jueves, octubre 27, 2005

INTERMEZZO. EL DESENCUENTRO (1)

Hola. Empordà D.F. Frontera laxa. Aprovecho esos dos datos para irme a pelarme un cassoulet por 5 euros al restaurant del pueblo. No sólo trae como equipamiento de serie el confit y la saucisse de Toulouse –una butifarra meditada y mejorada-, sino que el cocinero le ha colado un par de gésiers que tiran de espaldas y, por el mismo precio, ha colacado unos haricots blancs tres tallas mayores que los invertidos en un cassoulet de Castelnaudary alfa-omega. Mi marca favorita es la marca Gratis. Lo que como se le parece mucho. Mientras me pelo un orujazo y medito que la vida es sencilla como un anillo, el cocinero sale de la cocina y la lía con algunos amigotes. Como todo el mundo desde hace un par de años, habla de política. En la conversación –transgeneracional: personas de 20 años, de 30, de 50 y un excombatiente republicano al que, según oigo, le dieron para el pelo en el campo de Argelès sur Mer, a pocos kilómetros de aquí, aquí, y en un campo de Castilla, también a pocos kilómetros, epistemológicos-. La conversación va sobre el Estatut. Pero pasa rápidamente a la COPE. Todo el mundo está asustado por la COPE. En el pueblo, por cierto, no hay bandera española. No la hay en toda la comarca. La COPE diría que eso es un desafío inconstitucional. Es posible que no sea otra cosa que otro susto. En la guerra la comarca fue brutalmente bombardeada por los chicos de la bandera. Luego los chicos de la bandera se emplearon a fondo. No hay banderas en los ayuntamientos por la misma razón que, si se pudiera elegir, no habría COPE en la radio. Por susto.
Bueno. La conversación, una conversación sin interlocutores, igual pero muy diferente, por tanto, a la COPE, esa cosa que no sólo necesita acólitos y no interlocutores, ilustra un desencuentro. EN los días siguientes la cosa Echevarría será interrumpida con intermezzos sobre el desencuentro. Ahí va le primero. Canta: Pep. Interpreta: Cartas de Maragall y Unamuno, lo que remite a un encuentro. Sin bien tan lejano y vetusto que tal vez ilustra i enfatiza el desencuentro. Yo qué sé. Señoras y señores: Pep. Echevarría. Tic-tac.

-SURTIDO DE IBÉRICOS.
“Así puede afirmarse que no existe ni un solo español, si lo es verdadero, que tenga derecho a llamarse liberal: aquí el liberalismo es una ficción, una hipocresía, un distintivo de tribu para luchar contra otras; nada más. Aquí todos queremos hacer nuestra santa voluntad... y que los demás se sometan a ella”. Hola, aquí Pep, otra vez con el Estatut. Esta cabal descripción del liberalismo español es de Maragall. De Joan Maragall, el poeta. Tiene la misma actualidad que sus referencias al ”matonismo parlamentario o de tertulia que habla rotundamente en nombre de España, que da y quita patentes de patriotismo, y que anatemiza urbi et orbi, como filibustero, todo impulso de vida que intenta penetrar en la gran momia patriótica”. Fresco como un robelló / níscalo recién cogido –ñam-, y como la mayor parte de la correspondencia que mantuvo con Miguel de Unamuno. Hay excepciones, empero, como la aparición de costumbres arcaicas que hoy han caído en desuso: en una de las cartas Maragall afirma estar muy ocupado leyendo manuscritos para un concurso del que es jurado.

La mayor parte de las cartas que se enviaron versa sobre artículos y libros. En esas cartas comparten su pasión por las traducciones, su europeísmo, y dialogan sobre España desde la complicidad. Pero también se hacen amigos. De hecho, ambos proyectan la fundación de una revista ibérica escrita en las lenguas penisulares –proyecto liquidado por la muerte de Maragall-, y Maragall se llega a hacer cargo de uno de los hijos de Unamuno –“tengo trece hijos; ahora serán catorce”-. Como se ve, todo tan anti-español como un estofado de toro de lidia –ñam-.

