jueves, enero 11, 2007

EL YO Y EL TU

San Jerónimo era un crack del siglo IV. Es el Padre de la Iglesia que más estudió las Sagradas Escrituras. A pesar de ese currículo, un día protagonizó un pollo histórico. Alguien entró al habitáculo en el que estaba San Jerónimo leyendo las Sagradas etc. non stop. Y vio algo que le escandalizó. Algo que, antes, ningún ser humano había visto jamás. Vio, en fin, que San Jerónimo leía. Es decir, leía como usted y como yo. Para sus adentros. Hasta esa fecha, todo el mundo, cuando leía, lo hacía en voz alta.

Metro. Frente a mi dos mulatas. Una es una mamá. La otra es su hija, que está que cruje. La mamá, a su vez, está que excruje. La hija está leyendo un tocho. La mamá una revista del cuore. De pronto, la mamá le pone a su hija la revista delante de los morros. “Léeme esto”. La chica empieza a leer en voz alta el artículo seleccionado por su mamá. Es un artículo sobre una ruptura sentimental. Según deduzco. La chica, en fin, lee de pena. Fatal. Incomprensible. Como un niño pequeño. La mamá le pega una colleja. La chica se defiende: “pero si yo leo bien cuando leo para mí”. La mamá sentencia: “nadie lee para sí”. Y pone a su hija, a San Jerónimo y a mí en su sitio. Nadie, en efecto, lee para sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Seguro?