En el vagón del metro en el que lo perdí, por otra parte, no había nadie en su momento de plenitud. El momento de plenitud –ya saben, ese momento de presencia descomunal de uno mismo, bajo cuya forma seremos despertados para acceder al juicio final, etc-, es un concepto del que se me habló mucho en mi niñez, pero que había olvidado hasta la perdida de mi móvil. Desde ese día, me he topado con él varias veces. Ayer mismo, vi dos mujeres en su momento de plenitud. Una era bellísima. Dibujaba su cuerpo contra el aire y la luz que la rodeaba con absoluta rotundidad. Con absoluta, lo dicho, plenitud. A la otra le faltaba una pierna. Pero dibujaba su cuerpo contra la atmósfera que la rodeaba con absoluta etc. Lo que indica que el momento de plenitud no equivale a belleza pura y dura –vean, sino, este momento de plenitud en el minuto 5:19 de este vídeo; ese rostro en blanco no es sólo belleza-. Esta mañana me he encontrado con mi mama y hemos tomado una café en una terraza. Me ha explicado un sueño que tuvo anoche. Soñó con sus papás, es decir, con mis abuelitos. La última vez que los vimos estaban gagás y su cuerpo se estaba biodegradando. En el sueño de mamá, sus papás estaban en un jardín bellísimo. Ellos eran bellísimos, y hablaban de manera sosegada y tierna. “Estaban en su plenitud”, ha finalizado mi mamá. Lo que puede explicar que la plenitud no se la juventud a palo seco –tengo pruebas: comparen este hombre joven, con este otro hombre menos joven y señalen con una X cual de los dos está más próximo a su momento de plenitud.
-LA PLENITUD COMO SELLO DOLOROSO. EL momento de plenitud es incuestionable. Existe. Es una buena herramienta. Ignoro para qué. Hummm. Quizás es útil para ver el momento de degradación de las personas. No sé. Cuando era pequeño, las putas y las señoras bien de Barcelona avanzaba por las calles con los ojos pintados de azul. Era una imagen triste y patética. Las veías y comprendías que, menos ellas, todo el mundo percibía en ese maquillaje una parodia triste de de otros tiempos, sin duda mejores. Las personas, ahora que lo pienso, vestimos toda la vida como en nuestro mejor momento. Como las putas y las señoras bien de cuando era peque. En cierta medida, ahora mismo, por lo tanto, visto como una puta o una señora bien de cuando era etc. Y, snif, usted también.
-EJERCICIOS CON UN HUEVO JUGUETE: LA PLENITUD. Rodo el mundo viste como en su mejor época. Me gusta esa frase. Así que realizo el ejercicio de analizar el vestuario de diversos personajes públicos, a ver si, además, la frase funciona. El experimento lo realizo con varios presidentes y expresidentes de gobierno. Felipe. Felipe, siempre que puede, viste de sport, de cuando era Presi y tenía miting los domingos. Ese vestir formal-desenfadado remite a una época pasada, en la que, digo yo, primaba un vestir desenfadado. La edad de oro, la plenitud de Felipe, fue, por tanto, anterior a ser Presi de Gobi. Aznar. Viste exactamente igual que cuando era Presi. De lo que se deduce que su decadencia se inició al dejar de serlo. ZP. ZP viste de dependiente del Corte Inglés / de agente de El Ocaso. Con la ropa de faena de alguien que aspira a ser invisible. No ha tenido momento vital de plenitud pública. O fue invisible.
viernes, marzo 02, 2007
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1 comentario:
Saura. Las camisas suelen ser un tono más oscuras que las americanas. Lo que le da ese toque de antisistema tierno. Por supuesto, plenitud.
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