España, en las cartas, es una unión. Una unión es una cosa sensiblemente diferente a una unidad. En una unión uno puede entender que el catalán es un idioma español, y que el castellano es un idioma catalán. En una unidad uno sólo tiene un dedo para contar, y suele ser el mismo que se usa para señalar. Además, las cartas permiten estudiar detenidamente el anti-españolismo del catalanismo político. El catalanismo político es un movimiento cuya pasión es reformar España. O sea, anti-español. Como la República, la enseñanza laica, la vía de investigación de la prensa internacional o el no a la guerra.

“Visca Espanya!”, de Maragall, es un título manifiestamente claro para cualquiera que sepa leer. En dicho artículo, que empieza ciscándose en los que nos lo quieren hacer gritar “como un inri porque al decir España quieren decir ellos”, Maragall defiende la necesidad de que los vivos tomen la palabra frente a los que viven de la muerte aparente de España –como es tradición, la madre de la patria en esos momentos andaba rentabilizando la sangre de los muchachos de las colonias, y viendo separatismo en todas partes-. La propuesta de Maragall es como sigue: “¿Españoles? ¡Sí! ¡Más que vosotros! Pero, ¿cómo debe vivir España? No arrastrándose por las callejuelas provincianas del caciquismo; no agarrotada, como hasta ahora, en las ataduras de un uniformismo que es contrario a su naturaleza; no en la falta de sentido de los partidos viejos ni en el aire corrompido de un centralismo cerrado a toda penetración del aura popular… sino que ha de vivir a los cuatro vientos de los mares que la rodean; debe vivir la libertad de sus pueblos; cada uno libre en sí, sacando de la tierra propia el alma propia, y del alma propia el gobierno propio, para rehacer todos juntos una España viva, gobernándose libremente por sí misma. Así debe vivir España. Visca Espanya!”.

Poco después, Unamuno le responde en “La España Nueva”, dedicándole un artículo titulado “Contra los bárbaros”. En él, Unaumuno lamenta la ingenuidad de Maragall –que llega incluso a tirar de preguntas retóricas en posición dudosa, como “¿Atiaréis al ejército contra nosotros, contra España?”-, y comienza mostrando su irritación porque un periodista traduce con un “¡Muera España!” un “¡Gora Euzkadi!”, irritación pareja a la que le produce ver traducido el artículo de Maragall: “Y así de continuo, porque los bárbaros abundan. No saben traducir, ni quieren saberlo. Cuando van a oír a alguien, no van a oír lo que se les diga, sino lo que se figuran que les iba a decir. Y son inútiles sus esfuerzos”. Insiste: “¡Ay, querido Maragall, su «Visca Espanya!» rebotará contra la authadia, contra la insolente arrogancia de los bárbaros! Querrán que lo grite usted en castellano ¡viva España!, y sin contenido, sin reflexión, como un grito brotado, no del cerebro, sino de lo otro, de donde les salen a los bárbaros las voliciones enérgicas”. Y por último, desiste: “¡Qué tristeza, querido Maragall, qué enorme tristeza me causó el leer traducido, después de haberlo leído en ese hermoso catalán que usted siente, quiere y magnifica a España, su visca Espanya! Y me acordé de aquel su otro: ¡Adéu, Espanya!”.

Con esta, España ha sido citada veinte veces en este texto. Ello me lleva al apartado de preguntas: ¿serían ustedes capaces de citar siete diferencias entre el nacionalismo español y lo que Fernando Savater llama candorosamente no-nacionalismo?; ¿cometerán Martínez y Echevarría nuevos incumplimientos reglamentarios que redundarán en beneficio de mi estómago?; ¿cuándo Echevarría pagará la ronda que nos debe?. Y lo más importante: ¿vamos a ver el día en el que yo le pague algo a Martínez?
Pues no lo sé, señores. Pero lo que es seguro es que si el artículo 1.1 del Estatut acabara transformado en un “Catalunya es una no-nación”, habría que erigir estatuas ecuestres a sus redactores.

Pep

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen artículo, Pep. Lástima que continuen ustedes identificando España con "la España de ellos" y su manera de ver España con la única manera posible de mejorar España.

Anónimo dijo...

Hombre, al ser una visión de España abierta y no excluyente, es posible que sea observada como la única España posible para muchas personas que están hartos de la única España posible, a la que usted, anonimo, alude y, quizás, ejemplifica.

Jordi

Anónimo dijo...

¡Bravo, Pep! Pídete un carajillo y que lo apunten en mi cuenta.

Anónimo dijo...

