lunes, enero 08, 2007

EL AHORCADO

Decía que ahora sólo hablo de lo que veo. Hoy veo que existen diversos puntos de vista de la muerte de Saddam. La muerte de Saddam sucedió en una habitación. Es metafórico que se invada un país para controlar sus puntos de vista y que, finalmente, ni siquiera se pueda controlar los puntos de vista en una habitación de ese país.

Bueno. Puntos de vista. Existe a) la versión pureta del asunto. Y una versión b) apta para menores. De esa versión hay, incluso, un par de versiones, desde dos angulos diversos. Meditación del punto de vista a) y punto de vista b): cuando transcendió la versión integra de la ejecución de Saddam -o versión c) del asunto; se la comento en un plis-, un portavoz USA razonó “nosotros lo hubiéramos hecho [ejecutar a Saddam] de otra forma”. Es decir, lo hubieran retransmitido de otra forma. Es decir, de la forma a) y b). De lo que se deduce que una ejecución, para los usuarios de la cosmovisión a) y b) es su retransmisión. Anywy. ¿En qué se diferencia el punto de vista / la ejecución a) y b) de la c)?

La versión c) del asunto muestra un pollo en el trance de ser ejecutado. Contradiciendo las versiones a) y b), se observa que la ejecución de una persona es, en verdad y como su nombre indica, algo sórdido. En general, cualquier ejecución de algo tiene un qué de sórdido. Pasa hasta con la ejecución de una hipoteca. Esa cosa que los bancos ejecutan a gogó, si bien por el sistema a) y b). Yo, por ejemplo, y contando la de Saddam, he visto más ejecuciones de personas que ejecuciones de hipotecas. De hecho, sólo he podido ver dos ejecuciones de hipoteca. La de mi casa, cuando era pequeño. Y otra, muy parecida –las ejecuciones, en general, son muy parecidas-, un día que caminaba por mi ciudad y vi como ejecutaban (la hipoteca) a dos niños. Los niños estaban en la calle, sentados sobre su cama, mientras sus padres iban bajando el resto de los muebles. En los ojos de los niños brillaba una inteligencia extraña, de persona a la que, de repente, se le rompe la frente y ve claro algo inconcreto. Es la mirada del ejecutado. Si se fijan, esa es la mirada de Saddam mientras muere. Por mi parte, creo que esa es una de las dos miradas que fijan la originalidad y diferencia del punto de vista c) frente a los dos anteriores. Le hablaré de esas dos miradas. Una es la mirada de la víctima. Otra, la mirada del observador.

La mirada de la víctima. Es decir, la de Saddam. En la Torah se especifica que esa es la mirada del cordero degollado. ¿Han visto alguna vez un cordero degollado? Por un momento, segundos antes de la muerte, la mirada estúpida del cordero –del cordero no degollado-, queda copada por la inteligencia. Es una mirada no sólo humana. Es la esencia de la humanidad. Es una mirada perpleja. Incluso los antiguos decían que si uno se fijaba en los ojos del animal, podía ver en cierta manera a Dios. Puede ser. En todo caso, si uno mira los ojos de un niño al que se le ha ejecutado la hipoteca verá, en cierta manera, un banco.

La mirada del observador. Es decir, la del pollo que grava la ejecución. El pollo que filma la ejecución con su telefonino, en algún tramo deja de filmar. Es decir, duda entre seguir esforzándose en encuadrar lo que sucede, o en verlo con sus ojos, relajado y con todo detalle. En un momento dado, se relaja y queda absorbido por lo que ve. Copado por lo que ve, baja completamente el telefonino, que queda enfocando la escalera del cadalso. Es una escalera sórdida. A su vez, quizás es el fragmento más sórdido. Lo sórdido de las ejecuciones son los detalles. La cama vieja sobre la que se sienta un niño ejecutado por el banco. O el hecho de que la silla eléctrica sea amarilla, como Nabokov hace decir a un personaje para transmitir la idea de que las ejecuciones son, en verdad, sórdidas.

Lo más sórdido del punto de vista c) sucede precisamente en esos instantes de encuadre de escalera: el observador grava la escalera mientras disfruta mirando lo que solamente ve él. Lo más sórdido del punto de vista c) no es tanto lo que uno ve, sino lo que vio solamente el del telefonino. Vio algo que le gustó. Le gustó tanto que bajó su brazo y dejo de firmar durante unos segundos.

La versión c) se diferencia de la a) y b) en que presenta lo divino / la mirada de alguien en sus últimos momentos de vida. Y lo humano / la mirada de un ser humano, esos seres que fabrican escaleras sórdidas o depositan niños sobre una cama en la acera. “Nosotros lo hubiéramos hecho de otra manera, etc”.

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