Hola anónimo:

1) No participo de los que identifican España con Franco. España es más cosas -escribe la tuya, habla por ejemplo de ese nacionalismo español republicano que mencionaba Carles por aquí-, sin que ello suponga suscribir esa ecuación surrealista que dice no-nacionalismo = "Patria común e indivisible"+ "indisoluble unidad de la Nación española".

2) No me creo tampoco lo del nosotros y ellos. ZP o Rubio Llorente -presidente del Consejo de Estado- han mostrado simpatía, o por lo menos conocimiento, por las propuestas del catalanismo político, empezando por el estatut. El Estatut juega a "Nosotros y todos" en lugar de "nosotros y ellos", porque va de unión y no de unidad.

Saludos cordiales,

pep.

Anónimo dijo...

Espero que algún día la psique humana adquiera un mecanismo de defensa a la natural asociación de ideas de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo".

Soy bastante partidario de sazonar todo análisis de estructuración socio-territorial con una pizca de foucaultianidad, es decir, de señalar y destacar el conflicto entre las partes por el reparto de poder.

Lo cierto es que la ampliación de miras en materia cultural que propone el Estatut catalán es interesante. Sesgada, con la que no estoy de acuerdo, en la que "el pueblo catalán" como sujeto político-social colectivo encamina al ciudadano por donde deben caminar sus libres decisiones para no traicionar la memoria histórica, pero interesante. Aunque sólo sea por romper con la mordaza cultural constitucional.

Lo que no me parece tan interesante es la reforma financiera que propone. Ya he comentado en algún otro comentario que no veo lo republicano por ninguna parte. Entre otras cosas porque "lo republicano" se planta ante la economía actual y se caga. Como no la entiende, no es capaz de articular una respuesta republicana. Así, nervioso, sudando porque se le acaba el tiempo y al profe la paciencia, improvisa una respuesta que responde a una organización social o política, pero no económica: "vale, está bien que Cataluña tenga mayor capacidad normativa y de gestión sobre los impuestos que recauda porque eso responde a dos de mis ideas-fuerza: descentralización y acercamiento del poder a una institución más cercana al ciudadano".

Así, "lo republicano" respira, porque si bien no sabe si lo que ha dicho tiene algún sentido y ni mucho menos si funcionará, está seguro de haber sido fiel a si mismo.

¿Qué hubiera respondido yo?

1) Que la Unión Europea, queramos o no, está intentando desliarse la picha con la manera de enfrentarse a la globalización, esa cosa que ha creado dos competidores asiáticos de la hostia a los que sólo puede hacer frente con criterios cualitativos. O sea, creando (así, creando) productos que otros no puedan crear, porque somos mejores que ellos. Para conseguir esto, además de destinar mucho más dinero a I+D+i, se debe crear una estrategia común comunitaria.

2) Lo que va a partir el bacalao en los próximos años en la UE va a ser la capacidad de una región (que no Estado) de desarrollar en su interior una industria innovadora puntera en el mundo (¿Nokia?).

3) Los dirigentes catalanes lo llevan viendo venir tiempo ha: la clave es Europa, entre otras cosas porque el consumidor europeo pasa de boicots al cava. Por eso es necesaria la capacidad normativa y de gestión de los recursos propios, para que Cataluña, como región (o nación o lo que quieran) rica, con recursos de mano de obra altamente cualificada, de el salto definitivo: sí, dentro de España administrativamente, pero en Europa económicamente.

4) Cierto, un desarrollo económico catalán implicará más dinero para el resto de España por la famosa "cuota de solidaridad". Pero éste no será suficiente para ayudar al resto de España, que se agarrará a un "Madrid sede de empresas" que, si no espabila, se hundirá con sus amados y subdesarrollados pueblos españoles.

5) Y ustedes dirán: la autodeterminación económica forma parte del derecho de los catalanes de administrar su dinero y de decidir su futuro. Totalmente de acuerdo. Ahora, que nadie me venda eso como republicano. Es todo lo contrario. Es una manera de adaptarse al modelo de mercado global, ése en que los ricos se hacen más ricos y los pobres, que no vagos, más pobres. Si en Soria nos pudiéramos plantear la creación de un centro puntero en biotecnología en lugar de ir a Barcelona para estudiar la carrera y desarrollar una investigación, y aún pudiéndolo no lo hiciéramos, entonces sí seríamos vagos. Pero resulta que no podemos. Y que la inmigración interior en España continúa creando dos grandes centros de poder: Madrid y Barcelona. Y que hay más paisanos míos en Zaragoza que en mi provincia.

Por eso, a los que les miramos desde abajo nos cuesta ver sus izquierdas. Debe ser que las tienen metidas en el bolsillo.

Anónimo dijo...

Espero que algún día la psique humana adquiera un mecanismo de defensa a la natural asociación de ideas de "el enemigo de mi enemigo es mi amigo".

Soy bastante partidario de sazonar todo análisis de estructuración socio-territorial con una pizca de foucaultianidad, es decir, de señalar y destacar el conflicto entre las partes por el reparto de poder.

Lo cierto es que la ampliación de miras en materia cultural que propone el Estatut catalán es interesante. Sesgada, con la que no estoy de acuerdo, en la que "el pueblo catalán" como sujeto político-social colectivo encamina al ciudadano por donde deben caminar sus libres decisiones para no traicionar la memoria histórica, pero interesante. Aunque sólo sea por romper con la mordaza cultural constitucional.

Lo que no me parece tan interesante es la reforma financiera que propone. Ya he comentado en algún otro comentario que no veo lo republicano por ninguna parte. Entre otras cosas porque "lo republicano" se planta ante la economía actual y se caga. Como no la entiende, no es capaz de articular una respuesta republicana. Así, nervioso, sudando porque se le acaba el tiempo y al profe la paciencia, improvisa una respuesta que responde a una organización social o política, pero no económica: "vale, está bien que Cataluña tenga mayor capacidad normativa y de gestión sobre los impuestos que recauda porque eso responde a dos de mis ideas-fuerza: descentralización y acercamiento del poder a una institución más cercana al ciudadano".

Así, "lo republicano" respira, porque si bien no sabe si lo que ha dicho tiene algún sentido y ni mucho menos si funcionará, está seguro de haber sido fiel a si mismo.

¿Qué hubiera respondido yo?

1) Que la Unión Europea, queramos o no, está intentando desliarse la picha con la manera de enfrentarse a la globalización, esa cosa que ha creado dos competidores asiáticos de la hostia a los que sólo puede hacer frente con criterios cualitativos. O sea, creando (así, creando) productos que otros no puedan crear, porque somos mejores que ellos. Para conseguir esto, además de destinar mucho más dinero a I+D+i, se debe crear una estrategia común comunitaria.

2) Lo que va a partir el bacalao en los próximos años en la UE va a ser la capacidad de una región (que no Estado) de desarrollar en su interior una industria innovadora puntera en el mundo (¿Nokia?).

3) Los dirigentes catalanes lo llevan viendo venir tiempo ha: la clave es Europa, entre otras cosas porque el consumidor europeo pasa de boicots al cava. Por eso es necesaria la capacidad normativa y de gestión de los recursos propios, para que Cataluña, como región (o nación o lo que quieran) rica, con recursos de mano de obra altamente cualificada, de el salto definitivo: sí, dentro de España administrativamente, pero en Europa económicamente.

4) Cierto, un desarrollo económico catalán implicará más dinero para el resto de España por la famosa "cuota de solidaridad". Pero éste no será suficiente para ayudar al resto de España, que se agarrará a un "Madrid sede de empresas" que, si no espabila, se hundirá con sus amados y subdesarrollados pueblos españoles.

5) Y ustedes dirán: la autodeterminación económica forma parte del derecho de los catalanes de administrar su dinero y de decidir su futuro. Totalmente de acuerdo. Ahora, que nadie me venda eso como republicano. Es todo lo contrario. Es una manera de adaptarse al modelo de mercado global, ése en que los ricos se hacen más ricos y los pobres, que no vagos, más pobres. Si en Soria nos pudiéramos plantear la creación de un centro puntero en biotecnología en lugar de ir a Barcelona para estudiar la carrera y desarrollar una investigación, y aún pudiéndolo no lo hiciéramos, entonces sí seríamos vagos. Pero resulta que no podemos. Y que la inmigración interior en España continúa creando dos grandes centros de poder: Madrid y Barcelona. Y que hay más paisanos míos en Zaragoza que en mi provincia.

Por eso, a los que les miramos desde abajo nos cuesta ver sus izquierdas. Debe ser que las tienen metidas en el bolsillo.

Anónimo dijo...

Pep, ¿no contraataca?